«La Bella Malmaridada» es la canción más glosada de todo el siglo XVI, apareciendo en muchísimas fuentes de la poesía áurea, donde encontramos versiones a lo humano, a lo divino, a lo erótico y llevada incluso al teatro.

[Los orígenes de la canción de malcasada]:

Escribe Pilar Lorenzo Gradin : «Entre finales del siglo XI e inicios del siglo XII, se documentan los ‘vers’ del duque de Aquitania Guilhem de Peitieu (1071-1126), que, según la tradición manuscrita conservada para la lírica occitana, es el primero en poner en marcha el modelo de la «fin’ amor», el cual rompe el monopolio cultural ejercido hasta aquel momento -sobre todo- por la Iglesia en latín.

Con este juego literario, que se desarrolla en medio de una gran polémica intelectual durante buena parte del siglo XII, la poesía en romance se consolida y alcanza una madurez y esplendor hasta entonces desconocidos.

La recepción de la temática trovadoresca fuera de las fronteras lingüísticas occitanas y el progresivo afianzamiento de las ‘letras romances’ en el Occidente europeo, originan que se abran las puertas a otro tipo de formas y géneros, entre los que se encuentra la «Canción de malcasada» […].

Esta modalidad abarca diversas variantes temáticas, entre ellas la que P. Bec denominó ‘malmariée pure’, es decir, aquella que incluye como motivo fundamental del canto el lamento o rechazo de la mujer por haber sido entregada al marido.

Para la construcción narrativa de los textos, los autores optaron en la mayoría de las ocasiones bien por el monólogo, bien por la ‘narratio mixta’, mediante la cual el narrador recurre a fórmulas introductorias que le permiten alternar su discurso con el de los personajes (la mujer, el amante, el marido o el propio narrador).

En la mayoría de las tradiciones líricas, a excepción de la castellana, dicho motivo se acompaña de la evocación o del diálogo con el amigo elegido libremente, lo que desencadenará el conflicto entre los actuantes principales del género: mujer, amigo y marido.» Archivo PDF

[La Bella Malmaridada en el S. XVI]

«Es de sobra conocido que la canción más traída y llevada por glosadores buenos y malos en el siglo XVI fue “La bella malmaridada”.

Es una de las viejas canciones que forma el entramado de la nueva poesía del Siglo de Oro.

Entró –como otras letras del XV– en los folios que el recopilador del MP 617 apartara para las glosas hechas a las poesías heredadas de los viejos tiempos y que, en definitiva, son parte del cuerpo de los nuevos poemas del XVI.

Esa canción, que por sus vestigios parece remontarse al siglo XIII y que cientos de años después, en 1596, Lope transformara en comedia, circulaba por el siglo XV en Castilla y se copió en el llamado Cancionero de la British Library, ca. 1500:

La bella malmaridada
de las más lindas que vi,
acuérdate quan amada,
señora, fuiste de mí.

Llorar quiero a ty y a mí
pues nuestra dicha fue tal,
a mí porque te miré
y a ty por te ver ansí,
y aquel tiempo en que me vi.

Versión coetánea, con tres estrofas, mucho más elaborada, es la que forma parte del «Cancionero Musical de Palacio» (1498-1520) donde aparece, en esas tempranas fechas del XVI, acompañada de una glosa tallada en la más pura ortodoxia trovadoresca: alabanza a la dama bella y casada, servicio amoroso, y deseo de correspondencia:

Tú lloras por malcasada,
yo porque te conocí,
si has de tener amado
señora, tomes a mí.

Desde comienzos del XVI y de forma ininterrumpida durante todo el siglo, la historia de “la bella” se extendió a través de pliegos sueltos, desde el «Regestrum» de Colón (que ofrece el testimonio del pliego comprado en Tarragona con un romance atribuido a Juan de Zamora) hasta otro pliego del 1593 con los romances nuevamente compuestos por Andrés López.

Los pliegos difundieron la extensa glosa de Quesada: “Cuando amor en mí ponía”, basada en el romance de 24 versos.

Es evidente, a juzgar por las fuentes que nos han quedado, que impresores y ciegos, metidos en el comercio de pliegos, ayudaron en gran manera a la difusión de la cancioncita.

