Gracias al espléndido trabajo discográfico de Fernando Marín y Nadine Balbeisi, Each Lovely Grace, he llegado a descubrir la misteriosa figura del músico barroco inglés William Corkine. El adjetivo no es baladí pues se sabe bien poco acerca de la vida de este hombre a pesar de que nos ha legado dos volúmenes de composiciones para viola.
De acuerdo con lo que expone el músico e investigador Graham Nelson en un artículo de The Journal of the Viola da Gamba Society (The Lyra-viol variation sets of William Corkine), a principios del siglo XVII en Inglaterra se inicia una ruptura del uso de la viola solamente como acompañamiento del canto y se empieza a desarrollar la faceta de su interpretación en solitario, siendo Alfonso Ferrabosco II, el capitán Tobias Hume y William Corkine los principales artífices del cambio.
A pesar de que tradicionalmente los dos primeros han eclipsado a Corkine, este compositor es el único de los tres que vio publicados sus conjuntos de variaciones para viola de canciones y melodías famosas en la época. La obra de William Corkine que ha llegado hasta nosotros se divide entre Ayres to Sing and Play to the Lute and Basse Violl (1610) y The Second Book of Ayres (1612).
El segundo volumen lleva el subtítulo “some to sing and play to the Basse-Violl alone: others to be sung to the Lute and Bass Violl”, y en efecto, incluye trece piezas que solamente incluyen una línea de bajo como acompañamiento a la línea vocal.
El artículo citado más arriba nos aporta un curioso dato sobre la vida de William Corkine: participó en 1612 en un concierto junto a John Dowland el día de la Fiesta de la Candelaria en Middle Temple. Esto nos da una idea de su reputación como músico en la Inglaterra isabelina.
El autor razona además que Dowland también debía respetar a Corkine como compositor, dado que le permitió realizar variaciones sobre uno de sus temas If my Complaints en The Second Book of Ayres. Y es conocido el estricto control que tenía John Dowland sobre el uso de su obra por terceros.
El trabajo realizado por Fernando Marín (viola de gamba y lira viola) y Nadine Balbeisi (soprano), que firman conjuntamente con el nombre Cantar alla Viola, nos da una idea de la riqueza y la belleza de la música de William Corkine y de lo heterogéneo de los sentimientos que invoca, pues en palabras de Marín:
“Estas canciones presentan una amplia variedad de estados de ánimo y colores. Algunos de ellos son de la naturaleza más desenfadada y ligera, otros se inclinan hacia la melancolía.”
Se trata de un disco extremadamente cuidado en el que, como ocurre frecuentemente con la música antigua, la labor de interpretación ha ido acompañada de una ardua labor investigadora: desde la construcción de los instrumentos (Marín llega a utilizar tripa de carnero para las cuerdas de las violas) hasta la pronunciación del idioma inglés en el siglo XVII. Todos y cada uno de los aspectos que conforman el proyecto han sido estudiados y documentados.