Paradójicamente, una figura tan oscura para nosotros como la del trovador Martín Codax ha arrojado más luz que cualquier otra sobre la lírica galaicoportuguesa del siglo XIII.

Y es que no sabemos de él prácticamente nada, aparte de que debió vivir en Vigo puesto que dicha ciudad es mencionada en seis de las siete cantigas suyas que han llegado hasta nosotros.

Martín Codax emerge de las sombras con los grandes hallazgos filológicos que tienen lugar a finales del siglo XIX y principios del XX.

Debemos a Teodosio Vesteiro Torres, periodista, historiador y autor de la obra Galería de gallegos ilustres (1875), una primerísima mención de Codax a través de un artículo publicado en las páginas 345-348 en El Heraldo Gallego de Orense en junio de 1876.

Sabemos que la fuente de investigación de Vesteiro fue la obra Canzoniere portuguese della Biblioteca Vaticana de Monaci.

El siguiente hito en la difusión de la figura de Martín Codax es la obra Cancioneiro portuguez da Vaticana (1877) de Teófilo Braga, que contribuye en gran medida al conocimiento de los orígenes de la lírica de la Península Ibérica.

En las décadas siguientes se produce una verdadera explosión de obras en torno a la literatura medieval, tanto de estudios como de publicaciones de cancioneros, desde la perspectiva filológica.

Cierra esta primera etapa de descubrimiento de Codax el hallazgo de su particular piedra Rosetta: el Pergamino Vindel. En 1915 el librero Pedro Vindel al desencuadernar un volumen con De officiis de Ciceron encontró un documento con siete rótulos o rollos de cantigas de amigo compuestas por Martín Codax.

Aunque nunca se habían visto anteriormente, las miniaturas medievales daban cuenta de la existencia de estos rótulos con la obra de los trovadores o el repertorio de los juglares, que incluían la notación musical para su interpretación.

El hallazgo de Vindel permitió conocer de primera mano esos rollos y confirmar su existencia.

Las cantigas de amigo, a diferencia de las cantigas de escarnio que eran directamente mordaces, son un género lírico de corte melancólico que tuvo gran éxito en la Castilla del tercer cuarto del siglo XIII.

Suelen estar protagonizadas por una doncella que lamenta la ausencia de su amado en primera persona. Presentan una forma retroencha, es decir, una estrofa monorrima con estribillo monorrimo.

Las cantigas de Martín Codax que incluye el Pergamino Vindel son las siguientes:

  • Ondas do mar do Vigo
  • Mandad’ei comigo ca ven meu amigo
  • Mia yrmana fremosa treides comigo
  • Ay Deus se sab’ora meu amado
  • Quantas sabedes amar amigo
  • En o sagrad’ e Vigo (no incluye música)
  • Ay ondas que eu vin veer

Aparecen escritas en notación cuadrada con ligaduras que se asemejan a las de las cantigas de Santa María de los códices de El Escorial.

Hoy por hoy es la única fuente original que tenemos para hacernos a la idea de cómo sonaba la música de los trovadores galaicoportugueses.

6 comentarios en «De como el oscuro Martín Codax arrojó luz sobre la música de los trovadores»

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