«Los años çinqüenta de mi edad cumplidos, / y aviendo en el mundo yo ya jubilado, / por ver todo el resto muy bien empleado / retraxe en mí mesmo mis çinco sentidos / que andavan muy sueltos, vagando perdidos, / sin freno siguiendo la sensualidad. / Por darles la vida conforme a la edad, / procuro que sean mejor ya regidos».
Estos versos de la Trivagia, a falta de otros documentos más explícitos, han servido para calcular aproximadamente el año de nacimiento de nuestro autor, venido al mundo como Juan de Fermoselle allá por 1468 o 1469.
Juan de Fermoselle Encina, más conocido por “Juan del Enzina”… fue un poeta, músico y dramaturgo español.
Hijo de un menestral, ingresó en la catedral de Salamanca como mozo de coro y entró más tarde al servicio del hermano del duque de Alba, quien le financió los estudios de bachiller en leyes en la Universidad de Salamanca, donde probablemente tuvo como maestro a Antonio de Nebrija.
En la corte ducal presentó sus primeras composiciones poéticas y musicales, de carácter festivo, con gran éxito.
A principios del siglo XVI viajó a Roma, donde gozó del favor papal, y en 1519, habiendo recibido el orden sacerdotal, peregrinó a Tierra Santa.
A su vuelta se instaló definitivamente en España, adscrito como capellán a la catedral de León desde 1523.
Su obra musical, de la que se han conservado 68 piezas, se encuentra reunida en el Cancionero musical de Barberini (1890); representativo del arte polifónico castellano, viene a reforzar la expresividad del texto.
El Cancionero (Salamanca, 1496) está formado por sus composiciones juveniles, de tono popular, y lo precede un tratado, Arte de la poesía castellana, a la manera de la poética trovadoresca, que anuncia ya la preceptiva renacentista.
Como dramaturgo, Encina se sitúa a caballo del teatro medieval y el renacentista.
En las quince églogas que de él se conservan, se percibe el tránsito de un inicial marco medieval en la concepción de las representaciones pastoriles a una nueva perspectiva renacentista y pagana, que coincide con su estancia en Roma, en obras como la Égloga de Fileno, Zambardo y Cardonio, escrita en octavas de arte mayor, la Égloga de Cristino y Febea o la Égloga de Plácida y Victoriano, en las que trata el amor, de tipo erótico, de forma trágica y relacionado con la intervención de dioses paganos.
Aquí os dejamos este villancico.
LETRA
Ya no quiero tener fe,
Señora, sino con vos,
pues que sois madre de Dios.Vos sois hija, vos sois madre
d’aquel mesmo que os crió;
Él es vuestro hijo y padre
y por Él a vos nos dio.
A todos nos redimió
en querer nacer de vos,
bendita madre de Dios.Sois madre de Dios y mía,
sois el fin de mi esperanza,
sois mi placer y alegría,
sois mi bienaventuranza.
Mi remedio no se alcanza
por otra sinon por vos,
virgen y madre de Dios.¿Qué mudanza se mudó,
cual amor pudo vencerme,
cuando mi le os olvidó
por en otro amor meterme,
que estaba para perderme,
si no fuera ya por vos,
madre y esposa de Dios?Mis verdaderos amores
ya con vos tenerlos quiero,
pues que sois de pecadores
el remedio verdadero:
que si bien alguno espero,
es por serviros a vos,
huéspeda y sierva de Dios.Los que vuestro nombre llaman,
son muy presto remediados;
los que con amor os aman,
siempre vivien consolados:
nunca son desamparados
los que tienen fe con vos,
sagrado templo de Dios.A vos quiero por señora
en tanto cuanto viviere;
sed vos mi procuradora
cuando deste mundo fuere;
porque después que muriere no me aparte yo de vos,
palacio y casa de Dios.