Xavier Díaz-Latorre es uno de esos intérpretes unánimemente considerados por sus colegas como uno de los más grandes de la actualidad.
Su técnica deslumbrante, la elegancia de su toque y su maravillosa sensibilidad garantizan que la escucha de sus discos sea una experiencia fascinante, en la que podemos comprobar cómo da nueva vida a páginas que ya conocíamos y restituye la esencia de esas viejas músicas de una manera mágica.
No exento de ironía, Xavier Díaz-Latorre habla de su carrera musical y de su amor por el laúd barroco, que interpreta este sábado en un concierto titulado «Rosas robadas».
Él mismo «roba» una «rosa» a su amigo Jordi Savall para hacerla suya:
«Si la pintura hubiese sido tratada como la música en nuestro país, Las Meninas estarían en el sótano del Prado»
-¿Cuándo despierta su interés por la música antigua?
-Cuando tenía trece años, comencé a tocar la guitarra, el instrumento de mi abuelo.
Fue una experiencia curiosa.
En mi ciudad, Terrasa, estudié en el conservatorio y, más adelante, me trasladé a Barcelona para continuar con la carrera.
Cuando tenía 22 años, viajé a Suiza para estudiar de la mano de Oscar Ghiglia. Una vez graduado, surgió en mí el interés por la música antigua.
-¿Por qué decide «colgar» la guitarra y dedicarse al laúd?
-Normalmente, los que tocamos la guitarra tenemos un profundo amor por el instrumento, pero la música se nos queda pequeña.
Los compositores que han escrito para guitarra se cuentan con los dedos de una mano.
La falta de repertorio es lo que me hizo interesarme por otras alternativas.
La cuerda pulsada está presente en todas las formaciones, desde el Medievo hasta el Barroco y la cantidad de formatos que hay son muy ricos, desde óperas hasta obras religiosas.
-¿Recuerda el primer contacto con el laúd?
-Cuando era guitarrista, resultaron clave unas clases del profesor Hopkinson Smith a las que asistí.
Me fascinó la profesionalidad de este hombre y la magia del laúd.
-Los laudistas suelen hablar de la «magia» del instrumento?
-Actualmente, te gusta un instrumento y vas a la escuela a estudiarlo, pero esto era impensable en la época.
Primero porque necesitabas mucho dinero para encontrar un laúd y comprarlo.
Solo pude empezar a interpretarlo cuando llegué a Basilea.
El primer laúd que cogí era una tiorba.
Corría el año 1993.
Me quedé absolutamente fascinado.
-¿Dónde nace su relación con Jordi Savall, ilustre conocido del Pórtico?
-Mantengo una relación muy buena con Savall.
En el año 1997 asistió a un concierto que ofrecí en Suiza cuando empezaba a trabajar para René Jacobs.
A la semana siguiente, me llamó para trabajar con él.
La cantidad de músicas, épocas y autores que hemos interpretado ha sido una experiencia muy enriquecedora.
-De la vasta y excelente producción de Savall, ¿qué proyecto le ha atraído más?
-Aquellos en los que mezclamos músicos procedentes de Latinoamérica para interpretar piezas hispánicas.
Tocar con esa gente sobre el Nuevo Mundo te ayuda a aprender una cultura popular desde la raíz.
En cuanto a los proyectos de corte histórico, el que más me ha impactado fue el relativo a Cervantes.
Llegar a la historia a través de la música es verdaderamente interesante.
-¿Qué va a tocar en Zamora?
-«Rosas robadas» es lo que su propio nombre indica: música compuesta para otros instrumentos adaptada al laúd.
Esta práctica fue muy habitual durante el Barroco.
Comenzaré con la quinta suite de chelo escrita y adaptada por el propio Bach.
El resto de «rosas robadas» son obras de Telemann, von Westhoff o Franz Biber.
Fuente: La Opinión de Zamora
Zasca!!!
Cierto.
Verdad.
Así es…
Desafortunadamente, así es……. ¡¡¡Muy injusto!!!.