Manuel Drezner | Es una lástima que las entidades culturales no tengan en cuenta importantes efemérides que pasan desapercibidas, a pesar de tratarse de grandes figuras de la historia de la cultura.
En el pasado más inmediato, quienes tenían el deber de conmemorar a esas figuras las han ignorado y por eso, para citar unos ejemplos, cuando los centenarios de Mark Twain, o de Haydn, o de Chopin, o de Schubert o de tantos otros, solo algún aislado columnista los recordó.
Parece que va a suceder lo mismo con otro centenario que se celebra en estos días, el de Claudio Monteverdi, quien nació en mayo de 1567, hace 450 años, y que es una de las figuras más importantes de la historia de la música, tanto que algunos sin hipérbole consideran a Monteverdi a la altura de un Mozart o de un Beethoven.
Aparte de haber sido el compositor que marcó la transición entre el renacimiento y el barroco, fue quien introdujo a la música una cantidad de recursos, aún usados en nuestros días, tales como el pizzicato en instrumentos de cuerda y el trémolo, sin el cual la mitad de la música de Hollywood no existiría.
En sus obras, en especial las óperas y los madrigales, incorporó elementos emocionales que hasta ese entonces eran desconocidos, que hicieron que la música pasara de ser un arte para entretener a convertirse definitivamente en una expresión incomparable de sentimientos y reflejo del espíritu humano.
Todo lo anterior fue claramente originado por Monteverdi, y aunque este escribió que se rieron de él cuando usó por primera vez lo descrito, lo cierto es que la influencia de este genio dejó una huella honda en la historia de la música.
Por mucho tiempo fue músico de la corte de Mantua bajo los Gonzaga y siempre se quejó de que su sueldo no solo era bajo, sino que muchas veces tampoco se lo pagaban a tiempo.
Eso no le impidió ser el autor de las primeras óperas que aún figuran regularmente en el repertorio, tales como Orfeo y La coronación de Popea, que tienen momentos inolvidables
. Cuando pudo librarse de la que podríamos llamar esclavitud de los Gonzaga y fue nombrado músico principal de San Marcos en Venecia, escribió tantas obras maestras que aún perduran entre las cumbres de la música de todos los tiempos.
Lástima que no se haya aprovechado la ocasión para hacer homenaje entre nosotros al gran Claudio Monteverdi.
Irónicamente, la última vez que se programó entre nosotros un concierto importante con obras del músico, unos disturbios obligaron a que se cancelara el concierto.
Manuel Drezner | elespectador.com