A diferencia de muchas otras celebraciones religiosas, la procesión del Corpus Christi por las calles de Barcelona es una tradición de la que se tiene abundante información desde el siglo XV y ello permite conocer cómo se desarrollaba e incluso cuáles eran las formas musicales asociadas al acto.

Las fuentes de la época describen una puesta en escena por las calles de la ciudad suntuosa y espectacular que ofrecía una música maravillosa a todo aquel que asistía a tan solemne evento.

La festividad del Corpus fue fijada en el calendario todos los años el primer jueves después de la Trinidad por el papa Urbano IV en 1264 para venerar la importancia del Cuerpo de Cristo en la Eucaristía.

En España, la primera referencia acerca de la procesión del Corpus Christi se remonta a Toledo en 1280 y en Barcelona se instauró la tradición en 1320, como anuncia el Llibre del Consell el año anterior.

De acuerdo con esta fuente, tendría que ser una jornada de la importancia de la Navidad o la Semana Santa, en la que estaba prohibido trabajar.

Con el paso del tiempo la procesión se va enriqueciendo y haciendo más compleja y su recorrido cambia repetidas veces.

En 1321 la legislación obliga a quitar a los judíos de la ruta y en 1396 se prohíbe erigir cadalsos a su paso.

A partir de 1391 existen referencias acerca de retablos vivientes y personas disfrazadas representando entremeses sobre escenas bíblicas.

Ha llegado hasta nosotros un registro vivo de 1424 sobre los pormenores de la celebración, el  Llibre de Solemnitats del municipio, que fue analizado por Kenneth Kreitner en el artículo Music in the Corpus Christi procession of Barcelona (Early Music 14, 1995).

El documento en cuestión describe los distintos grupos que componen la procesión, a saber, las trompetas, los estandartes de las distintas iglesias de la ciudad, las antorchas de los distintos gremios y cofradías, las cruces, el clero, las representaciones en entremeses de distintos episodios del Antiguo Testamento y de las vidas y milagros de distintos santos y, finalmente, un grupo de personas representando a los apóstoles.

Kreitner identifica dos detalles musicales de la celebración.

El  Llibre de Solemnitats de 1442 habla de un grupo de cuatro instrumentistas y de seis cantantes disfrazados de ángeles en el entremés relativo a la vida de san Francisco.

Por otro lado, en el de 1454 hay una referencia a un grupo de veinticuatro curas cantores que preceden a la Sagrada Forma disfrazados de los ancianos del Apocalipsis.

Volviendo al documento de 1424, Kenneth Kreitner logra sistematizar la presencia de elementos musicales en aquellas procesiones del Corpus, que resume de la siguiente forma:

  1. Una banda de trompetas abriendo la comitiva.
  2. 12 ángeles cantando Senyor, ver Deu en el entremés de la Creación del Mundo.
  3. 12 ángeles cantando Victoriés siguiendo a las doce tribus de Israel.
  4. Ángeles cantando A Deu magnifich en el entremés de la Anunciación.
  5. 12 ángeles cantando Loem la ostia sagrada siguiendo a los Alamanys.
  6. Ángeles que cantan, y que posiblemente tocan, siguiendo el entremés de santa Margarita.
  7. 12 ángeles con las plagas siguiendo al entremés de José de Arimatea.
  8. 4 ángeles tocando instrumentos y seis cantando en el entremés de san Francisco.
  9. 12 ángeles cantando Ay vos bona gent honrada siguiendo el entremés de san Ambrosio y san Agustín.
  10. 10 ángeles tocando instrumentos en grupo delante de la Sagrada Forma.
  11. 24 curas disfrazados de los ancianos del Apocalipsis portando cirios blancos y cantando Sanctus, sanctus, sanctus.
  12. Otro grupo vocal delante de la Sagrada Forma.

Esta descripción nos da una idea de la riqueza del espectáculo de la procesión y de la presencia de la música en él.

Las trompetas que abren la procesión eran contratadas por las autoridades municipales.

Se trataba de ministriles, que de acuerdo con lo que relata Kreitner, ya estarían organizados como gremio a principios del siglo XV y cobraban por su participación en el acto.

Sobre los coros mencionados en la relación, concluye el autor del artículo que bien podrían estar formados por los cantores de la capilla de la catedral, si bien reconoce no poder aportar pruebas al respecto.

En relación con los instrumentos presentes distintos de las trompetas, la información es escasa.

El documento de 1424 habla de “diversos sonadors sonants diversos instruments de música”.

Cotejando otros documentos de la época, Kreitner deduce que podría tratarse de instrumentos de cuerda (sonadors de corda) y que desfilaban en grupos de diez.

A través de un interesante ejercicio de contraste con la iconografía instrumental que aparece en la pintura de la época, el autor se atreve  a aventurar que estas procesiones del Corpus barcelonesas podrían incorporar laudes o vihuelas, guitarras, salterios, chirimías (la antigua dulzaina), flautas, órganos portátiles y rabeles.

Todo un despliegue, en suma, que nos hace soñar con un maravilloso espectáculo por las calles de la Barcelona que poco a poco abandonaba la Edad Media.

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