Cada año el Estado otorga veintisiete Premios Nacionales a las personalidades más destacadas de la cultura, reconocimientos que no son sólo un aplauso público a su labor, sino también un apoyo económico al galardonado.

Sin embargo, estos premios no siempre son bienvenidos, como ha ocurrido este año con el Premio Nacional de Música, que ha rechazado el compositor catalán Jordi Savall, y el Premio Nacional de Fotografía, que no ha aceptado Colita.

Savall acusaba «al Estado español» del «dramático desinterés y de la grave incompetencia en la defensa y promoción del arte y de sus creadores» y Colita aseguraba no saber «donde residía este Ministerio».

Tras hacer una primera lectura de los motivos de cada uno, aún queda un interrogante: ¿qué sucede con los premios que rechazan los artistas galardonados? ¿Qué se hace con esa distinción y con el dinero asignado? Desde el Ministerio de Cultura aseguran que, aunque el elegido lo rechace, el premio se considera fallado, no queda desierto, y no se vuelve a escoger a otro canditado.

«Los fallan jurados independientes, integrados por expertos del sector, así como representantes del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte», explican fuentes de esta cartera, como «gesto de reconocimiento y apoyo a personalides del ámbito de la cultura».

No aceptarlos se considera una «decisión de carácter personal», y en el Ministerio muestran «respeto por esa libre decisión», que evidentemente conlleva que el artista no recibe el pago económico que va asociado.

Un pago que, en los casos de los premios de Savall y Colita, asciende a 30.000 euros cada uno.

Estas cuantiosas cantidades, sin embargo, nunca vuelven al Ministerio, ya que cuando se rechaza un premio no se puede dar ningún otro uso al dinero asignado.

«Que lo rechacen no implica que ese año se pueda hacer uso de ese dinero para desarrollar proyectos culturales, ni que el año que viene se pueda contar con ese dinero en esa Secretaría de Estado», aclaran fuentes del Ministerio, que explican que estas cantidades no se acumulan ni se quedan en la cartera, sino que «se reinvierten a final de año en las arcas del Tesoro».

Vuelven, pues, a manos del Estado.

Desde Cultura advierten que, a pesar del eco mediático de estos dos casos, suelen ser «muy puntuales».

«De los 21 otorgados, sólo dos lo han rechazado», matizan, y no es la única legislatura en la que sucede esto.

«Ha habido disconformidad en otros Gobiernos», recuerdan, en alusión a casos como Els Joglars, que renunciaron al Premio Nacional de Teatro en 1994, o como Santiago Sierra, que no aceptó el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2010, cuando era ministra Ángeles González Sinde. Sierra afirmó entonces que el arte le facilitaba una libertad a la que no quería renunciar.

Pero tampoco hay que bucear tanto en el tiempo para encontrar casos, porque ya ha habido precedentes desde que Rajoy llegó al Ejecutivo.

En 2012, también Javier Marías rechazó el Premio Nacional de Narrativa: «A veces uno parece estar mejor acompañado entre los no premiados que entre los premiados», dijo entonces, recordando que su padre Julián Marías nunca obtuvo un premio.

Sobre la reciente renuncia de Jordi Savall, desde Cultura advierten que el compositor «no aludía a este Gobierno, hablaba de una larga trayectoria de desafectos del Gobierno hacia él».

A pesar del «ruido mediático», fuentes de la cartera que dirige José Ignacio Wert insisten en que las renuncias son mínimas: «Las voces que manifiestan su orgullo se escuchan menos que las que son contrarias».

Y recuerdan el caso de la catedrática Adela Cortina, ganadora del Premio Nacional de Ensayo, que escribió una carta a Savall invitándole a recapacitar y explicándole porqué es importante aceptar los premios.

Cabe plantearse si es razonable que ese dinero destinado a la cartera de Cultura acabe en manos del Estado, y no se reinvierta en esta cartera, tan aquejada de un alto IVA, recortes y en una situación crítica, pero no es así.

Y hablamos de premios elevados, que oscilan entre 20.000 y 30.000 euros -en este segundo grupo están la mayoría-, superados por los 40.000 euros asignados al Premio Nacional de las Letras Españolas.

La dotación económica asignada a cada galardón se estableció así desde su creación, y no ha variado desde entonces.

En ese sentido, los más elevados son otros dos galardones que concede esta cartera: el Premio Velázquez, que se falla este miércoles, y el Premio Cervantes, con 100.000 euros cada uno.

Escrito por Arancha Moreno | Gaceta.es

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