Hoy en día los términos bailar y danzar tienen el mismo significado, pero no siempre fue así.

En el siglo XVII estos dos términos encerraban una notable diferencia achacable a la clase social del bailarín o danzante.

De esta forma, la danza estaba asociada a la nobleza y a la elegancia, mientras que el baile era propio del pueblo llano y entrañaba no poca chabacanería en sus formas.

Sebastián de Covarrubias introduce los dos términos por separado en su Tesoro de la lengua castellana o española de 1611, considerado como el primer diccionario generalista en castellano.

Del baile, en concreto, explica que “no es en su naturaleza malo, ni prohibido” y comenta que se utiliza para entrar en calor en algunos lugares.

Ahora, que también avisa que están reprobados los bailes “descompuestos y lascivos” especialmente en “las iglesias y lugares sagrados”.

La idea que transmite la entrada es que por baile se entiende una especie de danza dionisíaca que a los bailarines se les puede ir de las manos, ejecutando movimientos impropios.

Continúa Covarrubias explicando que la mujer es más dada a dejarse llevar por el baile, que a su juicio es “la inconstancia en su cuerpo y en todos sus miembros” y le atribuye un origen diabólico a través del misógino refrán “a la mujer bailar y al asno rebuznar, el Diablo se lo debió mostrar”.

Por contra, cuando habla de danzas en su diccionario describe un género artístico heredado del pasado, elegante y con una función religiosa: “antiguamente había muchas diferencias de danzas: unas de doncellas coronadas con guirnaldas de flores, y están hacían corros y cantaban y bailaban en alabanza a los dioses”.

Luego pasa a hablar de danzas masculinas que simulan un combate.

Igualmente, a diferencia de los bailes, estas formas dan la impresión de ser un género culto procedente de la antigüedad.

Por su parte, el sacerdote y poeta Rodrigo Caro también explicaba esta diferencia moral entre danza y baile en su obra Días geniales o lúdicros (1626), que es un verdadero tratado del folclore del Siglo de Oro.

Afirma en concreto: “Mas volviendo á nuestro baile, digo que la diferencia entre la danza y él, es que en la danza las gesticulaciones y meneos son honestos y varoniles, y en el baile son lascivos y descompuestos“.

Y asocia el origen del baile y su carácter “lascivo” y “deshonesto” al culto dionisíaco: “Estas danzas ó bailes lascivos y deshonestos eran también pirrhicos por la presteza y agilidad de su movimiento, y usaban de él en las fiestas de Baco, fundador de nuestra vecina Lebrija”.

El escritor y humanista José Antonio González de Salas también señala la diferencia entre ambas formas en su obra Nueva idea de la tragedia antigua o ilustración última al libro singular de poética de Aristóteles Stagirita.

Según su descripción, la danza es más grave que el baile y en ella solamente se mueven los pies, mientras que en el segundo aparece un movimiento más libre de pies y brazos:

“Dos formas vienen a ser distintas entre nosotros, las contenidas en esta acción [la tragedia], distinguidas con los dos nombres de Bailes , y Danças.

Las Danças son de movimientos mas mesurados y graves, y en donde no se usa de los braços, sino de los pies solos; los Bailes admiten gestos mas libres de los braços, y de los pies juntamente.

Esta propria diferencia observo en los Antiguos. Atheneo enseña, que primero usaron de las Danças solas, no valiendose de los braços, o las manos en ellas, que de los Bailes, en donde movian las manos y los pies a un mismo tiempo”.

Aunque Juan de Esquivel Navarro en su tratado de danza de 1642 Discursos sobre el arte del danzado y sus excelencias no establece explícitamente la diferencia entre danza y baile, sí que previene al lector sobre la inconveniencia de realizar “descomposturas lascivas del cuerpo” y otros movimientos ilícitos al danzar, asociando el danzar compuesto y grave con los grandes señores y señalándole como ejemplo a seguir:

“Y porque mi intento es reprobar (como repruebo) en este Tratado todo mouimiento to ilicito dançando, o baylando; digo, que toda deshonestidad y descomposturas lasciuas del cuerpo, desluze y desdora la persona que las obra; por lo qual los grandes señores Dançan tan compuesto y graue”.

Las enseñanzas de Esquivel Navarro hablan de cinco movimientos de la danza, que son los mismos de las armas: Accidentales, Extraños, Transversales, Violentos y Naturales.

De esos cinco salen las distintas técnicas de baile que describe en su libro:

● Passos
● Floretas
● Saltos al lado
● Saltos en buelta
● Encaxes
● Campanelas de compas mayor, graues y breues, y por de dentro
● Medias Cabriolas, Cabriolas enteras, Cabriolas atrauessadas
● Sacudidos
● Quatropeados
● Bueltas de pechos,
● Bueltas al descuido
● Bueltas de Folias
● Giradas
● Sustenidos
● Cruzados
● Reuerencias cortadas
● Floreos
● Carrerillas
● Retiradas
● Contenencias
● Boleos
● Dobles
● Senzillos
● Rompidos

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