En todas las épocas ha habido gente especializada en construir instrumentos musicales.
Al constructor de instrumentos de cuerda se le llama luthier, una palabra alemana que viene de lute = laúd.
A partir del siglo XVI en la ciudad de Cremona (Italia) destacan tres familias dedicadas a la construcción de instrumentos de cuerda: Amati, Guarneri y Stradivarius.
Los instrumentos que aún se conservan fabricados por estas familias son los más apreciados del mundo.
Alcanzan en la actualidad un valor incalculable y se conservan en museos y colecciones particulares.
Son muy valorados por su perfección, su maravilloso sonido, y la técnica de construcción que no ha sido igualada.
En el Palacio Real de Madrid hay una colección de violines, violas y violonchelos construidos por Antonio Stradivarius que una vez al año son utilizados en un concierto con los mejores intérpretes del momento.
Científicos y constructores de instrumentos han intentado averiguar el secreto de su sonido.
Todavía está sin determinar.
Unos creen que es la calidad y tratamiento de las maderas, otros lo atribuyen a la calidad de los barnices utilizados, pero lo cierto es que nadie ha conseguido igualar la perfección de los instrumentos que fabricaban estas tres familias.
¿Revelado el secreto del Stradivarius?
Se supone que uno de los mayores enigmas de la musicología acaba de ser oficialmente resuelto (o casi): el origen del extraordinario sonido producido por los Stradivarius.
Hasta el momento, músicos, expertos en acústica o químicos habían intentado desentrañar el elemento que hacía únicos a estos instrumentos, valuados en millones de euros, escrutando planos originales, la madera, el pegamento, y emitiendo hipótesis sobre ingredientes más o menos esotéricos para explicar el carácter único de estos violines.
Pese a estos estudios y conjeturas, un elemento se reveló impermeable a la ciencia, impidiendo una compresión global del artefacto: el barniz.
Stradivari usaba un barniz simple, un poco como los pintores, para obtener un resultado estético, cuando no acústico, echando por tierra las hipótesis de que usaba una sustancia misteriosa.
“Antonio Stradivari no ordeñaba abejas del este de Hungría a la luz de la luna llega”, ironiza Jean-Philippe Echard, el químico de laboratorio de investigación y de restauración del Museo de la Música de París.
“Descubrimos que Stradivarius había empleado componentes comunes y fácilmente disponibles, habitualmente usados por los artesanos y artistas del siglo XVIII”, indican los autores del artículo (“La naturaleza extraordinaria del acabado de los Stradivarius” ).
Una fórmula incompleta
Para llegar a estas conclusiones, un equipo pluridisciplinario compuesto por un grupo de 12 investigadores -químicos, lutiers y restauradores- y siete instituciones trabajó durante cuatro años sobre cinco violines del Maestro.
Los investigadores utilizaron la luz infrarroja del sincrotón SOLEIL (ubicado en las afueras de París), lo que les permitió determinar la composición química del barniz, colocado en dos finas capas.
La primera mano era a base de aceite, mientras que la segunda utilizaba una mezcla de aceite y resina de pino al que Stradivari añadía distintos pigmentos usados en pintura, lo que explicaría el brillo y la textura de estos violines.
“Es la misma técnica que usaban los pintores de caballete, como los venecianos, del norte de Italia del norte, para lograr los matices de las encarnaciones o figurar las riquezas de las pañerías rojas”, subraya Echard.
“Ahora vamos a tratar de volver a encontrar, gracias a los experimentos, el gesto posible de Stradivarius”, añade.
Porque si los secretos de la composición de este instrumento de excepción se desvanecen, la principal razón de la calidad del Stradivarius depende sobre todo del talento de su creador.
“La calidad de este autor no depende de una fórmula mágica oculta en su barniz, sino que depende de la dimensión artística que logró alcanzar”, resume Stéphane Vaiedelich, responsable del laboratorio del Museo de la música.
Dustin Tolentino, me gustó a excepción de los videos…
Luthier, de liutaio viene de laúd ( su constructor , el laudero) y laúd viene del árabe Al-ud. Creo. Así que no sería de origen alemán. Los videos son de un aficionado abriendo un violín de fábrica barnizado con poliuretano que lleva incluso las pegatinas que usan los niños para marcar las posiciones…
Es muy probable que Stradivarius usara técnicas venecianas de pintura en sus violines, recordemos que Cremona colindaba con la serenísima República de Venecia durante el siglo XVII, así que había mucho intercambio con ellos.