El sábado 5 de febrero actúan en el Centro Internacional de Música Antigua (CIMM) de la Valldigna la flautista alemana Silke Schulze y el laudista italiano Peppe Frana, presentando el repertorio de música instrumental de la Baja Edad Media incluido en su disco A Maze of Melodies (Un dédalo de melodías). Se trata de la recreación de un género músical, la estampie, cuya ejecución exige unas cualidades especiales en el músico, aparte de la maestría técnica con el instrumento. Estos dos artistas consideran que tocar este tipo de piezas es como internarse en un laberinto, en donde hay que tomar los giros adecuados en las intersecciones de pasillos para no extraviarse. Hemos hablado con Silke y con Peppe sobre sus carreras, sobre laberintos musicales y sobre otros temas.
¿Qué es lo que os atrajo de la música antigua hasta el punto de haberos convertido en profesionales de este campo? ¿Cómo llegasteis a ella?
Silke Schulze: Como muchos niños, empecé a tocar la flauta dulce a la edad de cinco años y mi madre fue mi primera maestra. Pero nunca se me pudo persuadir para tocar un instrumento “más serio”. Así que mi aproximación a la música antigua vino casi automáticamente con el repertorio de la flauta dulce, el cual (aparte de música contemporánea) está compuesto por música renacentista y barroca. Cuando fui por primera vez a estudiar al norte de Alemania conocí la música medieval e inmediatamente quedé fascinada por el sonido diferente, los instrumentos especiales y muchas cosas desconocidas.
Peppe Frana: Tuve la suerte de comenzar a colaborar con Micrologus Ensemble en 2011, una experiencia que básicamente inauguró mi vida como músico profesional. Hasta entonces me interesaba exclusivamente estudiar instrumentos de púa orientales, como el laúd y el robab afgano. Tocar con ellos me estimuló a profundizar en el estudio de los laúdes medievales europeos y a intentar combinar estos dos mundos con la dosis justa de creatividad y rigor.
El programa que traéis a Valldigna está basado en un género denominado la estampie o istampita. ¿Cuál es su importancia dentro de la música medieval europea?
Silke Schulze: La estampie francesa o la istanpitta italiana son verdaderamente importantes, especialmente para los instrumentalistas medievales, dado que son las únicas piezas que fueron específicamente escritas para instrumentos (y no música vocal tocada con instrumentos, como la mayoría de los manuscritos de música medieval). Solamente están presentes en unos pocos manuscritos, pero dan una idea sobre el nivel de interpretación instrumental y sobre el repertorio instrumental específico.
En la antigüedad primaba sobre todo la música vocal. ¿Qué papel tenía en la sociedad medieval esta música instrumental?
Peppe Frana: Algunas de las piezas que interpretaremos hacen referencia explícita a formas de danza, como el saltarello, que aún existe en los repertorios populares italianos. Sin embargo, la función de la estampie, y especialmente de la istampitte italiana, sigue siendo objeto de debate. Nuestra interpretación tiende a considerarlas formas de música instrumental «culta», orientadas a la escucha atenta y a la demostración de la habilidad técnica y mnemotécnica del intérprete capaz de navegar por un complicado laberinto de notas.
En vuestro disco A Maze of Melodies (Un dédalo de melodías) comparáis la estampie/istampitte con un laberinto musical. ¿En qué se basa esa metáfora?
Silke Schulze: Dada su forma compleja, el género musical de la estampie/istanpitta puede ser comparado con un laberinto musical. La dificultad para los músicos reside en no perderse dentro del laberinto de la estampie y en siempre realizar el giro correcto en las distintas intersecciones. No debes dejar que te extravíen las fórmulas melódicas si evolucionan en algunas partes de forma distinta a como lo han hecho antes. Así como el héroe requiere de diferentes virtudes como el coraje, la valentía y la perseverancia para internarse en el laberinto, un músico necesita una virtud para interpretar la estampie: virtuosismo. El virtuosismo (del latín, “virtud”) no supone solamente la maestría para controlar el instrumento, sino también una habilidad mental, que se hace especialmente patente al tocar de memoria. Hace falta mucha concentración para recordar el camino a través del laberinto y ser capaz de seguir correctamente las distintas continuaciones de las fórmulas. Este proceso hace patente el verdadero virtuosismo necesario para poder tocar con forma y fórmula.
