Por Israel Guerra | Que a nadie le quepa duda que la música ha sido, y es, el lenguaje universal que, junto con las matemáticas, cualquier persona está capacitada para entender y practicar.
Es un vehículo inherente al hombre que ha sido utilizado para expresar mensajes que llegaban desde el interior de su mente.
Que a nadie le quepa duda, que escuchar música es una fuente de placer para el cerebro, que se traduce en un juego de múltiples sensaciones para el organismo.
La música produce efectos similares que escuchar la voz humana.
Esto se debe a que estimula las mismas áreas del lenguaje y el habla en el córtex cerebral.
En numerosas ocasiones, al escuchar música, habrás sentido ganas de reír, de llorar, te habrán recorrido escalofríos o una irremediable sensación de ira o rabia.
Concretamente, escuchar música clásica mejora el aprendizaje del lenguaje, incluso llegando a fomentar el aprendizaje de la gramática, del vocabulario, a mejorar la pronunciación y hasta ayudarnos a apreciar más la cultura.
Más sorprendente es la afirmación, avalada por estudios científicos, de que el uso de la música barroca ayuda a los estudiantes de lengua extranjera a aprender 1.000 palabras de vocabulario de idiomas extranjeros en un solo día, con una precisión del 85 al 100 %.
Este no es el único de los beneficios que aporta la música Barroca, aparte de mejorar el rendimiento en estudiantes, incrementa temporalmente los resultados del C.I, disminuye el estrés y la ansiedad, y ayuda en la lucha contra el desorden de estrés post-traumático.
Existen estudios realizado sobre una sonata de Mozart, que se hacía sonar sobre personas que sufrían de epilepsia, demostrando que mientras escuchaba la obra, el individuo mostraba una menor actividad epiléptica.
También se ha comprobado, en recientes estudios, que hacer escuchar música barroca a los más jóvenes, no los hace más inteligente como cree el imaginario popular, pero sí que es cierto que estas escuchas afectan a las ondas cerebrales y, muy probablemente, colaboren a mejorar la creatividad y a reducir el estrés.
El hecho de que sea este tipo de música la que más efectos positivos tengan sobre el cerebro, se debe a que, al ser de 50 a 80 compases por minuto, crea una atmósfera de enfoque/concentración que lleva a las personas que la escuchan a una profunda concentración en el estado de ondas cerebrales alfa.
Escuchar una pieza maestra de los más grandes genios de la música clásica estimula al organismo, haciendo que este produzca su propia droga química cerebral, responsable, por ejemplo, de la sensación de placer sexual de la dopamina durante el acto sexual o la saciedad al comer.
Este tipo de beneficios deberían de estar al alcance de todo el mundo, indiferentemente a su estatus social, nivel cultural o económico, o incluso si tuviera algún defecto físico relacionado con la audición.
Para este último caso, existen aparatos para sordos que son de gran utilidad si la pérdida no es muy severa.
El estado debería incluir en los planes de educación la introducción de la escucha sistemática de música clásica y proporcionar audífonos para sordos a todo aquel que los necesite.
La accesibilidad a estas herramientas para sordos, como los aparatos para sordos, debería estar regulada y suministrada por el propio estado, para que todos puedan disfrutar de los beneficios de escuchar música clásica.
Pero mientras llegan estas complicadas decisiones gubernamentales, aconsejamos que visiten la página referenciada y elijan unos cascos para sordos de entre los que se exponen.
Y es que nadie debería dejar de estimular la amígdala cerebral, que es otro de los beneficios de escuchar música clásica.
Esto es crucial en el análisis y la toma de decisiones más abstractas, lo que hace que se estimule el cerebro desde las más antiguas a sus más recientes estructuras.
Igualmente una sesión diaria de música barroca relajante nos ayuda a atenuar el dolor.
El conocido como efecto Mozart, es célebre por ayudar supuestamente a la inteligencia.
Según los científicos, la música del genio de Salzburgo optimiza la resolución de los procesos espacio-temporales y cognitivos.
Sin embargo, el efecto duraría solamente quince minutos.
En cualquier caso, escuchar a este genio, o cualquier otro gran maestro clásico, nos induce a un sueño más rápido y profundo.
Esto se debería a los ritmos y patrones tonales de este tipo de música, que crean un estado de ánimo meditativo y unas ondas cerebrales lentas.
Otros sistemas para mejorar el desarrollo personal
Escuchar música es un gran placer, no cabe duda, y ahora sabemos que además nos proporciona grandes beneficios.
La lectura de libros es otra de esas actividades que también nos ayudan en multitud de áreas.
Además, según qué libros la ayuda o auto ayuda llega de forma directa y práctica.
Hablamos de libros de desarrollo personal , libros de autoayuda que van directos a solucionar problemas de diversa índole, para conseguir estar mejor con uno mismo, equilibrado y sano mentalmente, más feliz en definitiva.
La lectura te permite adquirir nuevas experiencias, a través de las vividas por otras personas y que, de muy difícil manera, vas a poder vivirlas en la actualidad, ya sea por diferencias espaciales, temporales, económicas, de situación, etc.
El lector siente emociones y revive situaciones que, por empatía con los personajes, se viven en primera persona, sin necesidad de ningún tipo de traslado.
Estas experiencias se acumulan como si fueran propias, con la enorme importancia que tiene en el sistema de aprendizaje.
Al vivir otras vidas, podemos apreciar desde la distancia valores y virtudes como la amabilidad, la generosidad, la valentía, ayudándonos a diferenciarlos claramente de las ideas y sentimientos contrapuestos, como el cinismo y la hipocresía.
Por otra parte, las ventajas para nuestra mente son ampliamente demostrables.
Está claro el aumento de la reserva cognitiva que notamos al hacernos lectores habituales.
Sin duda aumenta la memoria de forma considerable, al igual que la música reducen el estrés.
Es un gimnasio para nuestro cerebro, estimulándolo con un aprendizaje continuo.
Hablar del placer de la literatura y de la cantidad de beneficios que conlleva, daría para escribir otro artículo, baste con citar la frase del caballero más conocido de todos los tiempos “No hay libro tan malo que no proporcione algo bueno”.
Por Israel Guerra | LaRepublica.es