JESÚS R. CEDILLO | La paz, la solidaridad y el tender puentes no es algo lejano, está aquí, a la mano y de la mano de una viola de gamba, de un tambor, de una flauta medieval, del canto ardiente y apasionado de mujer con burka en el ardiente desierto; la fraternidad está y se logra en la música y cantos de Siria, en la lírica sefardí; en ese encuentro llamado Oriente-Occidente.
Conocí en los cursos y diplomado de la Historia de la Música de la UAdeC al empresario y maestro don Javier Salinas —hombre alto, afilado y anguloso, curtido en el campo de batalla de la vida— el cual por error de la tabla de tiempos y distancias, fechas en el calendario y rotación del mundo, nació en esta época y no en el siglo XIII.
Otro dato, este hidalgo de linaje escogido, Javier Salinas, nació aquí en Saltillo y no en el desierto del Magreb, en la Roma post imperial o en la Bagdad de 1258 arrasada por los mongoles.
Javier Salinas vive físicamente hoy y aquí entre nosotros, pero su corazón, sus ojos y sus oídos, están instalados entre el siglo XII al XV de nuestra era.
Especialista en música llamada antigua, fui conociéndole en el diplomado de música y me fue contando de su pasión sonora. Yo le fui contando de mis gustos y apetencias.
Desde entonces, desde hace tres años, ha nacido entre nosotros una grata amistad a la cual le hemos agregado copas de vino tinto, quesos y embutidos y el chocar vasos para brindar por la buena venturanza.
Todo ello, mientras escuchamos su colección de música antigua tan extraña como perturbadora.
No una vez, sino tres o cuatro ocasiones al año, este noble fuera de siglo, llega con unos discos los cuales va poniendo generosamente en mano: joyas, pepitas de oro, un regalo de su inmensa discoteca la cual ha venido armando como si edificara un castillo, una fortaleza inexpugnable.
A saber los hilos de oro bordados en seda para vestir en los días soleados: las Cantigas de Alfonso X, “El Sabio” (1221-1284), en versión y recopilación de Eduardo Paniagua.
La “Misa Ave Sanctissima María” de Pierre Certon (1510-1572), maestro de la Capilla Sainte Chapelle de París, Francia.
Un disco múltiple sobre folías, cantos y villancicos de Espagne (España).
Una colección de música de Palestina, un disco con una investigación histórica desarrollada en Toluca con sonidos de cuerda y crin, dos discos compactos con música sefardí, música sacra de varias partes del mundo…
Pero, el generoso Javier Salinas un día me sorprendió con un lote de discos y dos libros los cuales me compartió justo un día antes de las ataques terroristas en París, los más visibles, pero los cuales los yihadistas han venido perpetrando en Túnez, en Egipto y nuevamente en USA; en todo cuanto lugar sean países “infieles”; es decir, el resto del mundo.
Los discos y libros a saber: música sufí andalusí; otro de Tekke, sufí rhytm, un libro de poemas tan extraño como bello: “Cantos a la amada” del poeta nacido en las arenas doradas de Damasco, Muahmmud Ibn Al-Mahad (siglo XIII).
Y dos discos de ese investigador y músico, el mejor en su género, Jordi Savall, el cual tiene poco más de dos lustros, más de diez años invertidos en un proyecto tan bello como humano: el encuentro musical entre Oriente y Occidente.
Música antigua de Siria, Marruecos, Turquía, Persia, Afganistán…
El erotismo, la meditación, las preces, la pasión y el olor a oriente no me han abandonado desde la llegada de este cargamento.
Los dos discos y libros que tienen un guión espléndido, los ha traído Javier Salinas desde el Oriente lejano en uno de sus tantos viajes los cuales realiza ex profeso para ello: escuchar y comprar música antigua. Sólo eso.
Los discos-libros son “Orient-Occident (1200-1700) I y II. Hespérion XXI”, editados en España y bajo la coordinación y proyecto de Jordi Savall.
El segundo tomo de este díptico está dedicado precisamente a la música de ese país hoy tan vilipendiado por un solo grupo (Estado Islámico. EI) tan radical como belicoso y fanático, Siria. Caray, música bella, única, la cual llega a esa parte llamada “alma”.
Participan autores como Khaled Arman, Osman Arman, Yair Dalal, Siar Hashimi, Dimitris Psonis… todos ellos especialistas en tocar instrumentos antiguos a los cuales arrancan latidos, lamentos y sonidos cercanos al inasible, al innombrable Yhwh (para los hermanos judíos) Dios (para nosotros los occidentales), Alá, el misericordioso (para los hermanos musulmanes).
¿Es el mismo Dios? Absolutamente sí.
La música de Siria llega a esa región a la cual llamamos “alma”.
Escrito por JESÚS R. CEDILLO | LaVanguardia.com
excelente ariculo