Las llamadas endechas de Canarias constituyeron un auténtico fenómeno social en la España de los siglos XV y XVI.
Su fama fue extraordinaria en aquel período, hasta el extremo de poder ser consideradas como uno de los repertorios líricos tradicionales más «de moda» de su tiempo.
Las endechas de Canarias tienen la importancia añadida de que constituyen el primer documento conocido de la literatura canaria.
El corpus completo de las endechas de Canarias que han podido ser atestiguadas está compuesto por un planto funerario en series de cuatro trísticos, por dos endechas en lengua guanche, y por en torno a medio centenar de endechas en trísticos, por lo general monorrimos.
No todas las endechas de Canarias conocidas estaban dominadas por el tono fúnebre y luctuoso, sino que, de acuerdo con la tendencia general que siguieron el resto de las endechas literarias de la época, fueron acogiendo con cada vez mayor frecuencia contenidos elegíacos, nostálgicos e incluso amorosos.
Las más célebres e importantes endechas de Canarias que se conocen son las conocidas como Endechas a la muerte de Guillén Peraza, según el título impuesto por Dámaso Alonso.
Su texto fue anotado por Juan de Abréu Galindo en su Historia de la Conquista de las siete islas de Canaria, y fue reproducido en diversas obras historiográficas canarias publicadas por Pedro Agustín del Castillo en 1686, y por José de Viera y Clavijo en 1772.
El destinatario de las endechas, el joven Guillén Peraza, fue un auténtico personaje histórico.
De él se sabe que, procedente de Andalucía, llegó a las islas Canarias junto con su padre para participar en la conquista de las Islas.
Tras pasar por La Gomera, continuó viaje hasta La Palma, en cuyo interior murió, víctima de una pedrada recibida en el curso de una emboscada de los nativos, en 1447.
He aquí el texto de las célebres endechas, casi sin ninguna duda creadas por alguno de sus compañeros y cantadas en su funeral, que seguían siendo recordadas por los historiadores de las islas Canarias siglos después, y que siguen siendo consideradas como uno de los grandes monumentos de la poesía en lengua española de todos los tiempos:
«¡Llorad, las damas, si Dios os vala!
Guillén Peraza quedó en La Palma,
la flor marchita de la su cara.No eres palma, eres retama,
eres ciprés de triste rama,
eres desdicha, desdicha mala.Tus campos rompan tristes volcanes,
no vean placeres sino pesares,
cubran tus flores los arenales.Guillén Peraza, Guillén Peraza,
¿dó está tu escudo, dó está tu lanza?
Todo lo acaba la malandanza».
Otra de las más hermosas endechas de Canarias antiguas que han quedado textualmente atestiguadas es la que el escritor portugués Gaspar Frutuoso incluyó, a mediados del siglo XVI, en sus Saudades da Terra, haciéndose eco de la creencia de que esta canción había sido cantada por los nativos de la isla de La Gomera en memoria de una vieja princesa guanche:
«Ana Sánchez, Ana Sánchez,
flor del Valle del Gran Rey,
deseo tengo de cogerte,
mas más saudad tengo de verte,
flor del valle del vallete,
flor del Valle del Gran Rey».
En su Philosophia Vulgar de 1568, el escritor y humanista Juan de Mal Lara incluyó preciosos e indispensables comentarios sobre las endechas de Canarias.
Según él, «tuvieron (los insulanos) juntamente otra cosa, que no teniendo otra ciencia de música más de la que naturaleza les enseñaba, inventaron cierto género de cantar tan apazible, que en Castilla lo usan como una de las mejores sonadas que en ella han sido recibidas, y llámanla por este nombre endechas de Canarias, y juntamente con ser la sonada graciosa y suave, la letra destas endechas sin tener artificio trae consigo una gracia y un peso de gran admiración, y aunque algunos en Castilla han probado a contrahazer aquéllas, no ygualan en ninguna manera a las que son propias y nativas de las islas».
