Supongo que este post volverá a despertar la ira de algún erudito musicólogo que me recomendará, como hizo uno recientemente, que me dedique a escuchar música y deje el escribir sobre ella a los expertos, porque no tengo ni idea.
Me da igual; yo como otros muchos “analfabetos musicales” intentamos acercar aquello que nos gusta a otros legos como nosotros, algo que los profesionales de la música antigua están lejos de conseguir porque no saben articular su discurso para el hombre de la calle.
Llevaba tiempo preguntándome si no es posible cambiar ese aura de aburrimiento que tiene todo lo relacionado con la música medieval y del Renacimiento que espanta al gran público, un público que por otro lado aprecia, aunque sea en las piezas más conocidas y estandarizadas, el Barroco y el Clasicismo.
Pero no me atrevía por miedo a caer en la herejía musical.
Por suerte me he topado con un artículo de Philip Pickett, fundador y director musical de los conjuntos New London Consort y Musicians of the Globe, que reflexiona sobre este tema: ¿cómo hacer de la música antigua algo atractivo y divertido?
En su texto Hard-sell, scholarship and silly titles, Pickett razona que igual que se ha conseguido hacer llegar al gran público grandes obras barrocas se puede hacer lo mismo con piezas renacentistas y medievales; solamente es cuestión de presentarlas de otra manera.
Un tema sobre el que cree que hay que incidir es el repertorio.
A menudo nos encontramos en recitales de música antigua en los que, no nos engañemos, la sucesión de piezas para el oído no experto se antoja monótona y aburrida.
En este sentido, Philip Pickett sugiere por ejemplo, hacer más variados los repertorios, de forma que se sucedan obras de distintas características, o también plantear los conciertos e incluso las grabaciones bajo el paraguas de un evento o acontecimiento histórico.
Jordi Savall ya tiene experiencia en este sentido (Jeanne d´Arc, Dinastía Borgia, Carlos V…) y otros como Capella de Ministrers también (Els viatjes de Tirant, Nunca pena fue mayor: música religiosa en torno al papa Alejandro VI…).
Crear un contexto histórico o literario para un conjunto de piezas de música antigua sin duda aporta un elemento didáctico que puede atraer al no entendido en la materia.
Pickett va incluso más allá con sus propuestas de popularización de los sonidos de otras épocas:
“Why not introduce theatrical element into concerts? Why not try presenting early lyrics in more immediate modern English translations? Why not combine music with dance, or with mime? Why not juxtapose earlier music with contemporary music, or ethnic music, or even classical music if the contrast makes a point? And if the music had a particular function, then why not try to represent that function in some credible way?”
“¿Por qué no introducir elementos teatrales en los conciertos? ¿Por qué no intentar presentar las letras antiguas en traducciones más cercanas al inglés moderno? ¿Por qué no combinar la música con danza, o con mímica? ¿Por qué no yuxtaponer la música antigua con música contemporánea, o música étnica, o incluso música clásica si el contraste tiene sentido? Y si la música tenía una función específica, ¿por qué no intentar representar dicha función de forma creíble?”
A menudo parece que es un pecado despojar de la solemnidad la música antigua.
Los programas radiofónicos son prueba de ello: la mayoría de los locutores de música clásica se expresan en un tono de voz que invita al sueño. ¿Por qué no aprenden de los djs de las emisoras de rock?
En general, se podría llegar a un público mayor adaptando distintos aspectos del sector de la música antigua al mundo en que vivimos y aprovechando elementos aparentemente ajenos. Temas como:
- El uso de blogs y redes sociales para informar sobre la actividad de los intérpretes, para estar en contacto directo con el público y para interactuar con él.
- Poner en práctica formas disruptivas de financiación de las grabaciones y de los recitales, como por ejemplo el crowdfunding, en el que el comprador del producto adquiere la categoría de mecenas.
- Crear merchandising de los grupos y solistas, crear marca y posicionarla, por encima incluso de la música, como ocurre en el pop-rock. Jordi Savall es un buen ejemplo de esto: la gente “ama” la marca Savall. Ha conseguido importar el fenómeno fan al arcaico mundo de la música antigua.
- La importancia del CD conceptual, creado en torno a un tema en el que todas las pistas tienen un sentido dentro del conjunto y guardan una relación entre sí. Hay que huir del disco con formato de “contenedor de temas dispersos”.
