Hoy os proponemos escuchar la Sarabanda de Haendel, una pieza que muchos habréis oído ya como parte de la banda sonora de Barry Lyndon.
A la película de Kubrick debemos su versión orquestal, la más conocida: después aparecería también en películas y series de televisión, como Redacted de Brian de Palma o Los Tudor.
La pieza original, en cambio, fue escrita para clavecín solo y es el tercero de los cuatro movimientos que forman la suite.
Desde mi punto de vista, la versión para teclado es más variada, dentro de que ambas están compuestas a partir de un único tema de apenas 8 compases, presentado dos veces.
Se trata, por tanto, de una pieza bastante repetitiva ya de por sí.
La Sarabanda original, sin embargo, utiliza sucesivas variaciones del tema, cosa que no hace esta versión orquestal, más dramática pero más monótona (sólo se varía la instrumentación).
Todo ello no se percibe en la película, no obstante, donde el tema se utiliza sin repeticiones para presentar las distintas partes en que se divide la historia, como una especie de telón, un intermezzo recurrente que nos saca fuera de la trama.
La Sarabanda es uno de los movimientos siempre presentes en una suite.
Se trata de una danza lenta y ternaria, procedente de América central.
Se hizo popular en las colonias españolas en el siglo XVI, antes de extenderse a la Península y de ahí, al resto de Europa.
Al parecer, fue prohibida en España en 1583 por su obscenidad.
Se caracteriza por la ligadura que suele unir el segundo y tercer pulso del compás (correspondiente a los pasos arrastrados en el baile).
Esto le confiere un carácter muy rítmico: la tercera parte del compás, al quedar descabezada (no es percutida), funciona como anacrusa; como un impulso hacia el siguiente compás.
A su vez, la música queda suspendida y tensada en el segundo pulso, que centra todo el interés y la dirección de la música: os invito a mover la mano al compás, veréis como siempre sale despedida en este momento.
Se consigue así, en este caso, un efecto muy dramático: la música es fluida y rítmica, avanza siempre, pero no sin cierto esfuerzo, no es algo «trivial» como un vals, necesita clavar sus tacones en el suelo para poder erguirse.
Händel ideó un material musical sumamente sencillo y fácil de analizar, inspirándose en un tema popular español, La Folía.
Si Beethoven compuso una melodía con tres notitas, Händel lo hace con dos: el ritmo, nuevamente, contiene toda la expresividad.
Adjunto una transcripción de la melodía para analizarla con más detalle (la partitura original, está en 3 por 2).
Si sabéis leer algo de música (y si no, os lo cuento), podéis ver que la tercera parte de cada compás comienza siempre con un silencio (3).
La corchea que hay a continuación es totalmente prescindible: funciona como un impulso, pero no aporta nada melódicamente. La negra del segundo pulso (2) reitera lo dicho en el primero.
Por tanto, el motivo principal queda reducido a dos notas descendentes (en rojo en la partitura): fa-mi, la-sol, si-la, re-do#.
Si entonáis la melodía prescindiendo de todo lo demás (adornos, al fin y al cabo), veréis que la música se sigue entendiendo perfectamente.
El tema se compone de 4 repeticiones de este mismo motivo.
Sólo en su segunda aparición, al final (dos últimos compases), introduce nuevo material para concluir con más fuerza: acelera el ritmo mediante corcheas y concluye en la tónica (re). De algún modo, parece que el cantante se despierta de su abatimiento, su pesimismo y su contención y por fin, se queja.
No obstante, si simplificamos también este fragmento, observaremos que la melodía no varía mucho: de nuevo, utiliza un movimiento de segundas descendentes, sólo que lo alarga un poquito. En lugar de dos notas, usa tres: fa-mi-re.
Decía Charles Mingus que complicar algo sencillo es algo que hace cualquiera, pero la creatividad consiste en simplificar lo complejo.
Sin duda Händel era otro maestro en este sentido.
Escrito por Almudena
¡Excelente artículo! Enhorabuena y muchas gracias por su publicación.
Excelente elección y estupendo artículo. ¡Gracias Música Antigua!