Tras una gira por Japón, el maestro de shakuhachi Rodrigo Rodríguez ofrecerá un recital en Madrid el próximo 21 de noviembre junto con Jakomina Kistemaker, que le acompaña tocando gongs Tam Tam y Feng, monocordes cuencos tibetanos y también con su propia voz.
El evento tendrá lugar en Espacio Ronda (Ronda de Segovia, 50) y dará comienzo a las 20:30.
Rodrigo Rodríguez, es un músico de origen argentino residente en España que estudió shakuhachi con el maestro Kakizakai Kaoru en el International Shakuhachi Kenshu-kan School.
En el Japón tradicional los monjes Komusō practicaban Suizen, la meditación soplando una flauta larga de bambú o shakuhachi, frente a la meditación clásica de manera sentada o Zazen.
Alcanzaban a través de la interpretación instrumental estados elevados del alma.
Los Komusō pertenecían a la secta del budismo zen de los Fuke, que llegó a Japón desde China en el siglo XIII.
Era un orden mendicante que vagaba errante por el país pidiendo limosna y tocando la flauta shakuhachi.
Su nombre se puede traducir por el poético nombre de “monjes del vacío o de la nada” y su vestimenta incluía una cesta de mimbre en la cabeza que les cubría el rostro por completo, como forma de desapego terrenal.
La música de shakuhachi es evocadora e hipnótica; es como una llamada al interior del ser, como un diálogo íntimo con uno mismo, como una llamada a la calma y a la introspección procedente de la naturaleza.
El recital lleva el nombre de Entre Mundos y en este enlace podéis obtener toda la información al respecto.
«Rodrigo Rodríguez, es un músico de origen argentino residente en España que estudió shakuhachi con el maestro Kakizakai Kaoru en el International Shakuhachi Kenshu-kan School.
En el Japón tradicional los monjes Komusō practicaban Suizen, la meditación soplando una flauta larga de bambú o shakuhachi, frente a la meditación clásica de manera sentada o Zazen.
Alcanzaban a través de la interpretación instrumental estados elevados del alma.
Los Komusō pertenecían a la secta del budismo zen de los Fuke, que llegó a Japón desde China en el siglo XIII.
Era un orden mendicante que vagaba errante por el país pidiendo limosna y tocando la flauta shakuhachi.
Su nombre se puede traducir por el poético nombre de “monjes del vacío o de la nada” y su vestimenta incluía una cesta de mimbre en la cabeza que les cubría el rostro por completo, como forma de desapego terrenal.»