Puede que me equivoque, pero creo que en la actualidad estamos viviendo una era dorada de la música antigua.
Cada vez hay más solistas y conjuntos dedicados en exclusiva a los sones de antes del siglo XIX, además utilizando los instrumentos originales de cada época, con el estudio y la investigación al respecto que ello conlleva.
Haciendo un cálculo muy por encima, he podido contar hasta quince festivales en España dedicados en exclusiva a la música antigua, aunque seguro que me he dejado alguno fuera.
Cada mes hay recitales en distintos puntos del país, en alguna iglesia o edificio histórico, aparte de los ciclos de los grandes auditorios (por cierto, la mañana que salieron a la venta las entradas de Universo Barroco 2018/2019 del CNDM ya estaban agotadas).
Y, paradójicamente, en este nicho de un mercado tan raquítico como el patrio, sacudido encima por la transformación digital, se graban y publican en proporción muchos discos de música antigua, en su gran mayoría de gran calidad y profesionalidad.
Además, en numerosas ocasiones se trata de obras conceptuales, de proyectos que aportan más que música y que ayudan a dar a conocer una época, un estilo, un instrumento o un personaje.
Precisamente, un ejemplo de esto último es el reciente disco del conjunto de flautas traveseras Piacere dei Traversi, junto con la soprano Carmen Botella, dedicado a la figura de la monja medieval Isabel de Villena, considerada la primera escritora en valenciano.
Bajo el título Vita Christi de Isabel de Villena. Música y literatura en la Corona de Aragón , la obra recorre el libro que escribió está clarisa sobre la vida de Jesucristo en la segunda mitad del siglo XV.
Carmen Botella pone su voz a los pasajes seleccionados del texto, que son combinados con piezas musicales de la época, interpretadas por las tres flautas y la voz de la cantante.
Piacere dei Traversi está formado por Silvia Rodríguez, Laura Palomar y Marisa Esparza, que se definen como un consort de flautas travesera renacentistas.
Se trata de una estructura muy interesante para interpretar la música de esa época de una forma “doméstica” o, si se quiere, minimalista.
La flauta travesera alcanza su apogeo en el Barroco, si bien se venía interpretando desde la Edad Media, pues ya en el manuscrito de las Cantigas de Santa María aparece una miniatura que refleja a dos hombres tocando este instrumento.
No obstante, no se conservan flautas travesera medievales, por lo que se desconoce qué características presentaban.
Durante el Renacimiento crece la popularidad de la flauta travesera, tanto en el terreno militar como en la música de cámara.
La evolución en la construcción de este instrumento lleva a que se fabrique en distintos tamaños, pudiendo de esta manera cubrir todas las partes de una obra polifónica.
En Francia surge a principios del siglo XVI el consort de cuatro flautas, que contiene una tiple, dos tenores y una travesera bajo.
Pero vayamos a la figura que vertebra las piezas del disco: Isabel de Villena, abadesa del convento de la Santísima Trinidad de las Clarisas.
Esta monja, nacida en Valencia en 1430, tiene en su haber más de una razón para pasar a la historia y ser recordada siglos después de su muerte, que tuvo lugar en 1490.
Por un lado, está considerada como la primera escritora conocida en lengua valenciana.
Y, sin embargo, resulta sangrante que no haya recibido el reconocimiento que merece, como indica el medievalista experto en su obra Albert Hauf: «si fuera francesa o italiana sería un figura reconocidísima; es la escritora española más importante del siglo XV”.
Pero por si sus méritos literarios no bastasen, Villena es también identificada como un icono feminista, por la interpretación que realiza en su obra de la vida de Cristo, evitando la doctrina misógina y destacando el papel de las mujeres en los Evangelios.
Escribió Vita Christi con fines pedagógicos para ilustrar a las novicias de su convento, pero también hay opiniones que defienden que su verdadera intención fue contestar a la misoginia contenida en el Llibre de les dones, que escribió el médico de la institución, Jaume Roig.
Se trata de un texto en el que el narrador avisa a un joven sobre la maldad de las mujeres y la necesidad de mantenerse alejado de ellas.
El libro de Isabel de Villena ofrece una relectura de los escritos de los Evangelistas desprovista de la visión patriarcal y jerárquica que han ostentado tradicionalmente.
En palabras de Miryam Criado (La Vita Christi de Sor Isabel de Villena y la teología feminista contemporánea, 2013):
“Lo que resulta evidente es que la selección y reinterpretación de eventos en la Vita Christi construye una imagen de Jesucristo más acorde con su mensaje original de igualdad intrínseca de todos los seres humanos, que la que plantean los mismos evangelios sinópticos.
Ningún personaje de Vita Christi aparece como dominante o subordinado, superior o inferior a otro.
Sor Isabel de Villena quiere presentar una visión armónica del mundo basada en los presupuestos de una doctrina igualitaria.”
Piacere dei Traversi ha incluido más de veinte pasajes de Vita Christi en el disco, recitados por Carmen Botella, intercalándolos entre temas musicales que evocan la cultura de la Corona de Aragón en la segunda mitad del siglo XV.
Para ello, se ha llevado a cabo un cuidada selección musical que, por una parte, se basa en temas anónimos procedentes de los cancioneros de finales del siglo XV y principios del XVI, y por otra, en piezas firmadas por autores de ese periodo, exceptuando una del sacerdote Wipo de Borgoña, que vivió varios siglos antes.
De esta forma, están representados en el disco el Cancionero de Montecassino, el de la Colombina, el de Gandía y el Cancionero Musical de Segovia.
Por añadidura, aparecen los nombres de Francisco de Peñalosa, Juan de Triana, Bartomeu Cárceres, Pedro Escobar, Franchinus Gaffurius y el citado Wipo de Borgoña.
En suma, Carmen Botella y Piacere dei Traversi firman un trabajo que, aparte de su valor académico como introducción a la escritora Isabel de Villena, supone una bellísima muestra de las melodías que sonaban a principios del Renacimiento.
Y en cualquier caso, un ejemplo de la buena salud de la que goza la música antigua en nuestro país, como comentaba al principio de este texto.