PEPE GALLARDO | Hoy, vamos a disfrutar de un gran maestro del Renacimiento, uno de nuestros grandes compositores.
Te lo he traído varias veces porque su música me encanta (espero que a ti te pase lo mismo) pero hacía tiempo que no venía.
¿Qué mejor que hoy para saborear este bombón del más exquisito sabor?
Nos hará disfrutar hoy Cristóbal de Morales (c. 1500-1553), compositor español, andaluz, nacido en Sevilla.
Sin duda, el compositor español más relevante de la primera mitad del siglo XVI, y también uno de los principales de Europa.
Fue maestro de coros en Ávila, Toledo y Málaga pero entre estos cargos viajó a Roma para ser miembro del coro papal.
Sin embargo, a pesar de esa unión con España su música tiene un carácter más internacional que otros de sus contemporáneos.
Su maestría en el contrapunto es absoluta y solo podemos encontrar un igual en Palestrina.
Su arte no lo dejó solo para él ya que entre sus discípulos se halla nada menos que Francisco Guerrero, que fue maestro de capilla de la metropolitana hispalense.
Su empleo en las catedrales fue siempre muy demandado sin embargo parece que el maestro no se encontraba nunca demasiado cómo en sus destinos.
Terminó sus días como compositor para el Duque de Arcos en Marchena.
Hoy te traigo el breve himno Iam Christus astra ascenderat, a 4 voces.
Es propio de los maitines de la octava de Pentecostés.
Tiene marcado «Canon altus in diatesaron sine pausis«.
¿Qué significa?
Sencillo: Morales solo notó tres voces y para el alto propone que cante lo mismo que el tiple (soprano) pero una cuarta por debajo y omitiendo los silencios, algo bastante impresionante.
Morales incluso hace referencia a las siete semanas de Pascua que conduce a Pentecostés como regalo de Dios.
Por tanto, no es casual que Morales hiciese que la voz de alto cantase 49 semibreves (como partes dentro del compás) antes del silencio final.
Una obra que, además de lo numerológico y lo teológico, es una verdadera delicia a pesar de su brevedad.
La partitura de la pieza puedes descargarla aquí.
La interpretación es del conjunto Ensemble Plus Ultra dirigido por Michael Noone.
EL MAESTRO CRISTÓBAL DE MORALES
Sirvan de introducción a este pequeño homenaje los versos de Bartolomé Cairasco de Figueroa, que en su Templo militante nos dice bellamente:
«y del tiempo moderno
aquel hispano terno
de Morales, Guerrero y de Victoria
que parece en su buelo
que aprendieron música en el Cielo».
Es, sin duda, la impresión de quien se asome a disfrutar las composiciones de cualquiera de los polifonistas españoles del s. XVI.
Se trata de una música profundamente inspirada en un concentrado espíritu religioso hacia el cual deriva, no sólo por la finalidad concreta de su utilización en los oficios litúrgicos, sino también por el ideal estético de querer despertar y hacer duradero el sentimiento religioso a cuantos participasen en las funciones sagradas, en expresión de fe religiosa sincera y verdadera.
Dicho ideal no debe ser visto sin situarlo en el contexto artístico general de la época en que nos movemos y que aglutinaba a lo más granado de las producciones de místicos, literatos, pintores, escultores, arquitectos, etc., de la España del Renacimiento y el Manierismo.
En efecto, todas estas obras, hoy patrimonio admirado universalmente, contiene una arraigada carga de piedad (fruto de una vida austera y fervorosa) y de catequesis plástica.
Esto no es más que ver el mismo fenómeno bajo dos aspectos: de dónde vienen y hacia dónde se dirigen, que es, en realidad, una sola corriente de doble flujo que viene de Dios y conduce hacia Él mediante la contemplación de lo bello.
En el caso de Morales nos situamos en la primera mitad del s. XVI, época de grandes innovaciones técnicas en el campo musical y de no menos importantes cambios en cuanto a la mentalidad y la consideración estética tanto de autores como de intérpretes.
Hay que tener en cuenta, no obstante, la herencia directa de la producción anterior, i.e., la última etapa del s. XV, y para encuadrar del todo a nuestro compositor, habrá que tener presente que durante su vida no se había producido aún el giro contrarreformista de la Iglesia Católica en el Concilio de Trento (1545-1563).
Morales disfrutó de una gran fama no sólo en vida, sino que después fue parodiado por polifonistas españoles como Guerrero (que empieza su Liber Primus Missarum con una Misa basada en el atractivo motete de Morales Sancta et inmaculata) y Victoria (que utiliza el motete a 6 Iubilate Deo omnis terra en su Misa Gaudeamus), a nivel nacional, y por el mismísimo Palestrina, que en su Misa O sacrum convivium parodia el motete que le sirve de base, de igual nombre, de Cristóbal de Morales, siendo el único autor español a quien decide parodiar.
Más la fama de nuestro querido polifonista hispalense no se constriñe a nuestras fronteras.
Citemos tan sólo de forma sumaria la presencia de sus obras en diversas catedrales e iglesias del «Nuevo Mundo» (Cuzco, México…) y en Europa, aun cuando habían transcurrido muchos años después de su muerte (no corrió la misma suerte el maestro abulense Tomás Luis de Victoria, cuyo olvido acaeció poco después del descenso de sus restos al sepulcro).
Multitud de ediciones en imprentas europeas (Venecia, Nuremberg, Lovaina… lo confirman).
Como decía al principio, el recuerdo de este maestro nos retrotrae a nuestro propio pasado musical.
En efecto, Morales fue maestro de capilla de la Iglesia Catedral «Santa María de la Encarnación» de Málaga.
Fueron años difíciles, agravados por la precaria situación que venía arrastrando la capilla musical de entonces, en el contexto de una Iglesia muy joven.
Pese a ser el maestro más célebre que haya podido tener nuestra entrañable Iglesia Catedral, nunca, ni en vida ni después, se le ha tratado como tal.
Más honor se le tributó al maestro Guerrero, que, aunque aprobó las oposiciones al magisterio malacitano, no utilizó este puesto (en el que no se llegó a estrenar) sino como un trampolín en una carrera que culminaría en una de las sedes más poderosas de España: la de Sevilla.
Las escasas obras que se conservan en el archivo de la Catedral, sólo una, y el recuerdo poco agradecido que se ha tenido para con él, nos debería interpelar para hacer un acto de desagravio con esta señera figura que forma parte de nuestra herencia musical más directa.
¡Muy buen artículo! Aunque creo que hay un pequeño error en la fecha de los versos de Bartolomé Cairasco de Figueroa. Su obra cumbre, ‘Templo Militante’, fue publicada en cuatro tomos de 1602 a 1614.
Al final del día oír tranquila esta música es un privilegio, mil gracias