El tiempo libre y el ocio no parecen estar hechos para que Marcelo Lombardero se dedique a esperar las oportunidades.
Después de su brillante gestión como director artístico del Teatro Argentino de La Plata y entre sus idas y venidas como régisseur por diferentes teatros del mundo, Marcelo ha encontrado el momento de componer un espectáculo diferente por donde se lo mire, en lo musical y en lo teatral.
Cualquier descripción mínima o sucinta de los contenidos de Bromas y lamentos estará condenada al error habida cuenta de la multiplicidad de elementos que se conjugan para una concreción absolutamente original.
Con todo, y aun a costa de saber que esta reducción tienta al fracaso, digamos que Bromas y lamentos es un concierto dramatizado de una serie de madrigales, canciones y arias del temprano barroco italiano, por lo demás, magníficamente seleccionados, cantados e interpretados.
Pero esta presentación es muchísimo más que un mero concierto de música antigua.
El madrigal del barroco temprano, con Claudio Monteverdi como figura descollante, y la aparición de la ópera alteraron aquella bella casi calma chicha, siempre coral, que había caracterizado a la música secular del Renacimiento.
Sobre poesía de altísimo refinamiento, Monteverdi y sus contemporáneos plantearon una nueva aproximación musical a textos cada vez menos apolíneos y cada vez más colmados de emociones humanas.
Lombardero propone una representación escénica de una veintena de aquellas obras seculares de los primeros barrocos, rebosantes de aquella nueva poética italiana, con el amor como tema central.
Pero lejos de ser una suma de capítulos individuales o aislados, Bromas? es una totalidad que avanza con una continuidad musical y teatral inapelables, sin pausas ni decaimientos, con una atención puntual a los contenidos de cada pieza.
Con instrumentos de época flautas, violín, laúd, viola da gamba y teclados y una lectura acorde, Lombardero rompe con el mero historicismo y apela a una tecnología de rigurosa actualidad que sorprende por lo inaudito: los cantantes se instalan en un pequeño living armado delante de la orquesta o caminan por entre las mesas del bar de Hasta Trilce, compartiendo sus penas y alegrías codo a codo con el público, con actuaciones muy logradas y, además, recurriendo a notebooks, a celulares y a un televisor que, ocasionalmente, proyecta imágenes sumamente pertinentes.
En cada mesa, una minitablet provee los textos y las traducciones para que, como diría el poeta, nadie se quede atrás.
Si bien el espectáculo fluye contundente y monolítico, de principio a fin, por su belleza y su concreción, nos permitimos destacar tres momentos, en realidad, tres lamentos.
El primero es el Lamento de Apolo , de Pier Francesco Cavalli, a cargo de Pablo Travaglino, que, desconsolado y vaso en mano, le canta al barman sus penas, sentado en la barra.
Por su parte, Mariano Fernández Bustinza, frente a una notebook que transmite su rostro angustiado por el televisor, canta la tristeza de Orfeo ante la muerte de su Eurídice y decide ir con su voz, sus angustias y la música de Monteverdi hasta el reino de las sombras.
Y también la escena que componen los tres cantantes masculinos y una notable Oriana Favaro haciendo El lamento de la ninfa , del octavo libro de madrigales de Monteverdi.
Bromas? transcurre atractivo con soliloquios o escenas de conjuntos entre los que también tienen lugar tres números instrumentales.
En el final, se puede escuchar Folle é ben che si crede , de Tarquinio Merula, devenido en quinteto vocal apto para concluir un espectáculo admirable.
El último verso del estribillo de este madrigal reitera insistente: «Que hable quien quiera, que hable quien sepa».
Dos quintetos, uno instrumental y otro vocal, y un creador de una capacidad superior, el que tuvo la idea de este sorprendente y extrañísimo café concert de música antigua, han demostrado, y con holgura, que quieren, pueden y saben.
Bromas y lamentos / Idea y dirección: Marcelo Lombardero/ Elenco: Oriana Favaro, Cecilia Pastawski, Santiago Bürgi, Pablo Travaglino y Mariano Fernández Bustinza/ Dirección musical: Jorge Lavista/ Teatro musical contemporáneo. Teatro hasta Trilce.
Nuestra opinión: excelente
Fuente: LaNacion.com
Foto: Eduardo Carrera