¿Cuántos productores hubieran apostado por un espectáculo de música barroca, con artistas no populares, en un bar de Almagro?
Seguramente muy pocos…
Pero la magia de Buenos Aires todo lo puede y el boca a boca permite descubrir un tesoro perdido llamado “Bromas y lamentos”.
“Es todo lindo. La música, las voces, los intérpretes, los instrumentistas, qué placer”, le dice una señora con la panza llena de cultura a Verónica Padilla, jefa de prensa de esa pequeña ópera creada por Marcelo Lombardero, con música renacentista y barroca, sencillamente cautivante. Sobre todo porque permite codearse con un género que tiene fama de distante y elitista.
“Bromas…”, que se exhibe en Hasta Trilce (ver aparte), es la conjugación de música, palabra y sentimiento. No hay un hilo conductor, sino que se trata de situaciones amorosas y dramáticas que ponen en relieve esta música, con el ingrediente de que los intérpretes cantan al lado de la gente, que está sentada, saboreando un vinito.
“Es un espectáculo para todo público. Para el entendido y para el neófito”, aporta Jorge Lavista, el director musical y ex conductor de los teatros Colón y Argentino de La Plata. “Se le hace culto al amor en general y se muestran facetas de ese afecto común a toda la raza humana”.
Cuenta Lavista, maestro del clave, que todo es obra de Lombardero, “un conocedor del teatro, del actor, del cantante y del uso de la voz, además de tener claro las necesidades que una obra requiere”.
Luego de ver “Bromas y lamentos”, el público luce energizado, contento y glotón gracias al exquisito banquete que también proponen dos mujeres protagonistas: la soprano Oriana Favaro y la mezzosoprano Cecilia Pastawski, que también conversaron con La Razón. “Lo más impactante para mí es la cercanía con la gente, algo imposible cuando te dedicás a la ópera.
‘Bromas…’ exige al artista un compromiso y una entrega muy íntimos, que el público percibe y agradece”, expresó la mezzo, que agregó: “Con Oriana armamos una dupla fuerte, hay comunicación y entendimiento, porque hicimos muchas cosas juntas, como ‘Cossi Fan Tutte’. Con este tipo de obras, se crece como artista”, esboza la santafesina de 29 años.
Por su parte, la soprano está orgullosa de formar parte “de tamaño espectáculo, con una música absolutamente subyugante transportando emociones hechas palabras con forma de poesías, con la mirada y el contacto del público ahí nomás…
Me sorprende lo bien que está funcionando la pieza y confieso que hay momentos en los que las emociones me invaden sin permiso y quedo medio sacudida.
Y resultando totalmente cursi, cada función que termina yo me siento llena de amor y esperanza”.
A medida que suenan las canciones de Francesco Cavalli y de Claudio Monteverdi, el público -que puede seguir la historia a través de una tablet- exterioriza sus sensaciones de las formas más variadas. Desde risas de satisfacción hasta llantos de emoción. “Si eso no colma las expectativas de una artista, entonces estamos irremediablemente perdidos”, concluye Favaro, también licenciada en Artes Plásticas.
Todos coinciden en que el formato “café-concert” potencia el espectáculo y, por encima de todo, entierra ese mito prejuicioso, que es vox populi, sobre que la ópera es un género exclusivo.
Lombardero no imaginaba que a las cuatro funciones originales de julio, se sucedieran ¡14 más! hasta fin de año. “Es la simpleza de lo bello -se responde-. A ‘Bromas…’ la deseaba, pero se me complicaba por mis obligaciones en la función pública. Me doy por hecho, haber logrado esa complicidad entre artistas y público es algo infrecuente”.
Está todo dicho, insistir resultaría empalagoso, casi un exceso.
Fuente Javier Firpo – Jfirpo@larazon.com.ar | larazon.com.ar
Enhorabuena !!
hola,quiero averiguar por el espectáculo,horarios días,si se cena y los valores,
desde ya muchas gracias