Entre los años de 1527 y 1547 circuló en manos de nuevos músicos, entre otros, Juan de Molina (1527), Velázquez de Ávila (1530-40), Luis de Narváez (1538) y Enríquez de Valderrábano (1547), quienes le dieron un acompañamiento culto para cantarla en círculos cortesanos, o –como resume Higinio Anglés– para interpretarla “en el ambiente musical racialmente hispánico que imperaba en la corte castellana de Carlos V y de su mujer Doña Isabel, secundados en este punto por las casas nobles del reino”.

Existen versiones:

– [a lo divino]

Hacia mediados de siglo, concretamente en 1560 y en 1566, salió de la imprenta un pliego con la «Glosa peregrina» de Luis de Aranda, el cual, en el tercer cántico, «Lucifer y sus privados», que subtituló «De la encarnación de nuestro Señor Jesu Cristo», incorporó los cuatro primeros versos del romance.

[…]
En esto estava ocupada
quando el ángel llegó allí,
en qual dixo en su embaxada:
“Ave María sagrada,
de las más lindas que vi.
[…]
El señor de los señores
desde el cielo os dice assí:
O Virgen, flor de las flores,
si avéis de tomar amores,
vida, no dexéys a mí.”

La vieja letra adquirió así una dimensión más y empezó su andadura por los caminos de la secular, “quizá milenaria”, tradición de los contrafacta, poesía a lo divino, tan apreciada en un ambiente de fervor religioso postridentino: “el intercambio entre lo popular y divino, lo secular y lo litúrgico, sería la constante” de este siglo.

La afición al traslado a lo divino fue tan extendida que Wardropper se refiere a los poetas como los “divinizadores del XVI”.

– [a lo erótico]

Era de esperar. Si “la bella” se glosó a lo divino y a lo humano, también tenía que ofrecernos la poesía del Siglo de Oro alguna versión de la famosa letra que no fuera apropiada para su canto en las capillas reales o en los conventos.

Podrá resultar paradógico, sin embargo, que en los archivos de la catedral de Jaén se hayan encontrado hace pocos años unos folios en los que se copió una glosa erótica a “la bella”, cuya segunda estrofa reza:

Putas viejas de Porcuna
de esas munchas conocí,
pero sin duda ninguna
de entre todas soys vos una
de las más lindas que vi.

– [Teatro]

La copla, como tantas otras letras de moda, pasó de la calle al escenario. La llevó a las tablas Gil Vicente: “el teatro vicentino es pródigo en el uso de cancioncillas de tipo tradicional y, especialmente, de villancicos y romances; con ello, sienta las bases de una práctica escénica que se desarrollará en el teatro posterior y, en especial, en la Comedia Nueva de Lope de Vega”.

A mediados del siglo, “la bella” circulaba en Farsas y Autos, pero fue Lope quien supo recoger el motivo para hacerlo tema de una de sus obras.

A finales del año 1596 concluyó su comedia «La bella malmaridada», inspirándose en el romance que Lorenzo de Sepúlveda incluyera en su libro de romances, y que Lope podría haber leído en la edición de 1551 o en las posteriores de 1576 o 1580.

Son los años, hacia 1575, en que –según Wardropper– “la lírica popular se refugia en el teatro”.

Supo el dramaturgo sacar buen partido a la cancioncilla, y de ella se sirve en varias obras suyas, fechadas ya en el XVII.

A principios de ese siglo, Tirso de Molina sigue recordando la canción en algunas de sus obras.

También echa mano de la copla Calderón de la Barca.

– [Las mil caras de ‘la bella’]

Si “la bella” circulaba en los extremos divino y erótico, también divirtió en otros muchos aspectos humanos, desde su tratamiento canónico dentro de la concepción amorosa trovadoresca al desenfadado humor de algunas de sus glosas.

La vieja copla se halla arropada en estudiados alardes de ingenio en los que, por lo común, se integran elementos heredados del mundo pagano (“Natura”, “Fortuna”, “Destino”), lenguaje y actitudes que se desprenden del doctrinal cortesano al uso –incluyendo, claro, los lances eróticos– y una buena dosis de humor, salpicada de juegos polisémicos». – (LUIS MARIO).

Se puede leer completo este trabajo sobre las fuentes de «La bella malmaridada» aquí.

Seguir leyendo LA BELLA MALMARIDADA (2ª PARTE): Glosas sobre la canción de malcasada en el S. XV

ESCRITO POR CAMILO LÓPEZ GARCÍA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *