El admirado barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau, una de las grandes voces del siglo XX falleció en 2012 pocos días antes de cumplir los 87 años de edad.
Su celebridad se debe principalmente a su aportación a la ópera alemana.
El timbre de su voz y sus cualidades técnicas e interpretativas han convertido a Fischer-Dieskau en uno de los principales maestros de la lírica universal.
Su legado se extiende en un amplio y variado repertorio que se diversifica en multitud de géneros, épocas y estilos; una discografía antológica de alto valor histórico así como una inestimable labor pedagógica y una profunda reflexión teórica e intelectual.
«Tuvo una muerte tranquila», contó su mujer, la soprano Julia Varady, que lo acompañó hasta el final en su casa en las montañas cerca de la localidad de Starnberg.
Nacido en Berlín el 28 de mayo de 1925, Fischer-Dieskau estaba considerado una de las figuras artísticas más importantes de la posguerra alemana por su trabajo como cantante, musicólogo y escritor.
La gran voz
Con una voz diáfana y una imponente presencia escénica quedó también inmortalizado.
Hasta su retiro en 1992 dejó más de 400 discos y un repertorio de más de 3.000.
Se trataba de un «artista excepcional», sostuvo hoy el primer ministro de Baviera, Horst Seehofer.
El alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, lo calificó como «uno de los principales cantantes» de nuestro tiempo.