PEPE GALLARDO | La música de hoy son palabras mayores porque el maestro que la compuso es palabras mayores dentro de la música… o de la Música, con mayúsculas.

Si hay una figura que lo domina todo en ese paso del renacimiento al barroco, aunque instalado en este último, esa es el maestro que te traigo hoy.

Su música nunca deja de sorprendernos y hoy lo va a hacer también con esta bella miniatura.

No podía ser otro que Claudio Monteverdi (1567-1643), compositor italiano nacido en Cremona.

Con solo quince años publicó su primera colección de obras, nada menos que a cargo de un importante editor de Venecia.

La publicación de su primer libro de madrigales, dedicado a su mentor Ingegnieri, fue el espaldarazo que asentó su reputación, no solo local sino nacional; ello hizo que fuese contratado por los Gonzaga de Mantua.

MONTEVERDI

Fue cada vez más apreciado pero su música también fue criticada en algunos tratados de la época: se halló en su música varias técnicas no demasiado ortodoxas y sí demasiado modernas.

En respuesta a ello, en el prólogo de su quinto libro de madrigales, el maestro acuñó esos famosos términos que pasarían a la historia: la prima prattica, la polifonía antigua, y la seconda prattica, el estilo moderno atento a la expresión del texto y su reflejo en la música.

Una de sus grandes obras es la Selva morale et spirituale, una gran colección de obras suyas publicada en 1640 y 1641.

Ahí encontramos su Salve Regina a 2 vocie due Tenore o due soprani (la colección tiene un total de tres).

El estilo madrigalístico es lo más característico de esta obra, para dos voces iguales y continuo.

Comienzan con un canto casi canónico con vestigios del canto llano, las voces can independizándose más, con una elaborada armonía y un bello diálogo entre ambas. Las voces suben y bajan no a capricho de Monteverdi sino guiadas por el contenido del texto.

Es de destacar el momento en el que se le suplica a la Virgen que interceda por nosotros y cómo el maestro logra cerrar la pieza en la más estricta intimidad, hasta que la más absoluta delicadeza aparece en el «María» final.

La partitura de la obra puedes descargarla aquí.

La interpretación es del Ensemble Lunaris.

Escrito por Pepe Gallardo para ReligionDigital

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