Vale, el título tiene truco, pero como podéis imaginar un blog de un tema tan especializado como la música antigua no atrae a manadas de seguidores, por lo que tengo que recurrir al titular sensacionalista.

Por supuesto que no hablamos de un ordenador portátil del siglo XIV sino de un órgano del tamaño de un acordeón que a juzgar por su presencia en la iconografía medieval (escultura, lienzos, frescos, vidrieras…) gozó de gran popularidad entre los siglos XIII y XV: el organetto florentín.

Según fuentes consultadas, el órgano portátil nace a finales del siglo XII, paralelamente a la aparición del órgano gótico en iglesias y catedrales.

Su función consistía precisamente en sacar la música de órgano fuera de los templos de cara a acompañar musicalmente procesiones, obras de teatro o salones y jardines cortesanos.

Este pintoresco instrumento estaba diseñado para ser tocado sentado, manteniéndolo apoyado sobre el muslo, de pie, reposando sobre una pierna levantada sobre un taburete, o caminando, en cuyo caso se fijaba entre el hombro y la cintura.

A pesar de que algunas de estas piezas podían alcanzar los veinte kilos de peso, parece ser que determinados intérpretes se las apañaban para tocarlo y bailar a la vez.

El organetto fue utilizado tanto para música sacra como para melodías seculares.

Desde los motetes de la Escuela de Notre Dame, hasta las canciones trovadorescas y las baladas francesas e italianas.

De hecho, su presencia abarcaba gran parte de Europa, desde Escandinavia hasta España, pasando por las Islas Británicas y Polonia.

De entre todos los virtuosos del órgano portátil como Gherardello o Masini, destaca la figura de Franceso Landini, verdadero maestro del instrumento a finales del siglo XIV.

A pesar de ser ciego de nacimiento, Landini fue un compositor genial, poeta, filósofo, astrónomo, organista y, por si fuera poco, fabricante de instrumentos.

De su extensa obra en dialecto toscano destacan por cantidad y calidad ciento cincuenta ballate.

El estilo conocido como ballata fue un género musical destinado a ser interpretado, bailado, escuchado e incluso discutido en los círculos cultos de la Florencia de la época.

La selección de ballate conservada en la obra “Codex Squarcialupi” incluye piezas de Landini, Gherardello y Lorenzo Masini, y constituye una antología de Ars Nova italiano que sirvió como modelo para generaciones de músicos posteriores.

La llegada el Renacimiento acaba con el organetto para siempre.

De hecho, probablemente por casualidad y haciendo elucubraciones, en un cuadro de Rafael de Urbino (el que ilustra este post) aparece Santa Cecilia, patrona de los músicos, sosteniendo el instrumento bocabajo, como despreciándolo y condenándolo al olvido, lejos de las esferas celestes en las que la santa proyecta la mirada.

Pero bueno, esto no deja de ser una interpretación simbólica gratuita.

6 comentarios en «Un portátil del siglo XIV»

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