Tras el último concierto del Festival Pórtico de Zamora 2017, una espectadora se acercó a los organizadores del ciclo y les confesó: «Me da pena que se haya acabado, el Pórtico es mi medicina».
Ávidos de nuevas ideas para confeccionar el sugerente, seductor, envoltorio que caracteriza a uno de los productos culturales más cuidados de Zamora, los responsables tomaron nota.
La idea de la música como alimento del alma acabó inmortalizándose en el cartel de «Ars curae» -así se llama la edición número 16-, un frasco que contiene ese elixir sonoro que es la música.
Una esencia que puede consumirse «gota a gota» o incluso una pócima en la que zambullirse para coser las cicatrices de la sustancia inmaterial del ser humano, aquello a lo que llamamos alma.
Ese «Ars curae» no significa que los conciertos seleccionados para este año -16, 17 y 18 de marzo- se acerquen al concepto medicinal, sino que sonarán dentro de ese envoltorio rescatando, actualizando, las partituras de los compositores más nobles del oficio como Handel, Telemann o Haydn, o del imprescindible maestro Johann Sebastian Bach.
Como en entregas anteriores, cada recital encontrará la hora adecuada dentro del programa, este año ampliado con un concierto en San Ildefonso, segunda sede junto al templo talismán del Pórtico, San Cipriano.
«Estamos muy satisfechos del repertorio de este año porque hemos conseguido un programa muy compensado», asevera Alberto Martín, director del festival y cara visible de las citas musicales en el auditorio románico.
Habitualmente, el Pórtico deja la tarde del sábado para su concierto estrella, aunque bien es cierto que este año el ciclo comienza con una propuesta más que atractiva, en la voz de la soprano Nuria Rial y el atrevimiento de Accademia del Piacere.
El director de Accademia, grupo fundado en Italia cada vez con mayor implantación en lugares diversos de planeta, ya conoce el ciclo zamorano.
Fahmi Alqhai reúne en sus venas el exotismo que le confieren un padre sirio y una madre palestina.
Años atrás, Alqhai acudió a la cita como solista, junto a su inseparable viola da gamba que sonó en Morales del Vino.
Esta vez acude con el repertorio de instrumentos completo de Accademia, para hacer vibrar al público en compañía de Nuria Rial, que también ha hecho vibrar sus cuerdas vocales en el Pórtico en varias ocasiones.
Juntos, intentarán que las notas «maten» a Cupido.
El sábado propone al aficionado a la música antigua un viaje por distintos espacios, compositores y estilos en la jornada más intensa.
El organista Daniel Oyarzábal, intérprete de la Orquesta Nacional de España, desempolvará por la mañana el instrumento que preside la iglesia de San Ildefonso, tomando el legado de otros especialistas como Andrés Cea o el zamorano Juan Manuel Pedrero.
Y después el ciclo «medicinal» se trasladará a San Cipriano para revivir las «fantasías» de Telemann.
Será frotando las cuerdas del violín barroco, a fin de que aparezca el genio alemán de la mano del intérprete italiano Fabio Biondi.
En la cita vespertina se aguarda la sorpresa.
Porque cuando aparezca en escena el contratenor argentino Franco Fagioli junto a los músicos de Il Pomo d´Oro, el espectador buscará entre los músicos a la fémina que ponga voz a Handel, aunque no la encontrará.
Fagioli es, junto a artistas de la talla de Philippe Jaroussky, uno de los responsables de que el contratenor haya regresado a los escenarios, produciendo música con la potencia masculina y los más agudos gorjeos de una mujer.
El propio Handel compuso buena parte de sus partituras pensando en este papel ahora en boga.
Cuando el sol se haya puesto y desde el mirador de San Cipriano se deje ver la luna, en la intimidad del santuario medieval sonará el chelo de Asier Polo junto al acordeón de Iñaki Alberdi.
Ambos son magníficos intérpretes que mezclarán tonalidades poco habituales en un programa titulado «In Croce», un viaje temporal desde Bach a Sofía Gubaidulina.
Y el domingo por la mañana muchos pensarán que en el tarro del elixir del Pórtico tan solo quedan las últimas gotas.
Son las de ese piano dibujado en el interior del bote, en cuyo atril aguardarán las notas de Haydn y Bach para que sean interpretadas por el reconocido intérprete alemán Christian Zacharias.
¡Qué pena, ya se habrá terminado la medicina!
Para entonces quizá se haya vuelto a cumplir el objetivo marcado por los organizadores del Festival Internacional.
El primero, «seguir ofreciendo una actividad cultural relevante para la ciudad», una de las consignas que motivaron el nacimiento del ciclo musical.
El segundo, alimentar el «atractivo» que supone la cita para los forasteros con exquisitos gustos musicales, que volverán a poblar buena parte de los asientos de San Cipriano.
Y el tercero y último, «que los amantes de la música disfruten».
Y podría decirse… y que encuentren la cura para las heridas del alma, esas que solo sanan con un elixir inmaterial.