- Cuidar el diseño y la información que ofrecen los CDs, de forma que ésta sea suficiente como para enmarcar el sentido de la música que contiene para gente no experta.
- Asociar la música antigua a otros elementos culturales que tengan tirón de masas: obras teatrales, visitas a monumentos históricos, fiestas y tradiciones populares…
En suma, que echándole imaginación podríamos hacer llegar la música antigua a un público más amplio, que a fin de cuentas es lo que queremos… ¿o quizá no?
Totalmente de acuerdo con el contenido del artículo. Un saludo.
¡Me encantó el artículo!
Philip Pickett, es grandioso.
Piezas como esta de Phillip Pickett enganchan a cualquiera, es un auténtico alquimista: https://www.youtube.com/watch?v=oNralB_SX40
y esta pieza interpretada por Hesperion XX con la voz feérica de Montserrat Figueras ¿a quien no puede atraer? si no atrae esto es que la BELLEZA no interesa… https://www.youtube.com/watch?v=XrFMCnITuAY
una idea magnifica…re-diseñar la forma de presentar a los oídos poco versados en música antigua. Sólo puede amarse lo que se conoce y así se lo disfruta el doble.
gracias a los difusores de tan bella música!!!!!
El arte y su belleza no necesita de ruedas ni ser portátil ni plegable para ser acercada. No necesita de maquillajes modernos para caer rendidos ante su belleza y misterio; ni tampoco ser rebajado para que entre mejor. ¿Necesitan la Divina Comedia, Shakespeare o la capilla Sixtina ser más atractivas? A los que nos gusta de verdad la música antigua nos resulta emocionante, atractiva y moderna cada vez que suena. En su día no necesitamos que nos la vendieran más «atractiva (?) y divertida (??)», independientemente de los conocimientos musicales que trajera cada uno.
Para colmo, algunos de los puntos que propone (¿Djs-charlatanes-de-feria? merchandising??) son de vergüenza ajena y rasgos típicos de lo peor de la industria musical.
No se engañe, lo más probable es que sea a usted a quien no le resulta tan atractiva tal y como es; lo siento por usted. Eso o que quizá vaya para concejal de cultura.
Estimado Catafalco:
Gracias a su postura, que por cierto comparte gran parte del sector elitista de los “grandes expertos de la música culta”, dentro de 10 años a lo sumo habrán cerrado los conservatorios y los interpretes y estudiosos de piezas antiguas se encontrarán en el metro tocando las “Cuatro estaciones” de Vivaldi.
¿Ha mirado a su alrededor? ¿A qué industria musical hace referencia, si ésta no existe? No sé si vive en Madrid, pero uno de los pocos establecimientos que quedan dedicado a la venta de Cds, FNAC, ha reducido su sección de música clásica a un rincón miserable al final de la planta de pop-rock, en la que lógicamente los recortes de existencias y oferta afectan antes a Luis de Narváez o a John Dowland que a los Verdis y Wagners.
Y no estoy de acuerdo en que el arte sea un concepto elevado que pueda ser sentido por todos. Conozco a mucha gente a la que desagrada y aburre el sonido de una viola de gamba (incultos y patanes, dirá usted). Me encantaría que esa misma gente pudiese apreciarlo, entender para qué se compuso y contextualizarlo. Pero no, es mejor despreciarlos y luego quejarnos de que no se programan suficientes conciertos de música antigua, generalmente por falta de público e interés.
Está en un error, pienso, porque toda música debe ser debidamente asimilada: nada es tan bello y sublime como para que cualquier oído sin educación lo acepte. Y en el que caso de la música renacentista y medieval, le digo que hay estilos y piezas muy, muy áridos, que requieren un esfuerzo para ser apreciados, menos, claro, para usted.
Le contaré que también me gusta el jazz y que encuentro determinados discos de la última época del gran Miles Davies aburridos y difíciles. Y a Ornette Coleman no le soporto. ¿Y qué?
Mucha de esta música tiene un origen popular en su época y ahora solamente es apreciada por la gente culta como usted (yo solamente soy un concejal de cultura paleto). Menciona usted a Shakespeare y es un buen ejemplo. En la época isabelina el teatro estaba mal visto en la ciudad de Londres y las obras se representaban extramuros. Al principio tenían lugar en los patios de atrás de las posadas, en corrales; más tarde se construyeron los primeros teatros, The Theatre, The Curtain y luego The Globe, pero siempre fuera de la ciudad, a orillas del Támesis entre burdeles y tabernas. Y su público principal era el pueblo llano, aunque también acudían nobles a las representaciones.
