A finales del verano del año 1553, Cristóbal de Morales, el más renombrado compositor español de su tiempo, aquel cuya música había sido alabada en todo el orbe, fallecía en Málaga, siendo maestro de capilla de su catedral.
Tenía algo más de cincuenta años de edad.
Las actas capitulares de la catedral lo daban a conocer con un breve comunicado anunciando que se sacaba a pública subasta la casa de Cristóbal de Morales, por “su fin y muerte”.
Nosotros hoy vamos a rendir homenaje al más universalmente admirado maestro español del Renacimiento….
Así comienza este fantástico programa de RNE, Música antigua a la carta, presentado y dirigido por Sergio Pagán…
Un deleite para los oidos…
Cristóbal de Morales (Sevilla, 1500 – Málaga o, según otros, Marchena, 1553) es el principal representante de la escuela polifonista andaluza y uno de los tres grandes, junto a Tomás Luis de Victoria y Francisco Guerrero, de la composición polifónica española del Renacimiento.
Su música es vocal y sacra, con sólo un par de excepciones.
Es, sin duda, el mejor compositor español de toda la primera mitad del siglo XVI y su fama, que se extendió inmediatamente por Europa, pervivió durante los siglos siguientes.
Morales se formó como niño cantor del coro de la Catedral de Sevilla, junto al poeta y maestro de capilla Pedro Fernández de Castilleja y al insigne Francisco de Peñalosa, importador de la técnica flamenca.
Su segundo puesto profesional, en 1526, fue el de maestro de capilla de la catedral de Ávila.
En 1529 pasó a la de Plasencia, donde desempeñó el cargo hasta 1532, mereciendo el reconocimiento del Cabildo por el esfuerzo dedicado a las tareas de enseñanza.
No hay duda de que Morales era un cantante notable y cuando en 1535 viajó a Roma, el propio Paulo III se ocupó de hacerlo entrar en el coro papal, en el que permaneció hasta 1545; ésta es al menos su propia versión.
En la capilla papal Morales disfrutó del contacto con algunos de los más notables compositores del momento, miembros también del coro, como Costanzo Festa, Jacques Arcadelt o Nicolas Gombert junto al cual publicó muchas de sus obras en ediciones conjuntas.
En 1545, después de intentar sin éxito conseguir otro puesto en Italia, volvió a España, al quedar vacante el de maestro del coro de la catedral de Toledo.
Allí sustituyó al dimisionario Andrés de Torrentes, un compositor extraordinario aunque escasamente conocido.
La vida profesional de Morales en España se volvió difícil, a pesar del universal reconocimiento que ya entonces merecía su obra.
Hallazgos recientes han confirmado que en los dos años que permaneció en Toledo, Morales continuó componiendo obras magníficas, aunque olvidadas, a la vez que se convertía en maestro de otro de los grandes de la época, Francisco Guerrero, entonces aún adolescente.
Los últimos años los pasó Morales primero en Marchena, al servicio del Duque de Arcos, y finalmente en Málaga, donde protagonizó una relación conflictiva con el cabildo de la catedral, de la que era maestro de capilla.
Missa Mille Regretz, de Cristobal de Morales
Las fuentes impresas antiguas de esta misa de Morales son tres.
La más antigua (1544) es de Roma; la segunda de Lyon (1545), y la tercera es de Wittemberg (1568).
En España existen cinco fuentes antiguas de esta misa, en Barcelona (Biblioteca de Cataluña y del Orfeón Catalán), en Madrid (Biblioteca de Medinaceli), en el Monasterio de El Escorial y en la Catedral de Toledo.
También existe otra fuente manuscrita en la Capilla Sixtina de Roma que coincide con la editada en Wittenberg y que la atribuye a Thomas Crecquillon. Modernamente, existe la edición de Martyn Imrie (1983), en la colección Mapa Mundi.
La misa «Mille Regretz» está compuesta sobre la melodía de la canción homónima, armonizada a 4 voces por Josquin Després. Por eso, esta es una misa «parodia», dentro del lenguaje musicológico.
Luis de Narváez llevó esta canción a las cuerdas de su vihuela, en su obra Los seis libros del Delphin de música (1538).
