Escuchar la música barroca de Antonio Vivaldi, tan familiar a nosotros hoy, es también experimentar los sonidos de la Venecia del siglo XVIII… «tan dulces como los diálogos de amor que pasa entre el alma y Dios…» (Santa Teresa de Ávila).
Las Cuatro Estaciones, La Stravaganza y La Tempestad en el Mar junto con sus 50 óperas y oratorios, además de sus más de 500 conciertos, producen impresiones en los sentidos sensuales de la memoria para animar los sentimientos.
Antonio Vivaldi nació en Venecia en 1678 y falleció en Vienna en 1741, habiendo sido tonsurado cuando tomó órdenes sagradas el 18 septiembre de 1693, a la edad de 10 años.
Fue ordenado como sacerdote 10 años más tarde, el 23 marzo de 1703.
Aunque su título oficial era mansionario (sacerdote del orfanato), sirvió durante más de 20 años como maestro de música en uno de los centros musicales más famosos de Venecia:
Il Conservatori dell´Ospedale Della Pietà, donde enseñaba a las huérfanas e hijas ilegítimas de la aristocracia de Venecia, con las donaciones de quienes apoyaban en gran manera a las niñas y a los esfuerzos de Vivaldi mismo, cuando Venecia era un centro enorme de cultura.
De hecho, las presentaciones de la música de Vivaldi en el Ospedale, con estas niñas, crecieron hasta convertirse en una sensación espectacular por toda Europa.
Durante el siglo XVIII se requería que los sacerdotes, músicos y compositores trabajaran para cubrir las necesidades de su vida cotidiana.
Así, Vivaldi funcionaba como un empresario de montajes extravagantes, tensionadas y floridas de óperas, oratorios y conciertos, financiados por anfitriones riquísimos.
Estas obras musicales fueron presentadas, esencialmente, por las niñas del Ospedale con sus voces y habilidades ejemplares con los instrumentos de cuerda.
Para los que dudan de la seriedad de Vivaldi como sacerdote, porque funcionaba como empresario, igual como maestro de música y compositor, es menester indicar que todas sus partituras, especialmente las de sus 50 óperas, fueron encabezadas con las letras LDBMDA: Laus Deo Beatae que Marie Deiparae Amen.
Vivaldi, en sus composiciones participó, implícitamente, en la implementación de las decisiones del Concilio de Trento (1545-1563), este gran momento en la historia de la Iglesia que se desembocó en el barroco expresado en el arte, literatura y música.
Pero lo que queda en nuestros oídos y corazones, al escuchar la música de Vivaldi hoy, es sencillamente la belleza, la sensualidad, la voluptas que resuena en la música barroca y hace de sus composiciones musicales un instrumento para mover el alma y capturar una concepción de Venecia como la verdadera Ciudad de Dios.
Vivaldi, empresario de ópera, igual como sacerdote y compositor, evoca el espíritu agresivo y florido de sus tiempos en sus obras, especialmente en su famoso y reconocido retrato en honor de Venecia, ciudad marítima: Tempesta di mari (Tormenta en el mar).
Comercio y religión, guerra y pasión son la esencia del honor que rindió Vivaldi a su ciudad y a la Ospedale para niñas huérfanas sin dotes.
Parezco un maestro quisquilloso, pero es que da grima leer artículos sobre temas tan bonitos con meteduras de pata ortográficas tan propias de «reguetoneros» y similar fauna.
Familiar para nosotros, no «familiar a nosotros»; Viena, no «Vienna», eso es en inglés; Conservatorio, no «conservatory»; «della», no «Della», las conjunciones no se capitalizan, ni en español ni en italiano; «nació en Venecia en 1678 […] tomó órdenes sagradas el 18 septiembre de 1693, a la edad de 10 años.», bueno… disculpen la pregunta, pero saben ustedes restar?
En fin, no sigo pero hay más. El artículo tiene partes que parecen haber sido traducidas del inglés con Google Translate o similar, y otras sencillamente parecen escritas por un extranjero que se haya ayudado de traductores automáticos desde un texto en inglés.
En fin, una pena, el «prete rosso» no se lo merecía.
Ortográficas y gramaticales. Me comí lo segundo.