El violagambista, director de orquesta y musicólogo Jordi Savall ha reivindicado hoy en Santander el valor de la música popular porque, a su juicio, “ha conservado las melodías que han ayudado a los seres humanos a sobrevivir” y contiene “el germen de la humanidad, la belleza y el sufrimiento”.

Así lo señaló al recoger el V Premio La Barraca otorgado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en el Palacio de La Magdalena, en un acto en el que también intervinieron el director adjunto de la Quincena Semanal de San Sebastián, Juan Antonio Echenique, que le hizo la laudatio, el rector de la UIMP, Salvador Ordóñez, que le entregó el premio, y la secretaria general de la institución académica, Myriam de la Concepción González.

Ante un Hall Real abarrotado, Savall hizo un discurso de agradecimiento en el que tuvieron cabida un sentido homenaje a su esposa recientemente fallecida, la soprano Montserrat Figueras, una reflexión de marcado tinte social y unas pinceladas de su forma de afrontar la vida.

Tras agradecer el galardón, interpretó una pieza musical.

“La emoción es lo primero que tenemos que cuidar. Es lo que nos permite conservar la memoria, sin memoria no hay justicia, sin justicia no hay civilización y sin civilización no hay futuro para el género humano”, declaró.

El músico, nombrado Artista por la Paz por la UNESCO en 2008, se mostró preocupado por la situación social y aseguró que el planeta vive “un momento dramático” en el que “nunca había habido tantas guerras y tanta gente sufriendo”.

En este sentido, indicó que “ésta es una época de máximos desastres y nadie parece ser consciente”. “Necesitamos un Ghandi que nos diga cuatro verdades”, apuntó Savall, quien subrayó la necesidad de “tomar conciencia de todo cuanto está sucediendo”.

“No se puede vivir sin paz en el corazón, y lo único que la aporta es el amor y la música”, afirmó el intérprete, quien tuvo un sentido recuerdo para su esposa, Montserrat Figueras.

 

“Comparto este premio al cien por cien con ella porque nunca habría hecho tanto sin su ayuda”, confesó.

Savall contó que en sus inicios se decantó por el violonchelo y que empezó a tocar la ‘viola da gamba’ después de conocer en el Conservatorio a la que sería su “compañera, amiga, amante, madre”, que le animó a probar con un instrumento del que, según sus palabras, “no conocía nada”.

Asimismo, el músico afirmó que Montserrat le enseñó a “comportarse y relacionarse” y que para ella “lo humano iba siempre por delante de todo lo demás”.

El también director de orquesta explicó que escogió su profesión tras comprobar “el poder de emoción de la música” después de escuchar una interpretación del ‘Réquiem’ de Mozart a los catorce años.

“Todos tenemos nuestra función”, dijo Savall, quien manifestó que cada persona “debe encontrar aquello para lo que está hecha” como medio para “encontrar la felicidad”.

En su laudatio, el director adjunto de la Quincena Musical de Sant Sebastián, José Antonio Echenique, había destacado al violagambista como un “creador poliédrico”, y puso de relieve sus innumerables facetas: la de intérprete -en la que se le puede comparar a lo que Pau Casals representa en España para el violonchelo o Andrés Segovia para la guitarra- la de gran director, la de investigador que rescata partituras de los archivos, la de músico de masas, la de incansable divulgador, la del maestro que invita a los jóvenes a sumarse a sus proyectos e, incluso, la del empresario y líder de numerosos proyectos.

Pero también reseñó que Savall es un “seductor nato”, un hombre “de mirada limpia, espiritual y conciliador”, y por encima de todo, un músico “tremendamente luchador” que no ha dejado de poner “el alma” en su vida profesional desde que, en los años 60, se interesó por otras músicas, algo que “era quimérico y quijotesco” por entonces.

Por todo eso, Echenique ve la pertinencia de que se le otorgue, justamente, el premio La Barraca de la UIMP. “Como Lorca” -con el grupo de teatro que da nombre al galardón-“Savall ha logrado acercar al gran público una música antes desconocida o, peor, denostada”.

Y el intérprete catalán, además, reúne en sí mismo no sólo las virtudes del poeta granadino sino también las del guipuzcoano Eduardo Ugarte, que compartió con Federico García Lorca la dirección de La Barraca para poner “el método y el reposo”.

El rector de la UIMP, Salvador Ordóñez, declaró sentirse “impresionado” al entregar el premio a una persona que “encuentra la felicidad” a través de su “incansable trabajo” y le felicitó, a su vez, por haber sabido glosar en su discurso una idea que le gustó especialmente: que cada cual debe encontrar aquello “que le dé satisfacción y que sea proporcional a su esfuerzo”.

El rector reflexionó sobre el papel que ha jugado siempre la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en la promoción de las artes y estuvo de acuerdo con el premiado en que “cuando falla la cultura, falla la civilización”.

La secretaria general de la UIMP, Myriam de la Concepción González se encargó de leer el acta del jurado que decidió conceder el V Premio La Barraca a Jordi Savall por “sus méritos en la investigación, difusión y protección de la música antigua”.

Fuente: Gabinete de Comunicación de la Universidad Internacional Menédez Pelayo.

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