Leyendo el libro de Charles Burney Viaje musical por Francia e Italia en el siglo XVIII, me topo con un pasaje donde el viajero melómano británico, ávido de música, relata cómo asiste al Concert Spirituel, en sus palabras, “la única distracción pública permitida durante estos días de guardar”.
Aunque a menudo me había topado con ese nombre, Concert Spirituel, la verdad es que nunca me había molestado en investigar su origen ni razón de ser.
Y desde luego, encierra una historia curiosa.
Los Concert Spirituel surgen de la iniciativa de André Philidor, hijo del bibliotecario musical del rey Luis XV y miembro de la ópera de París, The Académie Royale de Musique, como una forma de seguir interpretando en una época en que las festividades religiosas lo prohibían.
Eran veinticuatro días en los que la ópera permanecía cerrada y en los que sus músicos dejaban de ingresar al no poder trabajar.
El primer Concert Spirituel tuvo lugar el Domingo de Pasión de 1725, un 18 de marzo, entre las seis y las ocho de la tarde.
El programa incluyó una suite para violín y un capricho de Michel-Richard de Lalande, el Nuit de Noël (Concerto 8, op. 6) de Arcangelo Corelli y, también de Lalande, un Confitebor y Cantate Domino.
El número de conciertos nunca excedía los veinticuatro al año y tenían lugar en la Salle des Suisses de las Tullerías.
De cara a hacer gala al adjetivo Spirituel, incluían en los programas cantatas de carácter sacro para solistas, coro y orquesta (grands motets), que solían ser interpretados en las misas diarias celebradas en la capilla real.
En principio era una forma de no despertar recelo por parte del clero, al inyectar un aire religioso a estos eventos, pero gracias a ello, estos motetes, que en principio solamente estaban destinados al público reducido que acudía al palacio de Versalles, consiguieron alcanzar una audiencia más amplia entre la burguesía de la capital.
Uno de los grandes nombres dentro de estos peculiares recitales es el de Michel-Richard de Lalande, que sirvió como músico cortesano, primero bajo el reinado de Luis XIV desde 1683, y más tarde para Luis XV.
Llegó a escribir hasta 70 grands motets, convirtiéndose en un referente del género, y estos quedaron como estándares dentro de los repertorios de los Concert Spirituel.
Las obras de Lalande llegaron a sonar hasta 600 veces en estas sesiones.
Otro de los compositores de renombre dentro de estos eventos musicales fue Jean-Joseph Cassanéa de Mondonville, violinista en los Concerts y más adelante en la capilla y cámara reales.
Su carrera fue fulgurante, pues fue nombrado sous-maître de la capilla real en 1740 y después intendant en 1744.
Es autor de óperas y grands motets y su obra se popularizó sobremanera durante la época en que Pancrace Royer dirigía los Concerts Spirituels, desde 1740, y especialmente, cuando el propio Mondonville asumió la dirección en 1755, tras la muerte del anterior, en que sus creaciones sonaron en estos recitales tanto como las de Lalande.
También la música del austriaco Joseph Haydn sonó con fuerza en los últimos años de los Concerts, antes de que la Revolución acabase en 1789 con ellos.