Louise Moaty, directora escénica: “Alcíone es una obra que se presta a una puesta en escena imaginativa.

Me pareció por ello apropiado incorporar el mundo del circo y en particular de los acróbatas a esta obra porque estos artistas suscitan la admiración que es una característica propia del Barroco.”

Mi idea era incorporar realmente el lenguaje circense a la escenografía y que esta refleje de esta manera los elementos del circo en una relación de simbiosis entre ambos universos.”

Jordi Savall, director de orquesta: “Mi método de trabajo consistió en hacer recitar primero los textos que deberían cantarse después para descubrir sus puntos de flexión e inflexión.

Eso nos permitió más tarde, una vez añadido el sonido, una articulación más precisa, una declamación más incisiva.

Esta expresividad musical debe ser enfatizada por los intérpretes y por el director de orquesta. Hemos aprovechado para crear un lenguaje expresivo y con un toque de modernidad también.”

Louise Moaty: “Hemos elegido una puesta en escena contemporánea pero que intenta conservar y poner en evidencia los elementos característicos del Barroco.

Fusionar ingredientes diversos: lo moderno con lo barroco pero siempre bajo un prisma contemporáneo.”

Jordi Savall: “No sé si en otra época los espectadores hubieran comprendido la puesta en escena actual.

Pero sin duda, la emoción que se transmite a través de la música, del canto y de todo lo demás es universal, es algo que perdura y que hace que la música nos conmueva.”

Argumento de Alcione

Alcione era la esposa de Ceix – rey de Tesalia – que era uno de los hijos de Eósforo el dios de las primeras luces del día y personificado en el Lucero del alba.

Alcione hija de Eolo, el señor de los vientos.

Ambos eran muy felices y fueron padres de Hípaso e Hilas.

Ceix marchó a Claros (Jonia) para consultar un oráculo, pero naufragó durante la travesía, y se ahogó.

Sabiendo de la muerte de su esposo por Morfeo, Alcione se arrojó al mar.

Apiadándose de ellos, los dioses transformaron a la pareja en alciones.

Se cuenta que cuando estas aves hacían su nido en la playa, las olas amenazaban con destruirlos.

Eolo contenía sus vientos y hacía que las olas se calmasen los siete días anteriores al día más corto del año (y varios después) para que pudiesen poner sus huevos.

Estos días pasaron a llamarse “días de alción” y en ellos nunca se esperaban tormentas por lo que esta ave se convertía en símbolo de la tranquilidad.

Las cuatro suites que nos ocupan son un conjunto de piezas orquestales extraídas de la tragedia en un prólogo y cinco actos Alcione, estrenada en 1706, que Marin Marais compuso con libreto de Antoine Houdar de la Motte basado en la Metamorfosis de Ovidio, y son toda una muestra de la relevancia concedida por el famoso alumno de Sainte-Colombe a las intervenciones orquestales.

En ellas encontramos todo el sabor, la belleza melódica y la riqueza rítmica de la música de danza francesa y se aprecia que Marais, aun moviéndose en un estilo muy próximo a Lully, anuncia ya la mayor brillantez de Rameau.

El conjunto emplea, además de la habituales cuerdas, maderas -con flautas de pico además de las traveseras- y continuo, una percusión variada, como en los Airs I & II pour les Magiciens, o incluso una máquina de viento en La Tempéte.

Toda la música aquí contenida, desde la obertura de la primera suite hasta el irresistible 3eme Air pour les Matelots, pasando por la brillante Tempéte mencionada de la cuarta Suite o el melancólico ritournelle, resulta de un atractivo irresistible, y difícilmente defraudará a los amantes del barroco francés.

No puede extrañar que la obra conociera el éxito desde el primer momento y que se convirtiera en la más difundida entre las producidas por su autor para la escena.

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