El granadino llama a la canción «Mille Regretz», «la canción del Emperador», en referencia a Carlos V quien sentía predilección por ella.
Morales pudo haber compuesto esta misa en homenaje al César, nieto de los Reyes Católicos. Algunos compositores del siglo XVI tomaron la melodía de esta canción como rodrigón de sus composiciones.
El vihuelista Fuenllana, por ejemplo, puso también en cifra el Benedictus de esta misa de Morales. Con la misa «parodia» «Mille Regretz», Morales pagó su más elevado tributo de admiración al compositor más querido en España por aquellas calendas.
La misa «Mille Regretz» ha llegado hasta nosotros en dos versiones diferentes. La de la Capilla Sixtina y Wittenberg nos transmiten una versión más arcaica.
El Sanctus (Benedictus) y Agnus Dei I y II de esta grabación, tras el motete O Crux, Ave, proviene de estas fuentes arcaicas.
Las demás partes de la misa se basan en la edición de 1544.
Todavía Morales pertenecía como cantor a la Capilla Pontificia de Roma.
Al editar la misa en 1544, Morales la «modernizó» rehaciendo alguna de sus partes y olvidando algunos procedimientos arcaicos de composición.
La Canción «Mille Regretz» de Josquin Després
En el Renacimiento era costumbre habitual escribir misas para el culto basadas en canciones profanas.
De las 23 misas que Morales escribió, 6 lo son sobre canciones profanas, muy conocidas en la época, 3 sobre canciones españolas (Desilde al caballero, Tristezas me matan y La Capa) y otras 3 sobre canciones no españolas —dos sobre L’homme armé y la restante sobre Mille Regretz.
Como señala Samuel Rubio, respecto a la escasa inspiración profana de Morales, «el polifonista hispalense fue de los primeros en renunciar a la composición de misas sobre canciones profanas, preparando con su ejemplo el camino a la reforma que en este sentido habría de llevar a buen término el Concilio de Trento».
Victoria no escribió ninguna, no ya de sus misas, sino de sus composiciones, con base en la canción profana.
El texto de la canción Mille Regretz es el siguiente:
Mille regretz de vous abandonner
et d’eslonger vostre fache amoureuse.
J’ay si grand dueil et paine
douloureuse qu’on me verra brief
mes jours deffiner.
Su traducción al español es como sigue:
Mil pesares (sufro) por
abandonaros y por alejarme de
vuestra faz amorosa. Tengo tan
gran pesar y profunda pena, que se
me verá pronto acabar mis días.
Esta canción está armonizada en el modo deuterus, sin transportar.
Se trata de una armonización sencilla y transparente, sin complicaciones, donde la melodía cantada por la voz primera es lo más importante.
Predomina el estilo homorrítmico, sobre todo en los últimos compases.
En los compases centrales las voces tienden a emparejarse en dos.
Es el sello de Josquin, a quien sigue Morales coincidiendo con él en la forma de armonizar, por ejemplo en los compases finales del Christe y el Filius Patris del Gloria.
Es probable que la melodía de esta canción fuera conocida anteriormente y hubiera calado profundamente en el pueblo.
Desde luego tiene mucho parentesco con el coral Es tut mich verlangen de la Pasión según San Mateo de Juan Sebastián Bach.
No es extraño, pues algunas melodías populares, por su vitalidad, han arraigado profundamente en la gente.
El coral citado ya se encuentra, como canción profana amatoria en la colección de Hans Leo Hassler Lustgarten neuer teutscher Gesúng (1601).
Posteriormente, esta canción fue adoptada al uso religioso por Johann Grüger.
Bach tomó de la tradición alemana esta canción y la incluyó en varios de sus corales.
Ello demuestra que las melodías son más consistentes que sus textos, pues por una melodía pueden pasar diversos textos, y así, encontramos en nuestro propio folklore musical melodías que aparecen en el libro de Francisco Salinas De Musica libri Septem (Salamanca, 1577), pero ninguna de ellas nos ha llegado con el texto que aparece en el libro del ciego burgalés.
«La música sana los cuerpos y disminuye y aligera el alma de las tentaciones de los espíritus malos remontándola al conocimiento de los consejos divinos»
Cristóbal de Morales