El próximo 18 de marzo a las 19:00h en la Basílica de San Miguel (C/ San Justo, 4, Madrid) dentro del ciclo «Fides ex Auditu».

Italia, siglo XVI. Roma, Venecia, Florencia y Nápoles dan cobijo a Tomás Luis de Victoria, Monteverdi y Gesualdo, músicos enormes que elevan la música sacra a la cima de sus posibilidades expresivas.

Dejémonos llevar por la exquisita espiritualidad de Victoria, por la personalidad atormentada de Gesualdo para llegar poco a poco al nuevo estilo que propone Monteverdi.

Un programa emocionante para contemplar el final del Renacimiento y el comienzo del Barroco de la mano de los tres grandes maestros de la música sacra de la época.

PRIMERA PARTE
TOMÁS LUIS DE VICTORIA

Officium Hebdomadae Sanctae (1585):
. Vero languores
. Caligaverunt
. Amicus meus
. O vos omnes
. Tradiderunt me

CARLO GESUALDO DI VENOSA

Cantionum Quinque vocibus (1603):
. Precibus et meritis beatae Mariae
. Deus regnum et virtum
. O vos omnes
. Dignare me laudare te
. Exaudi Deus deprecationem meam

SEGUNDA PARTE
CLAUDIO MONTEVERDI

Primo libro di motetti (1620):
. Christe adoramus te

Selva morale et spirituale (1640):
. Crucifixus, de la Misa Solemnis

Madrigali erotici e spirituali (1607):
. Stabat Virgo
. Jesu mea vita

BIS: Cantate domino (Monteverdi)

NOTAS AL PROGRAMA

La actividad musical en Italia es prolija en el siglo XVI.

Encontramos diversos centros musicales con características propias que harán desarrollarse el estilo musical en diferentes direcciones avanzando todos ellos hacia una capacidad expresiva cada vez mayor y más refinada.

Estos principales centros serán: Roma, Venecia, Florencia, Milán, Ferrara y Nápoles, este último reino de España.

Los tres maestros que nos ocupan se asocian a diferentes focos musicales, Victoria estuvo en Roma muchos años, si bien hubo de tener contacto con Nápoles y Venecia dados los avances de imprenta que trajo a España y que se habían desarrollado en estas ciudades. Monteverdi está ligado primero a Florencia y después a Venecia donde fue nombrado maestro de capilla de la Basílica de San Marcos. Gesualdo tuvo una primera etapa en Nápoles donde estaba su principado de Venosa y posteriormente se casó y estableció en Ferrara.

Hay que señalar que la música sacra italiana de los siglos XV y XVI se ha perdido en gran parte a excepción de la de los grandes maestros y es que, en Italia, los grandes avances en la música del XVI los vamos a encontrar fundamentalmente en el campo de la música profana.

Encontramos un progresivo abandono de la polifonía en aras de una única línea melódica de expresión cada vez más personal y acusada, lo que culminará en la melodía acompañada y en el nacimiento de la ópera. El estilo antiguo y polifónico se reserva para lo sacro que lentamente se acabará viendo influido por estos avances.

En España, sin embargo, el arte culto es principalmente sacro, surge en el siglo XV del estudio de la técnica franco-flamenca y a lo largo del XVI alcanza su propia personalidad con un gusto hacia los contrastes y claroscuros y hacia una expresividad personal que parece anunciar la inminencia del barroco.

Así, encontramos a un Victoria que bebe de estas fuentes hispanas pero que viaja a Roma, conoce a Palestrina, y muy probablemente está al tanto de los nuevos caminos que está tomando la música.

Hemos seleccionado, de Victoria, música perteneciente a su Triduo de Semana Santa, es esta una de sus obras capitales y la más extensa, ya que abarca todos los momentos de la liturgia de la Pasión de Cristo. La publicó en Roma en 1585 justo antes de volver a España y convertirse en capellán de la Emperatriz María de Austria.

Victoria no compuso nunca obra profana y el dramatismo de la Semana Santa parece inspirar excepcionalmente a nuestro músico, encontramos en estos motetes y responsos características estilísticas que cada vez se alejan más de la estética renacentista como son, entre otros; la búsqueda de contrastes en las texturas, homofonía o el uso expresivo del cromatismo y el silencio, todo ello en aras de la máxima expresión de la palabra.

