Francisco Quirce | Buenos y exquisitos momentos se vivieron en la inauguración del joven aun maduro ciclo «Barroca Aeterna» creado por El Arte Mvsico y Aeterna Musica para este año 2014; un ciclo de música barroca que promete ofrecer gratas sorpresas no solo desde el punto de vista artístico, sino también musicológico y patrimonial.

El concierto se ofreció en la bella iglesia de las Mercedarias «Góngoras» de Madrid, monumento elegido en una de las «14 propuestas para conocer el Patrimonio Histórico en 2014», iniciativa de la Comunidad de Madrid que pretende dar a conocer los espacios y monumentos más representativos en los que la Dirección General de Patrimonio Histórico ha llevado a cabo actuaciones de recuperación y restauración.

Barroca Aeterna abrió así su fresca programación con «Al aire de las arias alemanas», un recital a cargo de Eugenia Enguita (soprano), Teresa Casanova (violín), Ángel Sampedro (violín) y Diego Fernández (clave).

No es el momento de alabar la buena disposición, la inteligencia y el saber hacer de este fantástico elenco de artistas, de sobra conocido por todos a través de su interesante carrera, sino más bien de centrarnos en la certera ejecución y planteamiento de este concierto.

Quizá sea preciso centrarnos en el programa elegido, bien armado y sorprendente en parte por su originalidad e infrecuencia.

Cada bloque de arias, de clara influencia italiana, fue introducido por una obra instrumental del propio autor.

Dos sonatas para dos violines y continuo de Haendel, que presentaban sus Arias alemanas, y la Sonata II a dos violines y continuo de Erlebach, previa a Fortuna, du scherzest mit mir y Meine Seufzer, meine Klagen del mismo autor y del que se conmemora el centenario de su muerte en 2014.

El Arte Mvsico es meticuloso en su trabajo de análisis de una partitura barroca, y ello se aprecia en su discurso ejecutorio, claro y contundente.

Inteligencia y elegancia barrocas: Arte Mvsico y «El aire de las arias alemanas»

En cuanto a las arias, la intervención de Enguita sorprendió por su ineludible talento.

En la Arias alemanas de Haendel la soprano consiguió momentos de belleza extrema, producto de una perfecta emisión y de una coloratura contenida y estudiada; no cabe duda de que la soprano conoce el complejo ámbito del barroco, sus textos y partituras… Pero ante todo «sabe cantar», es decir, posee un fraseo y una concepción vocal que le permiten recrearse en el lamento, en la elegía y en el mensaje de los textos íntimos y calmos que eligió Haendel para estas arias.

Con Erlebach, cuya tradición, más que Haendel, enraíza en la memoria alemana, Eugenia consiguió llorar con la palabra, con la voz, su oratoria y concepción barroca del aria Fortuna, du scherzest mit mir.

La soprano es sin duda un paradigma interpretativo en el modelo de canto, sin cambio de color en la voz, sin engaño.

El italiano Ariosti, afincado en Londres, cerró el ciclo de las arias, y he aquí que pudimos oír a Enguita en dos preciosos recitativo acompañados por Diego Fernández al clave, bien ejecutados, con sus arias a dos violines, de La dove d’atre tenebre vestito (L’Olmo), posiblemente antesala de gustos estéticos de corte protoclásico.

En definitiva, una velada irrepetible y de muy alto nivel, fruto del trabajo y de la calidad artística que estos intérpretes nos tienen acostumbrados a ofrecernos en sus recitales de cámara.

Bienvenido sea este nuevo ciclo «Barroca Aeterna».

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