MARÍA JOSÉ CANO | El guitarrista Enrike Solinis (Bilbao, 1974) se presentó en 2014 en el ciclo de música antigua de la Quincena con la agrupación que cumple ya doce años, Euskal Barrokensemble.

En aquella ocasión lo hizo con una formación de cuarteto de guitarra, violín, violonchelo y percusión y un programa titulado ‘Colores del Sur‘.

Hoy da el salto al cubo grande del Kursaal junto al Orfeoi Txiki y un programa sobre Juan Sebastián Elcano.

– ¿Cómo ha diseñado el concierto del Kursaal? Se basa en Elcano como hilo conductor para explorar el repertorio de la época.

El concierto está basado en las vivencias de Elcano y su viaje alrededor del mundo.

Con esa excusa, hemos elaborado un programa que comienza con prolegómenos sobre la Vasconia milenaria y su unión al mar.

Aquí utilizamos música y textos de siglos anteriores al nacimiento de Elcano.

Luego pasamos al momento en el que en Euskal Herria hay una convivencia de tres culturas, con textos y música de la época.

Posteriormente abordamos el principio del viaje de Elcano y terminamos la primera parte al llegar al estrecho de Magallanes.

La segunda mitad recrea el viaje al Pacífico y cómo llega a dar la vuelta completa al mundo.

El concierto termina con su fallecimiento en su segunda expedición a las islas Molucas.

La idea es hacer un recorrido a lo largo de su vida, pero con un preludio y un posludio musical, mostrando la evolución de la cultura vasca a través de los marineros de la época.

Por eso, vamos a hacer un doble disco con esta temática e incluiremos más material, que no podíamos abordar en un concierto.

«El formato y la metodología de este concierto son ‘muy a lo Jordi Savall’, mi maestro»

– ¿Por qué un programa en torno a Juan Sebastián Elcano?

– Porque es su 500 aniversario y resulta fascinante.

Reclamamos su figura cono una excusa para poder indagar sobre nuestra cultura. Es muy motivador.

– Este concepto de concierto me recuerda a muchos proyectos de Jordi Savall.

El último era sobre las rutas de la esclavitud.

– Es lógico, soy discípulo directo de él. He tocado mucho con él y cuando di el paso a la música antigua fue mi maestro, aunque sigo manteniendo también otros estilos.

Él es el pionero, la mejor escuela para aprender.

Además, Savall es quien nos edita los discos, y somos los únicos a los que edita su sello Alia Vox.

Por eso nuestra propuesta no es nada innovadora, claro, pero el contenido es totalmente nuevo porque la cultura de Euskal Herria no se aborda nunca; hay algunos grupos que hacen cosas en esta línea, pero somos pocos.

-¿Qué formación instrumental presenta para este concierto?

– La esencia de Euskal Barrokensemble es siempre la de un músico que recrea y reconstruye.

El barroco es como un árbol en el que el tronco es el continuo, que pueden ser dos instrumentos o mil, y las hojas son los demás instrumentos.

Nuestro tronco lo forman un violone, un órgano positivo, laúdes y percusión.

Y tenemos también instrumentos que aunque funcionan como hojas no solo desarrollan ese color, sino que tienen conocimientos de ese árbol: violines, cítolas, instrumentos de la música tradicional vasca, cantantes tradicionales, de otras latitudes…

También hay danza y contamos con la colaboración del Orfeoi Txiki y Gazte, algo muy interesante teniendo en cuenta que las voces de los niños y los jóvenes no están muy extendidas en la interpretación de la música antigua.

«Queremos desarrollar el espíritu barroco de transversalidad, no queremos etiquetas»

– ¿Es un concierto en el que confluyen varios estilos?

– Nosotros queremos desarrollar el espíritu barroco de transversalidad, aunque hagamos cualquier tipo de música.

Yo no quiero etiquetas.

Creo que se suelen poner porque resulta más fácil vender, y es bueno para eso, pero no para la música, que está totalmente encorsetada.

En mi opinión debería llevarse más a cabo esta transversalidad y que una persona que haya terminado sus estudios, pueda interpretar música de otras afinaciones, de otros sistemas… los músicos debemos tener un poso cultural que nos conecte con todos los niveles.

Para mí pasar el 90% de tu vida interpretando música de otros compositores pertenece al pasado y habría que organizar los estudios así, dando una visión más plural, grande y sugestionadora.

– ¿Cómo surgió la iniciativa de hacer un concierto con el Orfeoi Txiki?

– He cantado desde pequeño, mi padre era director de coro y echo de menos el canto coral en la música en general y en la antigua en particular.

La educación musical a partir del canto es lo mejor que existe y creo que está un poco de capa caída.

– En estos doce años Euskal Barrokensemble se ha consolidado a nivel europeo, actuando en festivales y teatros de gran prestigio. ¿Cuál diría que es la clave de su éxito?

– En el País Vasco es muy difícil estudiar música desde este punto de vista, que yo no llamaría antigua.

En los centros te siguen inculcando la tradición decimonónica y lo considero nefasto.

Por eso, cuando terminas de estudiar así te encuentras totalmente vendido; tienes pocas salidas y no te han preparado para poder moverte en el mundo musical, con todo lo que ello conlleva, no solo desde el punto de vista artístico, sino también en cosas tan básicas como saber hacer una factura.

Nosotros hemos aprendido a base de golpes a hacernos dueños de nuestro propio destino como grupo.

Nos gusta proponer cosas originales, o eso tratamos de hacer, y por eso hemos reflexionado también sobre repertorios que se salen de lo considerado música antigua como Falla o Rodrigo.

– ¿Y cree que su reconocimiento ha sido el premio a ese esfuerzo? Otros también pueden decir que se esfuerzan y no lo consiguen.

– Hay otra razón y muy sorprendente.

Hemos percibido que la música que pertenece al País Vasco ha suscitado mucho interés a nivel mundial.

Vamos a hacer un concierto en Potsdam en Alemania y nos han escogido para hablar de la música vasca.

El público está muy interesado en nuestra música.

La música antigua, que era en principio un espacio de libertad con un concepto un poco hippie, se ha convertido en un clon de la música de años posteriores.

Entrevista realizada por MARÍA JOSÉ CANO | Diario Vasco

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