La canción que ha grabado el maestro de la flauta medieval shakuhachi Rodrigo Rodríguez en su nuevo vídeo es un ejemplo del estilo koten honkyoku, que fue transmitido por muchos komuso en la región de Kyusyu, Japón. Un komusō o monje del vacío era un monje mendicante de la secta Fuke del budismo zen. Por lo general se les caracteriza por utilizar una canasta de paja en la cabeza como una manifestación de la ausencia de ego y tocando la shakuhachi utilizada para meditar.

Debido a los registros históricos incompletos, es imposible estar seguro de que esta pieza tuviese su origen en un templo komuso en Hakata (una ciudad en el norte de Kyusyu) llamado Itchoken, pero uno puede escuchar claramente los vestigios del estilo del monje komuso, que usó dicho templo como un base para sus vagabundeos dentro y alrededor del área de Kyusyu.

El título de esta pieza sugiere que incluso cuando uno ha pasado la etapa más difícil de una pieza u obra, o la etapa más crítica de una enfermedad, nunca puede relajarse por completo hasta llegar al final o hasta alcanzar la recuperación perfecta. Este adagio se aplica tanto al entrenamiento budista en ascetismo como al estudio del shakuhachi. En esta grabación, el estilo de interpretación vehemente produce una gama completa de dinamismo por medio de movimientos melódicos siempre fluctuantes, y completamente ornamentados dentro de una tesitura relativamente estrecha y baja.

A veces llamada Yamagoe Reibo, esta canción se usa para establecer los estándares de entrenamiento. Originalmente no fue pensado como una pieza escénica. El practicante espiritual debe encontrar los extremos de todo para darse cuenta de una parte de sí mismo que aún no ha sido utilizada. En otras palabras, uno debe empujar hasta el umbral de la muerte durante el entrenamiento para vislumbrar las ideas autolimitantes de vida/muerte.

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