Jose Hernández Pastor cierra la programación de 2021 del Centro Internacional de Música Medieval de Valldigna con su puesta en escena más personal: En alas del Espíritu.
José Hernández Pastor es una de las grandes figuras actuales de la música antigua en España. Además de intérprete musicólogo y director, atesora una trayectoria única y personal en este terreno. Su carrera lo ha llevado a escenarios como el Teatro Real, el Gran Teatre del Liceu, el Concertgebouw de Ámsterdam, o el Musikverein de Viena, y ha actuado bajo la dirección de maestros de la talla de Joshua Rifkin, Diego Fasolis, Fabio Bonizzoni, Jordi Savall o Eduardo López Banzo. Como director de Cantoría Hispánica y fundador de El Cortesano, ha llevado a cabo una labor constante por dar a conocer el patrimonio musical español. Su repertorio abarca desde la época medieval hasta el Barroco –algo que queda plasmado en las decenas de grabaciones en las que ha participado-, y en sus interpretaciones destaca la fidelidad al sentido del texto y su importancia en la música antigua.
El sábado 4 de diciembre lleva su espectáculo En alas del Espíritu al monasterio de Valldigna. Se trata de un espectáculo singular que nos devuelve a través del canto gregoriano desnudo y la palabra al recogimiento y el misterio del misticismo medieval.
¿Cómo se te presenta profesionalmente 2022? ¿Tienes nuevos proyectos en perspectiva?
Se presenta muy estimulante; desde una temporada en el Teatro de la Abadía hasta una ópera de Purcell en Malta, pasando por mis queridos recitales para voz sola y silencio.
¿Cómo consigues compaginar una actividad profesional tan intensa y a la vez tan diversa, entre la interpretación en directo, las decenas de grabaciones en las que has participado, la dirección de ensembles de música antigua o la docencia, entre otras?
Si te digo la verdad, para mí todo es lo mismo; sigo siendo aquel niño, aquel Pepote al que se le da bien la música y se desempeña allá donde le llamen o donde pueda echar una mano…me encanta dar clases, y disfruto como un enano cantando y compartiendo con el público.
Muchos grupos e intérpretes de música antigua suelen especializarse en épocas o estilos concretos, pero tú, a lo largo de tu carrera, haces gala de una grandísima versatilidad, que te ha llevado desde el gregoriano medieval hasta la música escénica de Literes en el siglo XVIII. ¿Cómo logras abarcar cómodamente en tu trabajo tan amplio espectro de la historia de la música?
Bueno, supongo que una de las cualidades que se despertó en mí de niño para nadar en la pecera de la música, fue la agilidad mental y la adaptabilidad. Creo que la musicalidad, o la necesidad de expresión, me hacen ser una especie de traductor entre el compositor y el público-al fin y al cabo, nos llaman intérpretes. También he interpretado música contemporánea; siempre me he puesto al servicio de quien me llame para hacerlo lo mejor posible.
Hablemos de En alas del Espíritu, el programa que has presentado en el CIMM. Lo has llegado a definir como música contemplativa, un recorrido introspectivo, ¿esperas que el público se lleve del recital una experiencia más profunda que el mero disfrute de la música (que no es poco)?
Si me pongo a pensar, lo ideal es no perseguir un objetivo. Pero lo que trato de emitir es calma, la idea de que todo va bien. Esta música apacigua y nos hace viajar por nuestro interior, emociones, nuestro momento…lo cierto es que ella es la que transmite; quizás pongo consciencia en poner esos beneficios al alcance de quien venga.
¿Cómo defiendes en escena -con qué planteamiento- este proyecto tan particular para el que solamente cuentas con tu propia voz? ¿Cómo logras cautivar al público?
Me centro en ellos. Hace tiempo que me siento más satisfecho con el resultado si siento que el canto ha beneficiado a alguien. Es muy curioso porque, desde que me he alineado con este enfoque, la respuesta del público también es diferente. El silencio, por cierto, es un gran aliado. Es bellísimo.
A diferencia de lo que ocurre en determinadas culturas de Oriente, ¿consideras que en Occidente hemos relegado las funciones más de reflexión e introspección de la música, quedándonos casi en exclusiva con la parte más lúdica y estética?
Es posible; seguro que hay de todo. A mí me gusta recordar la función de las piezas que interpreto; si son oraciones, intento alinearme con su cometido, porque pienso que la mayoría de creadores compusieron con ese enfoque, con esa voluntad de vehiculizar el profundo sentido y poder de las palabras de cada canto.
¿Por qué te llena tanto el espíritu medieval? ¿Qué te transmite esa época?
Me transmite desnudez o sencillez; misticismo, calma y conexión con lo inefable. Desde luego puede haber muchas más palabras que me vienen, pero éstas son las que hacen que me llene.
¿Qué opinión te merece, como músico, la creación del Centro Internacional de Música Medieval – CIMM en Simat, lejos de la posición central de Madrid, donde quizá hubiera sido más propicio a todos los niveles establecer un centro de estas características con la proyección internacional que tiene, e incluso lejos de Valencia?
Me parece una gran noticia y un acierto innegable, al nivel de otras instituciones parecidas en Francia, Alemania, Suiza…los lugares emblemáticos dan fuerza a estas causas, que son vitales para el crecimiento de una sociedad.
¿Por qué crees que está triunfando la propuesta del CIMM dedicada íntegramente a la formación, estudio y divulgación de la Música Medieval?
La especialización, en estos tiempos de tanta oferta y variedad, es una invitación a centrarse en una materia como en este caso la Música Medieval, tan elocuente y cercana en muchos aspectos.
El hecho de cantar en Valencia, por ser tu cuna, y en un monasterio del siglo XIII, la cuna también de los repertorios que interpretas, ¿qué significa para ti?
Estoy como un niño de contento; como si me hubiera llevado de la mano la directora y programadora, Mara Aranda, a este lugar privilegiado a poder expresarme en un lugar tan mágico y, junto con el público, compartir experiencias en presente. Me siento muy agradecido.