A principios del siglo pasado, los hermanos húngaros Zsófia y Lajos Stark ordenaban en su residencia familiar de la ciudad de Sopron una serie de documentos familiares, heredados de sus ascendientes y antepasados. Entre los legajos encontraron un manuscrito que, por alguna razón, Zsófia intuyó que tenía una importancia especial, de forma que se lo confió al profesor Sándor Payr. Este comprendió de inmediato su relevancia y sugirió que fuese donado al museo de la ciudad, algo a lo que lo hermanos Stark accedieron.
El denominado manuscrito Stark es un tratado de teclado barroco, fechado en 1689, es el método para instrumentos más antiguo de Hungría. La investigación sobre sus páginas ha establecido como autor del mismo al compositor Johann Wohlmuth, y como destinatario, al joven Johann Jacob Stark, según figura en la portada de la obra: Tabulatur Johann Jacob Starcken zugehorig –1689- (Tablatura perteneciente a Johann Jacob Stark –1689-).
El documento contiene hasta cincuenta y seis piezas para tecla anónimas utilizadas con el fin didáctico de instruir en la técnica de esta familia de instrumentos. El joven Stark, antepasado lejano de Zsófia y Lajos, recibía lecciones del renombrado músico Johann Wohlmuth, nacido en la ciudad húngara de Ruszt en 1643, y considerado un gran compositor de la época, si bien solamente han llegado hasta nosotros cinco salmos y un miserere suyos.
Wohlmuth se inició en la música de niño en el coro de su ciudad natal que estaba dirigido por el conocido músico Andreas Rauch. Al acabar sus estudios en la escuela secundaria luterana, uno de sus maestros dejó escrito sobre él: “Oh musicae artem, in qua haud mediocriter valet” (A través de la música demuestra sus condiciones nada mediocres). Completó su formación musical en Breslau y en Wittenberg, Alemania, volviendo a su ciudad en 1671 para ocupar el cargo de rector y maestro de coro de la escuela luterana de Ruszt.
La persecución religiosa le llevó a establecerse en Ratisbona, donde impartió formación musical a las familias nobles locales, y donde se codeó con grandes compositores alemanes, como Samuel Scheidt. No obstante, vuelve a Sopron en 1686 convocado para desempeñar el puesto de director de música del templo luterano de la ciudad.
Ejerció el cargo durante treinta y ocho años, pero además impartía clases privadas a miembros notables de la comunidad, como, por ejemplo, los hijos del príncipe palatino Pál Esterházy, Mihály y Gábor, a los que enseño la interpretación del clavicordio.
Volviendo al manuscrito Stark, los estudiosos han determinado la autoría de Wohlmuth gracias al apunte que lleva en la portada: “Tablatura perteneciente a Johann Jacob Stark, quien el 3 de diciembre de 1689, se inició en el tocar, en nombre de Dios, que nos otorgue Él su bendición”. Una de las pistas que nos lleva a nuestro hombre es su profunda religiosidad, que justificaría el comentario piadoso. Pero hay más, si se compara la caligrafía del texto del manuscrito con la que figura en un inventario del templo donde el músico firma sus honorarios, se llega a la conclusión de que es la misma.
Sylvia Leidemann, en un artículo muy rico en información y referencias (“El manuscrito Stark (Sopron, Hungría, 1689): aspectos didácticos para la enseñanza del teclado barroco”, Ensayos. Historia y teoría del arte, 2017), describe las características del manuscrito Stark:
“Las piezas del manuscrito se presentan como melodías con acompañamiento, armonizadas homofónicamente a dos, tres, cuatro o cinco voces. Aisladamente se observan breves y sencillos pasajes que sugieren una polifonía a dos voces. La ausencia de polifonía más compleja pone en evidencia un material destinado a principiantes.”
El contenido es un compendio de piezas anónimas de la tradición húngara de la época en que fue escrito. Desde el punto de vista de la investigación histórica, permite estudiar géneros del barroco temprano, incluyendo preludios, arias y danzas renacentistas, como la Ungaresca y Bergamasca.
El manuscrito designa el instrumento como virginálkönyv, es decir, virginal, el teclado pequeño tan de moda entre la alta sociedad europea de la época. No obstante, en los escritos en alemán de Wohlmuth habla de clavichordium, una expresión que en el momento en que fue escrito el manuscrito podía hacer referencia a cualquier instrumento de tecla que no fuera el órgano, es decir, clavicémbalos, virginales, espinetas y clavicordios.
Leidemann destaca el valor didáctico de esta obra y el testimonio que constituye de las formas musicales en boga:
“A diferencia de otras propuestas posteriores para el estudio instrumental, en este manuscrito se organizan en forma didáctica materiales musicales existentes y obras que efectivamente circulaban en su época en diversas comunidades. No constituye un artificio especialmente compuesto para el estudiante, sino más bien una secuencia organizada de melodías vivas en los intercambios sonoros de la época.”
Y concluye identificando una corriente musical común en la Europa de aquellos siglos, que rebasaba las distintas fronteras y lenguas:
“Las piezas contenidas en el manuscrito evidencian la práctica de un lenguaje musical común, extendido en toda Europa occidental en los siglos XVI y XVII y aceptado como propio en los diferentes círculos sociales a pesar de las diversas costumbres y lenguas.”