IGNACIO ZAFRA | Capella de Ministrers edita ‘Quattrocento’, su disco número 54 en tres décadas de trayectoria.
Carles Magraner descubrió la semana pasada en unas tablas de año 1428 un instrumento que se usaba en la Corona de Aragón y del que hace siglos que nadie sabe nada.
Se trata de una viola con dos puentes (normalmente tienen una), lo que le hace pensar que llevaba «cuerdas simpáticas como las del sitar», el instrumento indio cuyos sonidos produce reverberaciones hipnóticas.
Si la cosa se quedase ahí, Magraner podría ser descrito como un arqueólogo musical.
Pero su trabajo va más allá: el alma del grupo de música antigua Capella de Ministrers, tiene pensado reconstruir el instrumento y volver a utilizarlo.
Magraner es, pues, un restaurador musical que rescata sonidos desaparecidos.
Se trata, además, de un músico extraordinariamente prolífico.
Estos días está presentando su disco Quattrocento, centrado en la música que se escuchaba en la ciudad de Nápoles en torno al año 1450, en la corte renacentistas de Alfonso El Magnánimo.
Y, sobre todo, en la música que se bailaba.
«El disco recoge el momento en que la danza se hizo arte.
Cuando los coreógrafos quisieron reivindicar su trabajo, como en el esplendor del renacimiento lo habían hecho ya los músicos y los pintores.
Plasmaron en tratados sus maneras de bailar, las argumentaron y escribieron unas melodías para ellas», explica frente a un café en La Nau, la sede histórica de la Universitat de València.
Quattrocento es el álbum número 54 de Capella de Ministrers, un grupo que nació hace 30 años.
Su promoción está coincidiendo con la presentación en directo de un nuevo disco, centrado en la Ruta de la Seda, y ya está pensando en el siguiente.
En el proyecto sobre la Ruta de la Seda, Magraner, nacido en Almussafes (Valencia), comparte escenario con músicos de Irán, China, India y el Magreb, en consonancia con una de las variantes del legendario camino comercial y cultural que unía extremo oriente con la ribera occidental del Mediterráneo.
«Estamos todos sentados y casi no nos entendemos. Hablamos un inglés de EGB, pero musicalmente nos emocionamos», afirma.
Magraner, que últimamente toca una viola de gamba, ha dedicado con Capella de Ministrers discos a la música barroca valenciana, a la vida viajera de Ramon Llull, a Tirant Lo Blanch, el rey Jaume I, la diáspora sefardí, los Borgia, y ahora mira cada vez más hacia el este: «De las músicas orientales te interesa primero Marruecos, luego Túnez, después Egipto, después te vas a Persia y así».
En cada disco, Magraner adapta los músicos al repertorio.
Trabaja con lutieres especializados en España, Francia e Italia que construyen instrumentos nuevos con el objetivo de que suenen lo más parecido posible a como cree que debieron sonar en el momento histórico que quiere recuperar dentro de un periodo muy amplio.
La música antigua es un concepto que engloba, aproximadamente, 1.000 años, desde el siglo VIII o IX al XVIII.
Cada creación exige una investigación histórica.
«Al principio pisé muchas iglesias. En Valencia, Barcelona, Madrid, en la Biblioteca Nacional, en universidades… Ahora es un trabajo interdisciplinar, es imposible ser cirujano y enfermero».
Magraner colabora con musicólogos y recurre a tesis doctorales, pero admite que su trabajo, recuperar músicas anteriores al inicio de las grabaciones, tiene una alta dosis de especulación.
ESCRITO POR IGNACIO ZAFRA PARA EL PAIS