El aclamado director de orquesta británico John Eliot Gardiner teme que el Brexit dañe a la música, confesó a la AFP antes de una gran gira consagrada a Monteverdi.

“Estoy muy preocupado”, dijo sobre la salida de su país de la Unión Europea.

Teme que sus músicos, venidos de toda Europa, necesiten pronto visados y permisos de residencia.

“Vivimos tiempos muy inquietantes, y espero que Marine Le Pen no gane en Francia, sería un auténtico desastre”, confiesa este francófilo declarado, a pocas semanas de las elecciones presidenciales en Francia, y tras lamentar la victoria de Donald Trump en Estados Unidos.

Gardiner se presenta como “un europeo convencido” que aboga por “preservar nuestras diferencias pero también todo lo que tenemos en común”.

‘Monteverdi, el principio de todo’

Gardiner empieza el 10 de abril en Aix-en-Provence, en el sur de Francia, una gira por Europa con su “Coro y Orquestas Monteverdi” que seguirá y concluirá en Estados Unidos en octubre, para conmemorar el 450º aniversario del compositor italiano Claudio Monteverdi, el principal protagonista del tránsito musical del Renacimiento al Barroco.

En el programa, tres óperas: “Orfeo”, “La coronación de Popea” y, por primera vez para Gardiner, “El regreso de Ulises a su patria”.

Quería interpretarla desde que tenía 18 años, encontré sus notas, ¡y he esperado hasta los 73 años!”, explica.

Gardiner fue uno de los primeros en restituir los matices y emociones originales a la música barroca al interpretarla con instrumentos de la época, con la creación de su Coro Monteverdi en 1964.

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“Monteverdi es el principio de todo, el precursor de toda la gran música que le siguió durante cuatro siglos”, sentencia. “Jugó un papel muy especial en mi vida. Tenía 6 años cuando lo escuché por primera vez”, narra. “Apenas sabía leer la música, pero quedé fascinado”.

Todo, menos Wagner

Si bien es famoso por su dirección de los compositores barrocos, a Gardiner le gustan otros muchos autores.

En 1990, creó la “Orquesta romántica y revolucionaria”, afrancesando su nombre (“Orchestre romantique et révolutionnaire”), y bajo el mismo principio que Monteverdi: usar instrumentos de época, “en lugar de escuchar a Beethoven interpretado por orquestas sinfónicas con un estilo más bien wagneriano”.

El alemán Richard Wagner… Un nombre proscrito en su repertorio.

“No me gustan ni Wagner ni su música”, dice el director, que rechaza en bloque “sus ideas políticas, su carácter, su personalidad, su influencia deplorable. Más vale mantenerse lejos”.

En cambio, ha dirigido mucho al francés Héctor Berlioz (“¡mi héroe!”), y a Johann Sebastian Bach, del que grabó la integralidad de sus cantatas, un proyecto colosal que se tradujo en un cofre de 56 discos compactos.

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