La Dispersione publica su sexto disco: L’Alquimista (a baroque pasticcio?), mezcla de géneros, compositores, estilos, instrumentaciones… estructurado en tres actos, el primero y tercero teniendo como protagonista a Telemann con dos de sus obras escritas para flauta de pico y viola da gamba, y el segundo acto centrado en composiciones vocales españolas (Literes, Durón, Galán…) o de autor europeo (Lully y Händel) escritas en castellano.

Todo ello articulado a través de The Alchymist, la partitura que escribió Händel –o mejor adaptó a partir de Rodrigo– para utilizarla como música incidental e intercalarla en la obra homónima de Ben Jonson (en la que casualmente el señor de la casa abandona esta a causa de un brote de peste).

El proyecto completo de La Dispersione consta de un texto teatral de nueva factura sobre la situación musical y cultural en la actualidad y de un vídeo que a su vez se exhibe en la misma representación  y que trata de la hipotética extinción del sonido a causa de la mutación de un virus, ambos productos con una misma intención: reivindicar el trabajo de músicos y en definitiva de la actividad cultural en tiempos difíciles.

Intervienen en la grabación cuatro destacados solistas, David Antich a la flauta de pico, Leonardo Luckert a la viola da gamba, la soprano Erika Escribá-Astaburuaga y el contratenor Jorge E. García Ortega, además de diversas interpretaciones a solo de Manuel Vilas, arpa, Aníbal Soriano, guitarra barroca o Ignasi Jordà, órgano.

El diccionario presenta en una de sus acepciones la alquimia como «transmutación maravillosa en increíble», que es exactamente lo que consiguen tanto los solistas como La Dispersione en este particular registro.

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