Hoy la gente normal encuentra los textos de Shakespeare demasiado complejos y tediosos, aunque el inglés inculto del siglo XVI los disfrutaba. ¿No debemos hacer lo posible por acercar su grandeza al público de hoy? Pues igual con la música.
En fin, que siga usted con esa postura y verá lo que dura la música que tanto le gusta. Por cierto, acepto como insulto el que me llame concejal de cultura (aunque no sé si me ofendería más ser de los de la gaviota o de los del capullo de rosa), pero no le consiento que descalifique a los profesionales de la radio musical ni a los que trabajan en mercadotecnia, aunque yo no ejerzo ninguna de esas dos ocupaciones.
En cualquier caso, y esto lo escribo sin ironía, muchas gracias por propiciar el debate. Todo intercambio de ideas es sano y nos hace reflexionar y avanzar.
Reciba un cordial saludo
Sabía que iba a sacar lo del elitismo, pero ya verá que no hay tal cosa:
es estupendo que se acerque todo el mundo interesado al arte pero que acepte con respeto que probablemente no va a ser un camino fácil; al arte hay que dedicarle esfuerzo, paciencia y perseverancia pero el premio lo compensa todo.
Sin embargo, sí habría que poner como mínimo bajo sospecha y perdirle acreditación a aquel que se erige voluntario para acercar el arte (así, con un par) al «hombre de la calle», a la «gente normal»… eufemismos populistas y burgueses que no hacen sino menospreciar al «pueblo llano» bajo la coartada didáctica, (eso que tan bien se le daba a los curas). De esta manera no sólo menosprecia al público sino también al arte, piénselo bien. No se puede pretender que a la gente le llegue un motete igual que una canción de los Beatles; ni puede ni debe ser, por mucho que lo grite un DJ o por mucha visera para atrás que le ponga a Machaut (como esos Mozart y Bach en monopatín que salían en el Conciertazo, verdad?).
Si en el fondo estamos de acuerdo. Yo tampoco defiendo desvirtuar la música ni hacer payasadas con ella. Pero es cierto que no todo el mundo puede o quiere acceder a este camino a veces tortuoso hacia los sonidos de otras épocas y que se pueden crear vehículos para facilitar «el inicio del viaje».
Gracias por este debate tan rico. 😉
Un abrazo
Reconozco que le tengo fobia a todo lo que huela a didáctico; soy de los que piensan que no hay que actuar sobre el que no quiera entrar en algún tema; por el contrario, no hay nada más satisfactorio que descubrir el camino por uno mismo, con sus dificultades, sus frustraciones, sus palos de ciego, eligiendo a tus maestros… pero, insisto, la recompensa es mucho mayor; y es que cuando te lo ponen fácil no lo aprecias igual; la gente de ahora es «consumidora» y como tal lo quiere todo al instante y con el menor esfuerzo posible; la mentalidad de antes era tan contraria a eso, que por fuerza para entender las obras del pasado hay que hacer doble esfuerzo y seguramente aún no habremos captado ni la mitad.
Gracias por su buen talante.
Hola a todos,
Me ha llamado la atención este artículo, y hay cosas en las que estoy de acuerdo. Sin querer reavivar el debate (por cierto, muy inceresante) me gustaría pedirles su opinión (ya que ha salido el tema de los programas de radio y los locutores «que hacen dormir») sobre mi programa de radio. Lejos de quererme hacer publicidad, lo que llevo intentando desde hace un tiempo es acercarme al público. En un principio mi objetivo era acercar la música antigua a los «profanos» y ofrecer un material interesante al oyente un poco más especializado. Por lo general, he recibido más felicitaciones y ánimos para seguir de los segundos. Me gustaría tener su opinión (la de todos los que quieran) para intentar hacer el programa mejor (ya sea en el sentido de algo más «atractivo» para el público, ya sea de mejor calidad).
Estoy abierto a todo tipo de sugerencias. He colgado algunas noticias sobre el programa en esta web, pero pueden escucharlos todos en lafoliaradio.blogspot.com. Pueden contactar conmigo (lo que les agradeceré) en el correo lafoliaradio@gmail.com.
