La mística alemana y la razón asturiana se unieron ayer para ofrecer un excelente concierto -más bien un servicio religioso- en el Auditorio de Oviedo: «La Pasión según San Juan», de Bach, pintada por el maestro Aarón Zapico al frente de su grupo «Forma Antiqva» y del coro «El León de Oro».

El público aplaudió durante seis minutos y 31 segundos, primero sobrecogido y después desbordando entusiasmos.

El primer coro «¡Señor, Dios nuestro, cuya gloria reina en todos los pueblos!» arrancó con el sello Zapico: rítmico, cortante, rápido, tremendista incluso, espléndido sin duda.

Y de seguido el tenor alemán Gerd Türk, que como evangelista llevó en lo vocal el peso de la obra, ofreció un recitativo narrando el inicio de la Pasión y dando paso a una catarata de corales y solistas en los que pronto destacó el bajo holandés Peter Kooij, en el papel de Jesús y dos arias consecutivas, para el alto francés Damien Guillon y la soprano española María Espada que cantó, desgarrada «También yo te seguiré».

El coro, magnífico según siempre lo presenta su director Marco Antonio García de Paz, incluidos los pequeños papeles solistas que asumieron tres de sus miembros Elena Rosso, Manuel Quintana y Fernando Fernández. En un rol supuestamente menor, el de Pilato, sorprendió muy positivamente con su gran voz y decir de bajo búlgaro Francisco Javier Jiménez Cuevas.

En la coral «¿Qué te ha golpeado Dios mío?» los de Luanco estuvieron superlativos.

Ya en la segunda parte Gerd Türk, el tenor evangelista y por lo tanto narrador cogió todo el protagonismo: excelente de voz, dicción y carácter.

Zapico sabe que el barroco es romántico si corre sobre un drama como el de Cristo así que la velada cobró a cada número más y más intensidad.

El concertino Aitor Hevia empujaba a todos en una carrera maravillosa.

El airoso del bajo Kooij fue magnífico y sin respiro el aria «Mira su espalda ensangrentada» del tenor siguió en el mismo nivel de excelencia.

Cuando iba hora y media de concierto el evangelista dijo: «E inclinando la cabeza, expiró».

Unos segundos de silencio. Y ya en el tramo final destacó María Espada con su arria «En honor del Altísimo», con oboe y traverso.

El bellísimo «Descansad en paz restos sagrados» del coro cerró una oración terminada en ovación.

fuente ocio.Ine.es

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