El pasado 10 de agosto volvió a visitar la ciudad de Sigüenza el musicólogo australiano John Griffiths, un experto en instrumentos de cuerda pulsada del Renacimiento, para ofrecernos un apasionante programa doble compuesto por una conferencia sobre la vihuela seguida de un recital de dicho cordófono.

El evento tuvo lugar en la recientemente restaurada Iglesia de Santiago, un templo medieval cuyo marco histórico y condiciones acústicas le han ido convirtiendo en el escenario ideal para la interpretación de música antigua en la Ciudad del Doncel.

En efecto, la celebración de recitales en la localidad no es un hecho puntual sino una práctica habitual gracias a la acción conjunta del ayuntamiento y de diversas asociaciones culturales, entre las que destaca la Asociación de Violería y Organología Instrumental Romanillos-Harris, responsable de traernos a Griffiths este verano.

Este investigador e intérprete, pues él mismo se encarga de subrayar la diferencia entre ambas figuras y el esfuerzo que el supone pasar de uno a otro papel, ha dedicado treinta años de su vida a la dirección de estudios de música antigua en la Universidad de Melbourne, pero actualmente ocupa cátedras honoríficas en diversas universidades y centros de estudios, como el Centre d`Etudes Superieures de la Renaissance en Tours. Hay que destacar que en 1993 recibió de manos del Rey Juan Carlos I la cruz de Oficial de la Orden de Isabel la Católica por su contribución a la cultura española.

La conferencia

John Griffiths impartió la conferencia “La vihuela en la modernidad: De Emilio Pujol al presente”, exponiendo el recorrido seguido desde el redescubrimiento de este instrumento renacentista a principios del siglo XX hasta el tratamiento que recibe en la actualidad.

El cordófono característico del siglo XVI español llamado vihuela estuvo ausente de la vida pública durante tres siglos, apropiándose de ese nombre diversos tipos de guitarras de los siglos XVIII y XIX. En consecuencia, nadie sabía cómo era una vihuela original y se asociaba con un instrumento más grande y pesado. El camino hasta poder construir y tocar vihuelas renacentistas ha sido largo pero como afirma el propio Griffiths en un artículo “what was once an esoteric relic of a distant past has become a vibrant reality” (“lo que una vez fue una reliquia esotérica de un pasado lejano se ha convertido en una realidad vibrante”).

Uno de los pioneros en “desenterrar” la vihuela y en darla a conocer al gran público fue el guitarrista Emilio Pujol, que a finales de la década de 1920 comenzó a transcribir piezas de vihuela para interpretarlas en la guitarra. Es asimismo el autor de la primera grabación de música para vihuela, que tuvo lugar en 1933, y que incluyó tres pavanas de Luis de Milán para L’Anthologie
Sonore.

Los intentos se sucedieron a lo largo del siglo XX por construir instrumentos lo más parecidos posible a la vihuela original, sin embargo no se conocían modelos originales supervivientes. A partir de la década de los sesenta surge una poderosa corriente de resucitar instrumentos antiguos, como por ejemplo el laúd, y evocar el espíritu real de la música de siglos pasados.

En España Jorge Fresno y Rodrigo de Zayas graban para Hispavox los primeros discos íntegramente de vihuela, entre 1969 y 1974, aunque sus instrumentos eran todavía muy pesados y difíciles de tocar porque aún estaban basados en los principios de la guitarra moderna.

Algunos descubrimientos posteriores, como la vihuela de Quito descubierta en 1976 o la del  Musée de la Musique de París dada a conocer en 1998, han aportado más luz sobre la naturaleza de este instrumento, aunque la investigación sigue requiriendo el estudio de los tratados y comentarios de lutiers y músicos de la época, así como del análisis de los cordófonos que aparecen representados en cuadros renacentistas. Las incógnitas sobre determinados rasgos específicos de la vihuela todavía persisten.

En suma, se trata de una tarea de arqueología musical tan ardua como apasionante.

El recital

Tras un breve descanso que le sirvió para trastocar su personalidad de investigador por la de intérprete, como él mismo afirmó, John Griffiths nos deleitó con un extenso recital basado en los libros de cifra de cinco de los siete  grandes de la vihuela española: Mudarra, Narváez, Valderrábano, Daza y Fuenllana. Solamente quedaron fuera del repertorio Luis de Milán y Diego Pisador.

Fue una selección de piezas muy valiente y arriesgada puesto que huyó de lo más accesible y de fácil escucha para concentrar el programa en temas complejos y menos directos. Griffiths considera que la música para vihuela no está escrita para ser interpretada en público, sino para que el músico la toque en la soledad de su habitación, como una forma de evocación y meditación.

El plato fuerte del recital fueron las obras incluidas de Miguel de Fuenllana, compositor al que John Griffiths considera muy superior a sus contemporáneos. Su respeto y admiración por él quedan patentes en el siguiente párrafo del artículo citado más arriba:

“Without any doubt, Miguel de Fuenllana is one of the most outstanding instrumental composers of the sixteenth century and still largely underestimated. He is a composer who deserves to be included among the most outstanding instrumental musicians of the sixteenth century alongside Antonio de Cabezón, Francesco da Milano, William Byrd, John Dowland, or any other acknowledged Renaissance masters”.

(“Sin duda alguna, Miguel de Fuenllana es uno de los compositores instrumentales más sobresalientes del siglo dieciséis y es todavía ampliamente subestimado. Es un compositor que merece estar incluido entre los más destacados músicos instrumentales del siglo dieciséis junto a Antonio de Cabezón, Francesco da Milano, William Byrd, John Dowland o cualquier otro reconocido maestro del renacimiento”.)

En resumen, podemos decir que constituyó una grata y didáctica velada en torno a la música antigua. Poquito a poco vamos aprendiendo. Os dejo a continuación el programa que interpretó.

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