La iglesia románica de San Cipriano, en Zamora celebró el concierto más esperado del Festival Pórtico de Zamora, una de las grandes citas europeas de la música antigua.

Fue la actuación de la formación Hesperión XXI que dirige Jordi Savall.

Interpretaron romanescas y folías, composiciones rescatadas gracias a un minucioso estudio en archivos históricos.

Savall está considerado uno de los mejores conocedores e intérpretes de música antigua del mundo y anoche en Zamora dio buena muestra de ello.

Si nos remitimos de nuevo al irresistible lema del Pórtico 2014 (loco era el melancólico), el programa que se escuchó en la abarrotada iglesia de san Cipriano -las entradas numeradas que se pusieron a la venta se agotaron en un tiempo rapidísimo- pertenecería a la órbita de la locura, sin embargo, hubo muchos momentos en los que la propia interpretación de los músicos congregados tuvo tintes melancólicos.

Casi cuarenta años después de la fundación del grupo como Hesperion XX (en la actualidad, Hesperion XXI), es inevitable observar que el grupo ha sufrido una evolución desde la frescura que hizo que se despertase el interés internacional ante sus primeras interpretaciones hasta los nuevos valores que ha incorporado en razón de la enorme experiencia adquirida tocando juntos: Ninguno de los cuatro músicos depende de un gesto para comunicarse con los demás, ni siquiera en los pasajes que improvisan en directo sobre los más conocidos bajos ostinatos -pasamezzo antico y moderno, romanesca, canario, folía-.

Pero es que Pedro Estevan y Jordi Savall han llegado a un punto en que tampoco necesitan mirarse, por mucho que Savall se aleje cada vez más vertiginosamente hacia el puente de su viola pequeña.

Cada uno de los intérpretes tuvo ocasión de mostrar su destreza individualmente: Lawrence-King se batió en duelo con su arpa cruzada ibérica en el brillante Fandango de Santiago de Murcia, mientras Rolf Lislevand y Pedro Estevan dejaban patente con las folías españolas de Francesco Corbetta que si los tópicos musicales más conocidos de nuestro país son la guitarra y pandereta también es por la calidad y belleza de su repertorio histórico.

Jordi Savall eligió una pieza para el bajo de viola que ya había interpretado con anterioridad en el Pórtico 2012: los humores musicales de Tobias Hume, una suite sobre los afectos humanos plena de recursos técnicos muy agradecidos de observar y oír para el público: cuerdas golpeadas, revoloteo del arco, mástil adelantado para alcanzar las cuerdas graves, pizzicato etc.

A veces da la impresión de que los acariciantes, evocadores efectos percusivos que Pedro Estevan puede obtener de cualquier objeto imaginable (claves, cascabeles) cada vez tienen más que ver con la atmósfera y el colorido de las piezas que con marcar el ritmo.

La reacción del público fue enormemente efusiva, recibiendo como regalo dos musettes de Marais y unas variaciones sobre una canción de cuna francesa, que cerró, melancólica, la viola de Savall.

Fuentes LAOpinionDeZamora
RTVE

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