¿Establecéis un patrón fijo a seguir en cada pieza para los vientos y el laúd? ¿Qué parte hay de improvisación en estos laberintos musicales?
Peppe Frana: El mayor esfuerzo radica en poder ejecutar de memoria estas complejas estructuras musicales; la improvisación se refiere principalmente a la ornamentación, las variaciones rítmicas y algunos elementos de contrapunto simple. Una vez que las melodías han sido interiorizadas, cada interpretación cambia según la interacción con los músicos con los que estoy tocando, y la inspiración del momento.
Silke, tú interpretas numerosos instrumentos de viento antiguos, desde la chirimía hasta la flauta doble. ¿Está cada uno asociado a un tipo específico de música o de melodía, o se pueden utilizar indistintamente?
Silke Schulze: Hoy en día no sabemos qué pieza estaba pensada para cada instrumento, puesto que casi nunca quedaba nada escrito en la música por el compositor, como se hizo más adelante. Pero sí sabemos las distintas funciones de los instrumentos, como, por ejemplo, la chirimía, que siempre fue un instrumento representativo para tocar en recepciones, ceremonias o para danzar.
En [el disco] A Maze of Melodies lo decidimos en base a lo que era posible hacer con cada instrumento (tienen un rango limitado y no todas las estampies se pueden tocar en todos los instrumentos), y también en cómo se combinaban con el laúd – y, por supuesto, en el color que le queríamos dar a cada pequeño laberinto.
Peppe, como experto en instrumentos de cuerda medievales de fuera de Europa, ¿percibes una relación entre las piezas europeas y las que se tocaban en el mundo musulmán en la misma época?
Peppe Frana: Es un tema vasto y antiguo, tan antiguo como el redescubrimiento moderno de los repertorios medievales. Intentaré resumir mi posición: es innegable que existen conexiones en cuanto a la organología, el estilo melódico, especialmente de cierta monodia del siglo XIII, las propias formas musicales como en el caso de la estampie/istampitta y la Pésrev (formato de música clásica instrumental turca). Sin embargo, sacar conclusiones demasiado precipitadas de estas similitudes puede llevar al error de justificar cualquier inspiración «oriental» en la reconstrucción de la música medieval, incluso las más anacrónicas. Me alegraría que hubiera algo más que operaciones de diálogo entre la música antigua y las tradiciones extraeuropeas, pero, para que fueran sensatas y modernas, sería necesaria una mayor conciencia de la historia y el funcionamiento musical de estas últimas por parte de los intérpretes euroculturales.
¿Qué nuevos proyectos musicales tenéis de cara a 2022?
Silke Schulze: Por culpa de la pandemia, todavía tengo algunos proyectos colgados de los últimos dos años. Aparte de tocar con distintos ensembles por toda Europa y de impartir distintos cursos, espero poder pasar más tiempo con mis queridos colegas de mi propio ensemble, Quidni, y trabajar en un nuevo programa.
Peppe Frana: ¡Muchos! Me gustaría mencionar dos próximos lanzamientos muy diferentes: con la clavecinista Federica Bianchi grabamos Crisalide (ya disponible digitalmente), nuestra interpretación de polifonías instrumentales bajomedievales. En un contexto más contemporáneo, este año se lanzará mi disco a dúo con el guitarrista eléctrico Alberto Turra, donde exploramos la interacción entre el laúd y la guitarra eléctrica, con largas improvisaciones y composiciones originales.