A pesar del turbulento comienzo del siglo XIII que sufre la cruzada contra los Albigenses destructora del esplendor y el modo de vida occitano, la cultura trovadoresca, oriunda precisamente de las regiones del mediodía francés, parece que sobrevivió en buena forma hasta el fin del siglo, alimentando con sus modelos las formas utilizadas por los músicos del norte, los troveros.
A lo largo del periodo considerado queda patente que los troveros del norte de Francia admiran la música de sus colegas del sur dado que imitan sus piezas o las utilizan directamente cambiando el texto, lo que se denomina contrafactum.
Igualmente se apropian e incorporan en su cultura el idioma cortesano trovadoresco, algo que destaca Jean Markale al hablar de Leonor de Aquitania (La vida, la leyenda, la influencia de Leonor de Aquitania, dama de los trovadores y bardos bretones, 1979):
“Nunca se insistirá bastante acerca de la influencia que Leonor tuvo personalmente en la evolución de las costumbres del Norte, en este siglo XII en que Francia no era más que un reino teórico en busca de su personalidad.
Y como Leonor era refinada en todos los dominios, no podía olvidar los placeres del espíritu: los trovadores vinieron a enseñar a los hombres del Norte, más preocupados por la caza y por la guerra, los placeres del fino amor, llamado también `amor cortés´, que es una lenta iniciación o culminación de los deseos contenidos.
Se escucha a los trovadores narrar las aventuras de los héroes de la antigüedad, pero esos héroes no son más insípidos y brutales personajes de la Gesta de Carlomagno, son los héroes más o menos fantásticos de la tradición bretona.
Y el rey Arturo aparece en relatos que no siempre son bien comprendidos, pero que hacen soñar a un auditorio ávido de novedades, de bravura y de amores extraños.”
Leonor murió en 1204 dejando abierto ese cauce de impacto cultural del sur al norte que sobrevivió, sin interrumpirse, a las crisis políticas, económicas y religiosas de la época.
La tesis de la influencia permanente de los trovadores sobre los troveros es defendida por la profesora por la profesora de la Universidad de Iowa Elizabeth Aubrey (Early Music History Nº 16, 1997) que define esta relación entre los compositores de ambas zonas de Francia como “la dialéctica entre Occitania y Francia”.
Subraya no obstante, que la relación es manifiestamente unidireccional puesto que no se detecta una influencia recíproca del norte sobre el sur, manteniendo este último sus formas musicales puras e independientes, sin mestizaje alguno.
La cruzada contra los cátaros es en parte una maniobra de la corona francesa para someter las prósperas y florecientes regiones de Languedoc y Provenza a la autoridad real, acabar con su independencia e incorporarlas definitivamente a los territorios dependientes de París.
La herejía religiosa que se había extendido por Occitania fue la excusa ideal para justificar una acción de gran provecho para el rey Felipe Augusto, y especialmente, para sus descendientes, que vivieron la solución del problema.
La cultura trovadoresca característica del sur de Francia sufrió un gran golpe con la victoria de los cruzados, pero no desapareció.
Y su influencia sobre la música del norte continuó.
Un factor que ayudó durante el siglo XII a establecer ese caudal cultural entre las zonas sureñas de Languedoc, Provenza, Gascuña, Aquitania y Auvernia y el reino francés del norte, fue la región central de Lemosín y Poitou, que actuó como bisagra o intersección entre ambas.
Durante ese siglo tuvo lugar en el centro oeste franco un florecimiento de una lírica, fruto del maridaje del versus, una forma de polifonía aquitana, con los cantos cortesanos monódicos de los primeros trovadores.
Esta nueva lírica híbrida comenzó a influir la música parisina que se hacía en el norte.
Existe evidencia de que los troveros, compositores del norte que escribían en langue d’oïl, siguieron el ejemplo de los trovadores del sur, que utilizaban la langue d ‘ oc.
Las apropiaciones incluyen la adopción de la versificación y de la forma estrófica; la traducción de obras trovadorescas, su cita o alusión; o las imitaciones directas, así como la evocación de la estructura, el estilo, el género o el lenguaje utilizado en las piezas de los trovadores.
Elizabeth Aubrey en su artículo ilustra su tesis con tres ejemplos claros de influencia de la música meridional sobre las regiones del norte.
En primer lugar, identifica elementos occitanos en motetes del siglo XIII pertenecientes a repertorios del norte del país.
Seguidamente establece relaciones entre los géneros poéticos medievales lai y descort, siendo el primero característico del norte y el segundo del sur.
Pues bien, Aubrey aventura la hipótesis de que ambas formas son una sola en su origen y que el lai es una variación del descort sureño.
Tendríamos por tanto un segundo ejemplo de influencia sur-norte.
Finalmente, la autora destaca un término, estampidas en occitano y estampias en francés, que parece hacer referencia a un tipo de danza medieval y que igualmente parece implicar una conexión entre las formas musicales del norte y el sur de Francia.