Los conciertos matinales del Festival recuperan la tradición de regalar a Granada un ciclo de música antigua interpretado por grandes formaciones, que no por ser locales tienen que ser de menor nivel.
En esta ocasión, lo demostró la Schola Gregoriana Hispana, una formación nacida en el seno de nuestra ciudad que, sin embargo, ha cosechado numerosos reconocimientos en la interpretación de la música medieval por todo el territorio español.
El concierto de la Schola Gregoriana Hispana, dirigida por su fundador Javier Lara, se centró en el repertorio musical en torno a Francisco Jiménez de Cisneros, de quien se cumplen quinientos años de su muerte.
La figura del Cardenal Cisneros ha pasado a la historia por múltiples razones, ya que fue el uno de los baluartes en la política eclesiástica de los Reyes Católicos.
A él se debe la recuperación y preservación del llamado canto mozárabe en la capilla del Corpus Christi de la Catedral de Toledo, que desde el siglo XVI ha permanecido viva y que constituye el grueso del programa interpretado.
El concierto se abrió con tres cantos de la primitiva liturgia hispana, que pese a su mayor sencillez melódica resultaron el marco sonoro idóneo para iniciar el concierto.
Las experimentadas voces de los miembros del coro y el criterio serio y docto de su director dotaron a la interpretación de la sobriedad y cadencia justas.
Siguió en el programa una acertada selección del repertorio contenido en los cantorales de Cisneros conservados en Toledo, organizados según la estructura litúrgica medieval. Así pues, el primer canto fue la antífona ante missam Per gloriam nominis tui, que en contraste con las piezas anteriores refleja la mayor riqueza y complejidad del rito mozárabe de Toledo.
A este canto le sucedieron otros de similar belleza y variedad tanto en los giros melódicos como en los tonos utilizados, adaptándose a las funciones litúrgicas y momentos del calendario anual de celebraciones para los que eran compuestos.
Cabe destacar el singular Laudate Dominum para ser cantado tras la lectura del evangelio según el ordo hispano-mozárabe, o el canto de preces o Indulgentiam, en el que la alternancia entre solistas y coro evidencia cómo la interpretación de este repertorio, por encima de lo puramente musical, está igualmente ligado a un ceremonial y una organización del sonido y del espacio que el director domina a la perfección.
Para concluir su concierto, Lara dirigió a la Schola Gregoriana Hispana en la interpretación de tres obras polifónicas de los compositores de la corte de los Reyes Católicos Juan de Anchieta y Francisco de Peñalosa.
Pese a ser polifonía más sencilla que la de los grandes compositores del siglo XVI, se trata de una música llena de piedad y expresión, dentro del contenido sentimiento de los textos.
Durante casi una hora el público asistente mantuvo la respiración para contemplar, sumidos en una atmósfera que le transportaba a los albores de la historia de la Granada moderna, una interpretación sublime de un repertorio de otro tiempo