Para ejemplificar su comentario, incluía Mal Lara el siguiente texto:
«Quien tiene hijo en tierra agena
muerto lo tiene y vivo lo espera,
hasta que venga la triste nueva».
Por la misma época, en 1552, el vihuelista Diego Pisador anotó y armonizó diversas melodías que debían acompañar a las endechas de Canarias. Fray Juan Bermudo, en 1555, recogió el testimonio de otras dos estrofas.
En el año 1561, Pere Albert Vila anotó los textos de otras dos estrofas, entre ellas el de una que debió alcanzar gran fama:
«Mis penas son como ondas del mar,
qu’unas se vienen y otras se van:
de día y de noche guerra me dan».
Pero, sin duda, las mayores colecciones de endechas renacentistas que han llegado hasta nosotros son las que se conservan en el llamado Cartapacio de Pedro de Lemos, fechado hacia 1551, y que contiene un total de 36 endechas en trísticos monorrimos, y otra treintena de «endechuelas de tono viexo», todas encabezadas por el título de «Endechas de Canarias muy buenas».
También en el llamado Cancionero de Toledo de hacia 1580 han quedado preservados un total de 55 textos, la mayoría endechuelas en metro menor.
Muy problemáticas, y posiblemente apócrifas, son las endechas que el historiador Leonardo Torriani incluyó en su Descripción de las Islas Canarias.
En esta obra, Torriani afirmaba que los antiguos gomeros «cantaban versos de lamentación, de ocho, nueve y diez sílabas, y con tanta tristeza, que lloraban ellos mismos… como se ve que todavía hacen hoy día los que descienden de los últimos habitantes».
El historiador transcribió entonces los supuestos textos de dos endechas en lengua guanche, que procederían, según él, de la isla de Gran Canaria y de la isla de El Hierro, respectivamente.
El mismo Torriani tradujo ambas cancioncillas al italiano, pero los filólogos modernos han llegado a la conclusión de que su traducción es sumamente desacertada, e incluso de que los dos textos son absolutamente falsos.
De hecho, el filólogo francés Lionel Galand ha llegado a afirmar que, de las 21 palabras supuestamente guanches que se documentan en los textos de ambas endechas, sólo dos parecen tener alguna relación (y no del todo segura) con la lengua bereber a cuyo tronco pertenecía la lengua de los antiguos habitantes de las islas Canarias.
Y un especialista de tanto prestigio como el etnólogo Juan Bethencourt Alfonso ha llegado a negar de forma tajante su autenticidad.
Mayores garantías de autenticidad ofrecen otras endechas incluidas en la misma obra de Torriani.
Según el historiador, «su tono lamentoso ha sido empleado por excelentes músicos en sus composiciones… imitando a los antiguos, de que nosotros hemos notado uno más abajo.
Su nombre es endechas, es decir, lamentos mujeriles.
Es verdad que también se cantaban en las demás islas, con motivo de la muerte de alguna persona principal, o de algún triste suceso; pero las de esta isla (de la Gomera) eran más hermosas y dolorosas».
Y luego transcribió en italiano «dos tercetos españoles que se cantan»:
«Si los delfines mueren de amores,
¡triste de mí! ¿Qué harán los hombres
que tienen tiernos los corazones?Decid vos, madre, a la yedra verde
que mira el árbol en que trepa:
si él se cae, ella se pierde».
Según el gran especialista moderno Maximiano Trapero, los ecos de estas endechas de Canarias se han conservado en los estribillos (llamados responderes) que suelen interpolarse en los romances de las islas Canarias.
Tales estribillos o responderes suelen tener un contenido o un tono elegíaco y triste, como sucedía con las viejas endechas de Canarias, y algunos (como muestran los siguientes ejemplos) parecen muy cercanos a aquéllas:
«Forastero en tierra ajena,
por bien que le vaya pena.Cuando de mí falten penas
faltará del mar arena».
¿En que época literaria surgió el texto que fue anotado por Juan de Abréu Galindo de su Historia de la Conquista de las siete islas de Canaria?