La soprano aragonesa Ana Arnaz, formada en la prestigiosa Schola Cantorum Basiliensis junto al francés Dominique Vellard, cree que el intérprete de música antigua es un investigador que debe de profundizar en el contexto histórico de las piezas sobre las que trabaja en busca de la esencia y del rigor.

Arnaz, que ha participado esta semana en la capital altoaragonesa en el ciclo Huesca.

Leyenda viva, aplica ese rigor para desentrañar todos los tesoros que custodian algunos antiguos cancioneros hispánicos que conservan decenas de cantigas, loas y piezas procedentes de la tradición oral.

La soprano considera que a diferencia de los intérpretes de Schubert o Mozart, que disponen de abundante información sobre los compositores y sus estilos respectivos, los dedicados a la música antigua carecen de referencias precisas sobre la interpretación, formas, modos y ritmos.

Por esta razón, se muestra convencida de que su labor, antes de dar a conocer sus recreaciones, es buscar la forma de encajar un complejo puzzle del que no solo forma parte la música, sino el contexto histórico de la época y los posibles instrumentos que eran utilizados por viajeros, juglares o peregrinos en su deambular.

Insiste, en cualquier caso, en que sus interpretaciones son su particular visión de cada pieza, pero incide a renglón seguido en la necesidad de actuar con rigor en la investigación y de acudir, en su caso, a las fuentes históricas de la tradición oral.

«A mí no me gusta hablar de si así sonó esta música o de si así era», señala la soprano, para quien lo importante es armar con rigor y estudio el complejo rompecabezas que exige la labor del intérprete de la música antigua.

Una tarea que en el caso de Arnaz se hace más compleja ya que está inmersa ahora, junto a Dominique Vellard y Baptiste Romain, en un proyecto que ha promovido ella misma para ahondar en la música de los cancioneros hispánicos que recogen la tradición oral del canto más arcaico.

Al frente del grupo Vox Suavis o en solitario, la soprano ha buceado en antiguos cancioneros hispánicos que recogen cientos de cantos anónimos que atravesaron en la antigüedad la península ibérica en boca de juglares o peregrinos.

«APRENDER» DE LOS TESOROS

Asegura no preocuparle demasiado la posibilidad de que aparezcan tesoros ocultos todavía por descubrir ya que, según afirma, «ya tenemos muchos tesoros ante nosotros». «Yo me ocupo de la tradición oral en España, y voy de tesoro en tesoro», afirma la cantante, quien insiste en que su labor no es descubrir dichos tesoros «sino aprender de ellos».

Respecto al creciente interés existente hacia la música antigua, la soprano afirma que la sonoridad «más redonda y pequeña» de este tipo de ritmos, con más madera y menos metal en la instrumentación, puede ejercer fascinación en unos oídos educados tradicionalmente en una cultura sinfónica.

Un interés, además, que también vincula a una «búsqueda de los orígenes», como si posibilitase esta música un vivido viaje en el tiempo. Por esta razón, la soprano cuestiona la falta de rigor de algunas formaciones especializadas en música antigua que se sirven del repertorio para darle su propia impronta, sin atender a las peculiaridades estilísticas de cada pieza.

«Cuando trabajo –señala a este respecto– yo no me puedo alejar de una escritura o de un manuscrito, pero sí que me encontrado grupos que hacen medieval pero que suenan como barroco porque le meten dinámicas que no tienen mucho sentido».

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