-¿Y cómo puedes saber las notas que estás tocando? -preguntó uno de los chiquillos al niño ciego.
Todos los alumnos de canto rodeaban con curiosidad al nuevo miembro del coro.
El maestro de capilla le había conseguido un organetto; un pequeño órgano portátil.
Mientras miraba a sus compañeros con aquellos ojos de un celeste angelical, arrancaba dulces melodías improvisadas con aquel instrumento, que embobaba a todos sus compañeros.
-Las siento. No necesito verlas. Es igual que hablar: ¿Tú necesitas ver las palabras cuando las pronuncias? -respondió el niño ciego.
Balanceaba suavemente su cuerpo hacia adelante y hacia atrás, tratando de reconocer el espacio que le rodeaba, aturdido quizá por tantos espectadores que le escuchaban con curiosidad.
-La música es como las palabras -prosiguió hablando- Si pronuncias “miedo” te sientes inquieto, si pronuncias “amor” sientes felicidad, si pronuncias “pan” te imaginas una rica y crujiente hogaza… – todos rieron. -Lo mismo ocurre con la música y sus melodías. Sólo tienes que pensar con el corazón y dejar que exprese un sentimiento: amor, alegría, tristeza…
La música volvía a fluir desde sus frágiles y pequeños dedos, cicatrizados por las heridas de su reciente enfermedad, improvisando melodías que hacían sentir esos mismos sentimientos: amor, alegría y tristeza.
Cuando terminó de tocar, todos los chiquillos habían quedado en silencio.
Las palmadas de uno de los monjes del monasterio, el maestro de música llamándolos para entrar en clase, rompió la mágica escena.
-¡Vamos!, ¡Entrad! y ayudad a Landino. Llevadle el organetto a clase. Sigue aún débil.
Dos chiquillos le llevaron el instrumento y otros dos le ofrecieron el brazo al niño ciego, pues su reciente ceguera le impedía moverse sin miedo a tropezar.
Francesco Landini (o Landino, como aparece identificado en algunas referencias de la época) había quedado ciego en su infancia por culpa de la viruela.
Nacido en el seno de una familia de Humanistas de la Italia del Trecento (su padre fue pintor de la escuela de Giotto) recibió una educación artística y estudiaría música, poesía y astrología.
Landini se convirtió en un gran organista, reconocido en toda Italia y en diversas ciudades europeas.
Y no sólo se le admiraba por su destreza musical, sino que además era un gran intelectual y un “hombre del Renacimiento”: a pesar de su ceguera, construía instrumentos musicales y fue fundamental su asesoramiento en la construcción de órganos para iglesias en Florencia.
Landini fue el músico más importante del trecento italiano, estilo también conocido como ars nova italiano.
Compuso multitud de “Ballades” para dos y tres voces y numerosos madrigales, cuyas partituras han sobrevivido al paso del tiempo. Hay que decir que buena parte de la obra de Landini se ha perdido.
Aún así, sus composiciones representan la cuarta parte de las obras italianas del siglo XIV que han llegado hasta nosotros.
Además, su estilo influyó notablemente en otros compositores de su época, que escribieron música en la denominada “cadencia Landini”.
Pensemos en el talento que debió tener Francesco: si los que nos dedicamos a la música, al componer una partitura ya nos resulta complejo y difícil el hecho de ir escribiendo las distintas voces, ¿cómo lo haría Francesco imaginando las voces y expresándolas de memoria con la ayuda de alguien que las pasara a papel? Lo que está claro, es que la viruela no afectó en absoluto a su enorme talento.
Para Saber Más
Sobre Francesco Landini: Biografía
Organetto: órgano de tubos de pequeñas dimensiones, portátil. Se insufla aire a los tubos mediante un fuelle que se acciona con la mano izquierda. En otros modelos, un ayudante podía trabajar accionando los fuelles, teniendo el intérprete las dos manos disponibles para tocar el teclado.
Sobre la educación musical en edad infantil en la Edad Media. Con el desarrollo de las Universidades durante los ss XII y XIII, el acceso a la formación académica se extiende por toda Europa: entre las clases medias y superiores, se generaliza la escolarización de los niños, entre los 8 y los 14 años. En este contexto, una actividad complementaria era asistir, tras la misa matinal, “a la escuela de música, a fin de bien servir la misa cantada” (Ramón Llull, s.XIII)
Viruela. Terrible enfermedad muy temida hasta tiempos recientes. Provocaba mucha mortalidad infantil durante la Edad Media, al no existir ningún tratamiento. Además de las cicatrices en la piel que marcaban a los enfermos que lograban superar la enfermedad, provocaba ceguera, entre otras lesiones irreversibles.
Trecento: es una forma de denominar al siglo XIV (años mil trescientos) en la historia de Italia. Se utiliza particularmente para designar al periodo del arte medieval de Italia que corresponde a esa época.
Humanista: El “Humanismo” es un movimiento cultural y filosófico característico del Renacimiento.
Texto extraído de EmilioVillalba.com