José María Martínez vive los días previos a la Semana de Música Religiosa con el ritmo habitual de ensayos con la Orquesta Julián Orbón y las tareas propias de la gestión de los siete conciertos que comenzarán mañana en la Iglesia de San Nicolás de Bari a las 20.15 horas.

-El certamen alcanza su edición 35. ¿Alguna dificultad en especial?

-Las habituales de todas las ediciones. La Semana de Música Religiosa se organiza durante todo el año. Estás en una edición y ya estás pensando en las siguientes. Aparecen cosas imprevistas y otras se caen. Este año, iba a venir un coro profesional de Barcelona, se cayó y apareció la oportunidad de traer a la Capilla Renacentista de Madrid. Fue un pequeño milagro. Habrá tres conciertos de órgano, uno de ellos con la francesa María Bernadette Dufourcet de madre asturiana.

-Supongo que el nuevo instrumento de Santo Tomás será un aliciente.

-Ha gustado muchísimo a los organistas. Esta semana vendrán el maestro Acitores y el organista alemán Heinrich Walther para conocerlo porque se plantean la grabación de un disco. Aunque contamos con grandes organistas, lo más importante es el estreno de la Quinta Sinfonía de Ramón Garay.

-¿Se alcanzan 35 ediciones por su empeño personal o por qué existe una cultura musical en la ciudad?

-Quiero pensar que está en pie porque la gente quiere. La Semana surge porque me empeño en crear un clima de trabajo profesional para los músicos avilesinos. Se mantiene porque existe un público fiel y el apoyo de los patrocinadores, especialmente Cajastur, que son muy importantes, porque no cobramos entrada. Es algo sobre lo que deberíamos reflexionar, porque en cualquier iglesia o catedral europea se cobra entrada por asistir a los conciertos. O se piden aportaciones voluntarias. Lo vimos en Suiza, en una gira de la Orquesta Julián Orbón. Y la persona que menos aportaba dejaba 20 euros para la organización.

-¿Significa que piensa en cobrar entrada?

-No, pero siempre pensé que en los conciertos que en España se ofrecen en las iglesias y catedrales se debería pagar algo. Así se valoraría mucho más la música y también se apoyaría a los profesionales.

-Con su experiencia de gestor cultural, ¿cómo ve la situación actual en Avilés?

-Se avecinan momentos difíciles y duros, porque no podemos ser ajenos a lo que pasa en Europa. A nosotros nos gustaría continuar este trabajo. Si hay que arrimar el hombro, lo debemos hacer entre todos. Si la Semana de Música Religiosa lleva 35 años y el Conservatorio 32, me gustaría pensar que es porque tienen un respaldo real y que continuarán teniéndolo.

-Vamos a la nueva edición de la Semana de Música Religiosa.

-Regresamos a San Nicolás de Bari, donde hace años que no estábamos. Abrimos y cerramos allí los conciertos. Este año hemos programado siete y la estructura de la Semana siempre se mantiene con unos pilares: música contemporánea, órgano, música antigua, órgano…

-¿Se recuperará el estreno de una obra de encargo?

-Depende del presupuesto. De hecho, tenemos una pendiente de estrenar de Manuel Seco, catedrático de Composición en el Conservatorio de Madrid. Cuando se den las condiciones, la estrenaremos.

-Mañana se abre con la Orquesta Julián Orbón. ¿Qué destaca del programa de este año?

-La Orquesta se renueva todos los años, repiten unos jóvenes y otros entran nuevos. Lo más difícil es mantener la aportación con un programa nuevo cada año. Miro ahora lo que se ha hecho y digo que no es posible. En el concierto de este año destaco a las dos solistas, Alba Tocino, de 13 años, y Luisa Sánchez Castellanos, de 16 años. Y el estreno de la Quinta Sinfonía del avilesino Ramón Garay. El año pasado interpretamos la Décima, también hicimos la Octava. Quiero interpretar todas sus sinfonías. Es el padre del sinfonismo español.

-¿Cómo podemos explicarla?

-Es una obra redonda, muy jovial, clásica, muy haydniana. Sus movimientos lentos son preciosos. El compositor conocía muy bien su oficio. Recientemente, la Orquesta de Córdoba, dirigida por José Luis Temes, ha grabado las diez sinfonías en un disco editado por la Fundación BBVA. Se ha vendido en Alemania como rosquillas. Ha sido todo un éxito.

-¿Cómo responden los estudiantes al reto de interpretar a un autor como Ramón Garay, en proceso de recuperación?

-Bien. No existen referencias como en otros años, cuando hacíamos, por ejemplo, el Réquiem de Mozart. Es una interpretación nuestra. Asumen muy bien el reto. El año pasado, la Décima era una obra muy larga y a alguno se le hacía duro. Pero la Quinta Sinfonía les está gustando mucho.

Escrito por: FERNANDO DEL BUSTO | LA VOZ DE AVILÉS.

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