Las Cantigas de Santa María constituyen uno de los mayores legados de la música medieval española.
Este gran proyecto del rey Alfonso X basado en más de 400 cantos a la Virgen María y a sus milagros han conservado para nosotros, aparte del sincero y crédulo sentir religioso medieval, la música que se interpretaba en las cortes europeas del siglo XIII, que en gran medida refleja las formas melódicas que escuchaba toda la sociedad.
En este sentido, es reconocida la influencia de la música popular que manifiestan las Cantigas.
Las Cantigas nos han legado la letra de aquellos poemas que alababan a la Virgen, pero también las formas musicales que los acompañaban.
E incluso, un elemento más: los instrumentos con los que se interpretaba esa música en el siglo XIII.
En efecto, el códice de las Cantigas de Santa María conservado en El Escorial incluye miniaturas que reflejan a los músicos que las interpretaban, con sus instrumentos, ofreciendo una información de excepcional relevancia sobre cómo se interpretaba la música en dicha época.
Subraya el experto Higinio Anglés (Las cantigas del rey Alfonso el Sabio, fiel reflejo de la música cortesana y popular de la españa del siglo XIII) la importancia de estas miniaturas de instrumentistas para el conocimiento de las formas musicales medievales.
Gracias a las Cantigas, podemos conocer con precisión qué instrumentos estaban de moda en la corte alfonsí y también en las otras cortes europeas.
De los distintos códices que han llegado hasta nosotros, el más completo es el de El Escorial, que incluye 417 cantigas, algunas repetidas.
Aparte de una miniatura que representa al rey y a sus colaboradores, cada diez cantigas figura una ilustración cuadrada que representa a músicos o parejas de los mismos, que ascienden al número de cuarenta.
Anglés al estudiar las miniaturas llega a la conclusión de que los ilustradores no se guiaban por la música concreta de la cantiga a la hora de añadirle una ilustración.
Gonzalo Menéndez Pidal (Los manuscritos de las Cantigas) describe cómo, a su juicio, las ilustraciones no eran obra de un solo artista sino de una escuela de miniaturistas, con maestros y aprendices que intervenían en las distintas fases de la elaboración del dibujo.
Los músicos de aquellos tiempos acompañaban el canto de las canciones en honor a la Virgen con instrumentos de viento, de cuerda y de percusión.
De acuerdo con Anglés, los instrumentos introducían el canto, interpretando un fragmento de la misma melodía, y también tocaban interludios y postludios entre el canto del solista y la entrada de coro a la hora de cantar el estribillo de la cantiga.
Las ilustraciones que acompañan a las cantigas muestran instrumentos de viento como el órgano, las trompas, cornetas, añafiles, ajabebas, flautas, gaitas, chirimías (la antepasada de la dulzaina), la flauta dulce o la bombarda.
En el ámbito de los cordófonos, presentan el salterio, el monocordio, las vihuelas y laúdes, la viola y las viola de braccio, la lira, el arpa, el rabé morisco y el rabé “gritador en su alta nota”, el caño y el mediocaño, así como la guitarra morisca y la guitarra latina.
Y en la esfera de la percusión nos hablan de campanas, atambores, tímpanos y, címbalos, entre otros.
Adolfo Salazar (La música en España, 1953) explica que las ilustraciones de instrumentos de las cantigas responden al deseo de los artistas románicos de mostrar el repertorio de instrumentos conocidos por ellos.
Los instrumentos musicales en la Edad Media cumplían la doble función de servir de testimonio de alta cultura y también como muestra de opulencia.
Comenta que en ese tiempo era común contraer o resumir los nombres de distintos instrumentos en uno, de forma que, cuando, por ejemplo, hablan de violas, están refiriéndose a toda una familia de instrumentos, de formas más o menos semejantes, que se tocaban con los dedos, con plectro o con arco.
Gracias a la valiosa labor de expertos en música medieval como Mara Aranda y Jota Martínez, podemos, no solo ver esos instrumentos que reproducen las miniaturas alfonsíes, sino también escuchar cómo sonaban en la corte del rey Sabio.
En este sentido, la obra Instrumentos musicales de la tradición medieval española es una referencia obligada en este campo.
Se trata de un completo catálogo de instrumentos pertenecientes a la colección de los autores, ricamente documentado con abundantes fotografías y acompañado por dos discos que encierran la música que se interpretaba con ellos.