¡Feliz lunes! Espero que esta semana que hoy comienza te depare cosas buenas y momentos bonitos.
Hoy la voy a empezar con música española que, además, como en el caso del lunes pasado, está relacionada con el tiempo de Adviento en que estamos inmersos ya de pleno.
Quien nos visita hoy no es ningún aficionado ni músico de segunda fila sino uno de nuestros primeros espadas cuya obra ha influido en multitud de maestros posteriores, dada su calidad.
¿Te apetece saborearlo?
Pues si es así quiero que sepas que nos visita hoy Francisco Guerrero (1528-1599), maestro español, andaluz, nacido y fallecido en Sevilla.
En su generación, por lo menos en nuestro país, solo había un hombre que le igualaba: Tomás Luis de Victoria.
Estudió con Cristóbal de Morales pero él mismo fue capaz de formarse de forma autodidacta, aprendiendo vihuela, arpa, corneto y órgano; parece ser que también era un cantor excepcional con una bella voz.
En 1546 trabajó en la Metropolitana de Sevilla y luego pasó a trabajar en Jaén, siendo maestro de capilla con solo 17 años.
En la década de 1550 ya era un reputado músico, muy respetado incluso por quienes iban a darle trabajo.
Visitó Sevilla y se le ofreció una prebenda por lo que no volvió a Jaén.
La catedral de Málaga pretendió captarle pero Sevilla no se lo permitía.
En 1554 consiguió la bula papal que lo nombraba maestro de la hispalense, sucediendo a su maestro Pedro Fernández de Castilleja.
Se dedicó a viajar y puesto que en Roma le dieron permiso, en 1588, pudo hacer un gran viaje a Tierra Santa, cosa que además nos dejó por escrito.
Tras ello se dedicó a preparar cuidadosamente sus volúmenes de obras.
Una vida tan azarosa y movida también le llevó a tener problemas con la justicia, pero la catedral de Sevilla, que lo estimaba siempre pagó para librarle de penas importantes.
Se le permitió volver a Tierra Santa pero no pudo hacerlo ya que falleció a consecuencia de la peste.
Hoy te traigo de él el motete Canite tuba in Sion, a 4 voces.
Fue publicado en 1570 y es una obra perteneciente al ciclo del Adviento.
Está dividida en dos partes.
La primera es de júbilo y se abre con las voces imitando la trompeta.
Las dos voces iniciales cantan en la técnica llamada «bicinium», es decir, que solo cantan las dos a modo de dúo.
La segunda parte es más bien una súplica a Dios en ese tiempo de espera que es el Adviento.
La composición está escrita en el primer modo pero transportado.
Aquí podemos ver cómo Guerrero manejaba las voces en todo un arte de dramatismo y de música que se ajusta gloriosamente al texto.
La partitura de la composición puedes descargarla aquí.
La interpretación es de Musica Ficta dirigido por Raúl Mallavibarrena.
Cerrando los ojos, se siente palpitar el alma
Suena la trompa de Sion, de manera espectacular.