El director estadounidense William Christie es uno de los nombres fundamentales en el mundo de la música antigua y barroca.

Al frente de Les Arts Florissants, el conjunto francés que fundó en 1979, ha desarrollado una reconocida labor de difusión y recuperación de los autores, especialmente los galos, de aquella época.

Este fin de semana está en Madrid para, de manera excepcional, dirigir a una orquesta que no es la suya: la Orquesta Nacional de España –cuyo podio ocupa por vez primera–, en un concierto dentro de la serie «Malditos».

El programa, titulado «Maldiciones barrocas», incluye dos obras: una selección de la ópera «Medea», de Marc-Antoine Charpentier, y «Les Boréades», de Jean-Philippe Rameau.

«Para este programa era perfecta “Les Boréades”; es la última obra que compuso Rameau, y no pudo estrenarse porque hubo un incendio en el teatro.

Actualmente, además, los derechos de la partitura, por una extraña ley francesa, los tiene un terrible gángster que pide un dineral por interpretarla.

Hace unos diez años yo dirigí el estreno de la obra en el Palais Garnier de París; pues bien, ese día hubo un apagón, y tuvimos que interrumpir dos veces la representación».

En el caso de «Medea» es el propio Charpentier el «maldito».

«A pesar de ser uno de los mejores autores de ”tragedias líricas”, no pudo escribirlas hasta la muerte de Lully, que era el favorito de Luis XIV y el único autorizado a hacerlo.

Cuando murió Lully y pudo escribirlas, al Rey ya no le interesaban».

A Christie no le motivan los «conciertos temáticos».

Cree que lo verdaderamente importante es que la música sea de calidad. «Lo que me gusta de este programa es que permite escuchar en España un repertorio, el barroco francés, que se suele tocar aquí.

Y que esta estupenda orquesta –la Nacional– descubra esta música maravillosa, como hará seguro buena parte del público».

Este «infidelidad» a su orquesta, Les Arts Florissants, es una excepción en la trayectoria de William Christie. «Suelo trabajar nueve meses al año con Les Arts Florissants, y el resto del tiempo colaboro con dos formaciones: La Scintilla, la orquesta barroca de la Ópera de Zúrich, y con The Age of Enlightenment.

No soy un director que vaya de una orquesta a otra como director invitado.

Hace ya mucho tiempo que tomé la decisión de tener mi propia orquesta y conseguir con ella un estilo y un sonido propios.

Vengo a Madrid como una excepción –sonríe–porque me encanta la ciudad y porque tengo aquí un estupendo empresario, Enrique Rubio.

Trabajar con una orquesta que no está habituada al repertorio barroco es especial, reconoce Christie.

«Los problemas son diferentes, claro, pero lo que se busca es lo mismo: entender la música, el estilo, el sonido.

Es un reto lograrlo en solo dos días. Pero me he encontrado con unos músicos, los de la Nacional, muy dispuestos a aprender».

Escrito por JULIO BRAVO | Abc.es

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