Por citar algunos ejemplos de excepcionalidad es remarcable el abrupto final de Amicus Meus sobre la palabra “suspendit”, o el movimiento cromático del primer motivo de Caligaverunt.

Su música será siempre exquisita, profundamente espiritual y parece desarrollarse sin sentir la constricción de la rígida arquitectura del contrapunto de la que la melodía acompañada se liberó para sentirse plenamente libre.

Esta magna obra se escuchó en la Capilla Sixtina durante más de trescientos años después de ser escrita, siendo preferida a otras obras de grandes compositores italianos como Palestrina o el propio Monteverdi.

Gesualdo es una personalidad opuesta a Victoria, de naturaleza atormentada, fue famoso en vida por haber asesinado a su mujer y al amante de esta.

Este noble, amante de la música hasta la obsesión, probablemente contrajo su segundo matrimonio sólo para acercarse a la corte de Ferrara, de gran riqueza musical.

Es conocido universalmente por sus madrigales donde encontramos una enorme profusión de recursos retóricos lo que le ha valido ser considerado un músico de otro tiempo.

Realmente, todos los madrigalistas, y el mismo Monteverdi, utilizaban los mismos recursos, lo característico en Gesualdo es la gran acumulación de ellos; gusto por la disonancia con y sin preparación, cromatismos, resoluciones inusuales de acordes o abruptas modulaciones.

En su música sacra le encontramos bastante más contenido, demostrando un gran dominio del lenguaje imitativo, reserva sus recursos más extremos para palabras cruciales.

En motetes como Deus Refugium, el contrapunto se desarrolla de forma convencional, como podría discurrir en Victoria, hasta que la palabra “pietatis” hace que nos muestre su otro estilo donde, en aras de una mayor intensidad expresiva, se permite enlazar acordes cromáticamente.

Las obras de Gesualdo que escucharemos pertenecen a su colección: Sacrae Cantionum Quinque vocibus, publicada en Nápoles en 1603, 18 años después que el Oficio de Semana Santa que escucharemos de Victoria.

Los tres autores que nos ocupan han sido considerados Manieristas ya que suponen el final de una época, lo que en todos los periodos da pie a una personalización o amaneramiento del estilo general.

Si bien en Victoria tenemos el culmen del contrapunto imitativo del renacimiento, con algunos rasgos del nuevo estilo, en Gesualdo tendremos el manierismo más exacerbado y en Monteverdi el paso definitivo a una nueva época.

Monteverdi es el autor que definitivamente pasa al Barroco y tiene grandes obras en los dos estilos, poco hay que decir del compositor que escribe la primera gran obra del repertorio operístico en 1607, cuando aun vivía Victoria.

Aunque será en su música profana en la que encontremos mayores avances, en su música religiosa utilizó gran variedad de estilos que iban desde la polifonía más clásica de su Misa de 1610 a la música vocal operística de gran virtuosismo y las composiciones corales antifonales de sus Vísperas de la beata Virgen, tal vez su obra sacra más famosa hoy en día.

Con las piezas seleccionadas de Monteverdi abarcamos un gran periodo que nos deja definitivamente en el Barroco.

Jesu mea vita y Stabat Virgo pertenecen a la colección Madrigali erotici e spirituali, estas piezas son madrigales profanos a los que con posterioridad el propio autor les añadió letra sacra, este procedimiento se denominó contrafacta y fue un procedimiento generalmente utilizado y al que Monteverdi sometió a sus madrigales más populares.

El primer libro de contrafacta fue publicado en 1607 en Milán. Christe Adoramus te pertenece a la colección Il Primo Libro di Motetti, publicado en Venecia en 1620.

La obra Selva morale e spirituale, publicada en 1640, es un enorme compendio de música sacra del cual escucharemos el Crucifixus de la Misa Solemnis publicada en él, es una lánguida pieza caracterizada por los movimientos cromáticos descendentes.

Estas dos últimas piezas se interpretarán a capella pero se publicaron con el bajo cifrado, es decir con la nueva técnica del bajo continuo para ser tocado por el órgano, es la consolidación del nuevo estilo que aún mira a las grandes construcciones contrapuntísticas del Renacimiento.

Notas redactadas por Ana Fernández-Vega

Más información en corodecamarademadridapm.com

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