Muchas gracias de antemano
Muchas gracias por tu aportación, Luis. A pesar del tono del post, no pretendo faltarle el respeto a nadie ni criticar profesiones como la de locutor de radio. Solamente son ideas que se me ocurren para intentar llegar a un público más amplio. Intentaré escuchar tu programa.
Un abrazo
No te preocupes Pablo, no me lo había tomado como una falta de respeto, ni mucho menos. Me parece que está bien aportar ideas nuevas: hay mucho público ahí que estaría dispuesto a acercarse al mundo de la música antigua (incluso gente que no viene del mundo de la música «clásica»)
Un saludo
Aura de aburrimiento???
Mucho se habla y escribe sobre cómo atraer nuevos públicos , pero la cuestión es muy simple, y reside en la humildad, después de un concierto sonreir es de suma importancia, no creerse superior, después de dos horas de intercambio en un concierto si el músico se pone en un nivel de superioridad, la gente lo capta inmediatamente y asimila ese comportamiento y no va más, esa es la realidad, por eso cuando aparecen quienes rompen con ese prejuicio triunfan, es así de sencilla la cuestión, además de lo enunciado en el artículo.
Más atractiva? Aún más? Propongo un eslogan; » El que prueba, repite» .
Pues me alegro muchísimo al poder decir q jamás he sentido esa superioridad, ni ese aburrimiento. No voy buscando encontrar humildad pq para mi la música no representa ese tipo de cosas. Sonreír, no sé si sonrío aunque debería hacerlo siempre pq la Música me aporta todo lo q busco, necesito y anhelo en la vida.
Y por no extenderme mucho más diré q probablemente, no esté en la onda de lo q decís o de lo q plantea el artículo aunque me parezca muy interesante
Totalmente de acuerdo. Todo se puede reinventar. Efectivamente ya hay grupos que lo hacen.
¡Interesante el diálogo que se ha abierto con el tal Sr. Catafalco!
Yo solamente decía que hay que hacer un esfuerzo para entrar en esa música (igual que para entrar en el Be Bop si hablamos de jazz) que la mayoría de la gente ni se plantea. Quizá cambiando un poco el continente, sin corromper el contenido, podría llegar a más gente. Emilio Villalba lo está haciendo muy bien en ese sentido con la música medieval. Hace poco le vi actuar en Sigüenza y me encantó.
Si busco en el parecer de esta persona q no me entiende y q me dice «muy rara» cuando me ve viviendo acompañada siempre de la Música, tengo q comentar q esta persona ve como aburridas muchas de las piezas q yo escucho o estudio. Algunas veces, después de un éxtasis musical, me dan ganas de decirle q me da lástima q no sienta ni siquiera la mitad de lo q yo siento con la Música. No lo hago pq me resulta presuntuoso.
Sin duda, es una cuestión de afinidad, de tendencia. A todo el mundo no le divierten las matemáticas, todos los cerebros no son iguales por lo q sin un cerebro especialmente musical las apetencias no tienen por qué ser universales. La Música es un arte y tiene muchos estilos. A cada uno le gustará un estilo o varios con dos excepciones: los amusios, a los q la Música no les gusta ni les dice nada y los melómanos, a los q nos gustan todos sus estilos pq lo q nos gusta es la Música
Consideró que cada periodo de la música tiene su fantástica historia
Quise decir su propia riqueza, la diferencia de otros periodos históricos,ignorarla es quitarle la forma, circunstancia en la cual fue concebida
Simplemente hay que disfrutar tocando. Conocer la historia o seguir la evolución de un género da chispa. No es fácil entender los flujos políticos, comerciales y bélicos. La mentalidad religiosa y los modos.
Los conservatorio no ayudan porque todo está centrado en el clásico, moderno y post moderno y algo de un periodo tan extenso que llaman barroco.
Sólo se enseña un poco de lo que está transcrito. Mi profe no domina ni la travesuras italianas, ni la francesa ni la alemana.
Los conservatorios ¿Son para conservar?
Tablaturas!
O quizá no…
La musica es no hay q hacerla. Si te gusta bien. Si no pues no. La música medieval tiene un mensaje potente pero no todos los oídos le escuchan. Es la soledad de una iglesia románica que nos habla en medio de un silencio necesario.